Capítulo 4

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-Tenten-

Jadeando, abrí los ojos de repente. Permanecí quieta, recuperando el aliento y mirando al techo, con lágrimas en los ojos y temblando completamente. Estaba paralizada por el miedo. Sabía que había sido una simple pesadilla, que sólo era producto de mi imaginación, pero la idea de que un ente me estuviese mirando en los pies de la cama me aterrorizaba. El absoluto silencio de la habitación era roto por mi pesada respiración, además de ser capaz de escuchar mis fuertes latidos del corazón. Giré lentamente mi cabeza para mirar mi despertador. Pestañeé varias veces para poder enfocar bien los números de éste, hasta que vi la hora que era. Llegaba tarde al instituto.

Me levanté de la cama de un salto y comencé a vestirme con el uniforme, preguntándome por qué el despertador no sonó si lo había activado la noche anterior. Tal vez no lo había escuchado. Suspiré profundamente. Todavía no me acostumbraba a vivir sola, sin mis padres, ya que debido al trabajo tuvieron que marcharse del país. Para tranquilizar a mi madre, le mentí diciéndole que sería responsable, pero por mucho que lo intentase no conseguía ser ordenada. Desde que se fueron, comencé a tener pesadillas por las noches, por el miedo a quedarme sola. Casi todas las noches me despertaba sudando, después de dar muchas vueltas en la cama, para bajar a beber un vaso de agua.

Me detuve delante del espejo, mirando mi cabello caer sobre mis hombros. Hoy no tenía tiempo de hacerme los moños que siempre llevaba, por lo que lo llevaría suelto. Corrí al garaje para coger la bicicleta, pero cuando me monté en ella, me percaté de que una rueda estaba pinchada. "Mierda", pensé, comenzando a correr hacia el instituto después de cerrar el garaje. 

Casi no sentía mis pies al correr, sólo escuchaba mis pulsaciones a cien. Incluso me dolía el pecho; parecía que mi corazón iba a romper mis costillas. Mi flequillo me impedía ver con claridad la calle, por lo que acabé tropezando con algo y caí al suelo. Al levantarme vi mi rodilla izquierda sangrando, pero continué corriendo. Iba a meterme por una calle a la derecha cuando justo al entrar en ella pude ver una bicicleta yendo hacia mí. Me detuve en seco y lo único que conseguí hacer fue cubrirme antes de que se chocase contra mí. Abrí los ojos al escuchar los frenos de la bicicleta delante de mí. Me quedé sin respiración cuando mi corazón latió con fuerza por un breve instante. Nos mirábamos profundamente a los ojos, evitando desviar la mirada. Dejé caer mis manos a la altura de mi cadera. Tragué saliva a pesar de sentir la boca seca. Bajé la mirada, sonrojada, sintiendo su fría mirada clavada en mí. 

-Neji Hyûga...-susurré, lo suficientemente bajo como para que no me pudiese escuchar, con mis labios temblando. 

Pude ver sus ojos mirar mi herida en la rodilla, para después volver a mirarme. Comencé a caminar, pasándolo de largo, cuando me agarró con fuerza de la muñeca, diciendo:

-Sube.

Al girar mi cabeza, me encontré con Neji mirándome fijamente. Iba a decirle que no, pero me lanzó una mirada penetrante, como si me estuviese obligando a subir. Asentí en silencio.

-Gra-gracias...-murmuré con timidez, sentándome en el portabultos de la bicicleta. 

Comenzó a pedalear lentamente, debido a que éramos dos personas tenía que hacer más fuerza, pero pronto la bicicleta ganó velocidad. Simplemente le agarraba de la cintura al Hyûga, pero cuando comenzó a haber baches por el camino, me dijo:

-Agárrate fuerte, Tenten.

Al escuchar mi nombre salir de su boca, me quedé paralizada, sintiendo mis mejillas arder. Asentí, rodeando completamente su abdomen con mis brazos y aferrándome fuerte a él. Me sentía acalorada al estar así; podía notar sus músculos tensarse bajo su camisa. El Hyûga tenía el abdomen completamente marcado, además de su musculosa espalda. Y no sólo eso, sino que su brillante cabello olía genial. 

4 Cute & Bad GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora