—Quería pedirte un favor. Me han dicho que te gusta mucho el cine violento y que tienes muchas películas de esas.

—¿De esas?—Te miró mal. No debía gustarle hablar de que tenía películas un tanto extrañas. Te sentinte un poco incómoda, pero no te echaste atrás.

—Sí, ya sabes: Gore, pornografía...—Casi te daba gracia escucharte hablar de aquello con total naturalidad. Se levantó de la silla, fulminándote con la mirada a unos escasos centímetros de tu cara, como si intentase intimidarte. Estaba tan cerca que podías sentir su aliento al hablar.

—Para empezar no las tengo, y si las tuviese no te las daría—te contestó de forma desagradable. Pasó por tu lado marchándose, sin dejar de hablar, pero en un tono mucho más alto que antes para que todos le escuchasen.—¡Si quieres ponerte cachonda vete a un Sex-shop! ¡Quizás allí puedan ayudarte!—Tu cara se encendió hasta obtener un color rojo intenso.

—¡Las necesito para mi tesis, imbécil! ¡Es sobre la violencia audiovisual!—Gritaste completamente avergonzada. Antes de cruzar por la puerta, giró la cabeza, echándote una última mirada casi con odio.

—¡Pues haberla hecho sobre Mew!

Aquel tipo era un completo idiota. Te lo había demostrado en menos de cinco minutos. Suspiraste y fuiste a almorzar al comedor, donde tomaste asiento y sacaste tus apuntes, tu mp3 y tu desayuno.

Te pusiste los auriculares pensando en todo lo que tenías que estudiar para los próximos exámenes. Habías tomado la carrera de Comunicación Medioaudiovisual, la cual no era precisamente sencilla.

Mientras comías  un tanto frustrada por lo sucedido, mirabas los papeles, hasta que levantaste la vista por casualidad. Unas mesas más allá, se encontraba Green.

Mirándote fijamente.

Sus ojos verdes brillaban con una intensidad extraña, casi morbosa. Pensaste que mirarle fijamente de vuelta hasta que desviase la vista, para demostrarle que no te daba miedo. Fue una mala idea.

Se levantó del asiento tomando sus cosas, y sin dejar de mirarte se aproximó a ti. Firme. Imponente. Autoritario. Con aires de dominancia. Tus ojos se dirigieron hacia otro lugar, sin saber donde exactamente. Iban del suelo a los apuntes, de los apuntes a un lado... Así, hasta que se puso delante de ti. Tú sentada y él de pie. Esa diferencia de altura entre sus ojos y los tuyos te hizo estremecer.

—¿Quieres ver esas cintas?—Te sorprendiste por la pregunta. No esperabas que fuese a cambiar de opinión de un momento a otro.

—Has dicho que no las tenías—dijiste mientras cruzabas los brazos.

—¿Quieres verlas sí o no?—Asentiste con la cabeza.—Después de las clases en mi casa.—Se volteó poniéndose la mochila al hombro.—No te escaquees.

—No lo haré.

•○•

—La gente de la facultad queréis verlo todo—decía mientras metía la llave en la puerta de su casa, volviéndose un segundo para mirarme, pero no tan mal como horas antes—tenéis que demostrar que sois de imagen.—Era desagradable contigo. Te trataba como algo insignificante. No pensabas quedarte callada ante eso.

—¿Y qué es para ti el cine de verdad?

Abrió la puerta de una patada, haciendo un fuerte ruido que no esperaste y te asustó.

—Lo que tengo aquí dentro. Muchos dicen que mis películas son una porquería.—Entrasteis en la casa, la cual estaba realmente desordenada. Cerraste la puerta. Él sonreía con arrogancia.—Pero todos se mueren por verlas.

—Esto es para mi tesis, no tengo ningún interés en ver esa clase de videos...—él sin decir nada entró en una habitación.—Green—le llamaste, pero no recibiste respuesta—¿Oye?—Fuiste a buscarle, encontrándole en la cocina con un paquete de patatas fritas.

—¿Quieres algo?

—No—contestaste. La casa olía a polvo y humedad. Era desagradable.

—Directa al grano.—Dejó de mala manera la bolsa de patatas sobre la mesa, casi lanzándola.—Bien, luego no me llores.—Salió de la cocina. Tú le seguías hasta llegar a una puerta, donde sacó otra llave, abriéndola.

—¿Qué vives con ladrones? ¿O qué pasa?—Preguntaste al notar que tenía todas las puertas bajo llave.

—Vivo solo—te dijo entrando en la habitación.

—¿Y tus padres?—preguntaste sorprendida. La verdad es que no esperabas la típica historia trágica de los padres muertos por un accidente o algo parecido.

—No viven aquí, se mudaron a Alola el año pasado.—Soltó la mochila en el suelo.—El piso era de un pariente, pero murió hace unos meses.

Tu mirada se paseaba por la habitación, lo más desordenado del lugar: pósters por las paredes, el suelo lleno de ropa desperdigada por este con una o dos bebidas gaseosas a medio terminar junto a un sillón, cintas amontonadas sobre una vieja televisión, una enorme estantería repleta de cintas, una cama enorme pero completamente desecha... un encanto de sitio, vamos. Además de oscuro y tétrico. Incluso la telaraña de la esquina en el techo daba un toque especial.

Subió las persianas, dándole más claridad al lugar.

—No toques nada, ¿entendido?—ordenó con voz amenazante.

—No lo haré.

—Considérate afortunada. Nadie antes había entrado en mi casa.—Empezó a rebuscar entre las numerosas cintas, buscando alguna en particular.

—¿Y a qué debo ese honor?

—A que estás muy buena.—Te ruborizaste ante eso. Él ignoró tu sonrojo tomando una cinta y poniéndola sobre la televisión.—Siéntate, que no te voy a cobrar—te volvió a ordenar pero de forma menos amenazante. Lo hiciste. El sillón estaba duro como una piedra, incluso crujió al sentarte.—¿Qué quieres ver?

—¿Qué es lo que tienes?

—Tengo porno de todas las categorías: light, oriental, shemale... es cojonudo.—No podías creer que presumiese de la variedad de pornografía que tenía.

—La verdad es que el porno no me interesa demasiado. Es fácil de conseguir... si es todo lo que tienes.—Con esa última frase parecías provocarle. Su mirada se volvió un tanto oscura por unos segundos, para luego volver a ser normal.

—Así que la nena quiere marcha, ¿eh?—dijo con un tono que denotaba molestia—muy bien.

—Necesito imágenes esencialmente violentas, creo habértelo dicho ya.—Él tomó una cinta que se encontraba en el suelo junto a la cama para luego dirigirse a la televisión y ponerla.

—Esencialmente violentas—te repitió—. Qué bonito. Te vas a cagar.

—¿Qué vas a poner?

Fresh Blood, "Sangre Fresca". Una película muy bonita y educativa—hablaba con sarcasmo, sentándose a tu lado.

La película comenzó mostrando a un hombre tumbado en una camilla, al cual, comenzaban a abrirle la cabeza con una sierra, para luego sacarle el cerebro. Se te revolvió el estómago pero aguantaste.

—Dios—susurraste al ver aquel horror—¿pero todo esto es verdad o son efectos especiales?

—¿Tú qué crees? ¡Pues claro que es un muerto de verdad! Todo lo que estás viendo es real: Atentados, fusilamiento, linchamiento...—en sus ojos pudiste ver como disfrutaba de aquel vídeo. Un pensamiento pasó fugazmente por tu cabeza.

Él es un jodido sádico.

TESIS 〈GREENxLectoraxRED〉+xBLUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora