Don't let me go

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Capitulo 12: Don't let me go

"Impresionado" se quedaba corto a como se sentía Edward en ese momento. Después de ver a Bella salir de su trance, había jurado que saldría corriendo pero, contrario a ello, había aferrado su cálido cuerpo a él.

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Consolarla? No, eso solo empeoraría las cosas y si era muy honesto consigo mismo, tenía miedo de seguir lastimándola al intentar mejorar las cosas, así que tomó los hombros de Bella, alejándola de él lentamente.

La joven levantó sus ojos llorosos y lo miró confundida y algo perdida, pero al ver cuáles eran las intenciones del príncipe, su ceño se frunció marcadamente para después cerrar sus manos en puños apretados.

—¿En serio pretendías hacer eso? —Le gritó furiosamente— ¿Me estás tomando el pelo?

Edward impactado le respondió: —Bella, yo no quiero lastimarte más...

—¡Que no quieres lastimarme más! ¿Es que no entiendes... —Golpes emprendieron al pecho del príncipe sin descanso, junto con una tanda nueva de lágrimas— que alejándome solo me dañas más? Esto que estás haciendo solo nos destruye más, a ambos, no solo a mí.

—Pero Bella, en el tiempo que has estado conmigo solo te hecho sufrir. No te merezco, nunca lo he hecho, al igual que no merecía el perdón de Anne...

—Nunca digas eso de nuevo —susurró estrujando la camiseta de Edward—. Sobre todas las cosas, no te atrevas a decirlo de nuevo, sí merecías su perdón, lo entiendo ahora perfectamente y sí lo mereces, sobre todo... También me mereces, igual que yo te merezco a ti, no trates de evitarlo más, por favor —rogó.

Edward trató de buscar algún signo de duda en los ojos de la joven, pero lo único que veía era pura determinación. Realmente le importaba, a pesar de todo, de descubrir las atrocidades que habían ocurrido, confiaba en él. Un sentimiento más fuerte que antes embargó a Edward, alivio y felicidad.

Con los ojos nublados, vio la expectativa en la mirada de la joven y sin poder medir sus sentimientos o acciones en ese instante, acercó sus labios a los de ella, que impactada en el momento no reaccionó, pero después, llena de una felicidad que podría igualar a la de él, lo rodeó del cuello cual salvavidas, acercándolo más a ella, ambos olvidando el mundo que los rodeaba.

...

Diez criados, seis mujeres y cuatro hombres, todos mayores de sesenta años, esos eran los pensamientos que flotaban en la mente de Rosalie, después de encontrar al rey y convencerlo de dejarla saldar su deuda, gracias también al apoyo de Alice.

Le había sacado toda la información tanto a ella como a Emmett acerca del castillo y los criados. Básicamente, nadie confiaba en ellos desde siglos atrás, esas pocas personas habían sido la última generación creyente de sirvientes. Había logrado hablar con todos ellos. Abigail, Janeth y Cassie eran las mujeres, las dos primeras eran regordetas y muy amigables, mientras que la última, aunque lucía educada y servicial, se notaba que era un poco desconfiada al ver a tantas personas llegando de pronto al castillo.

Por otro lado, los hombres eran Thomas, Jack y Albert, cada uno como el espejo del otro, tan serviciales y entregados a su trabajo que, con una pequeña mención del rey se había ganado una charla sobre lo bueno que era.

Ahora, después de despacharlos a descansar, se encontraba limpiando la cocina de aquí para allá, se hallaba en un estado muy decadente y Rosalie no podía aceptar eso. Con gran impresión vio como la joven que le había dado el vestido le ayudaba a limpiar todo y Emmett movía cada caja u objeto que le disgustaba a la rubia.

—Oye, Rosalie, tú... eh... —La joven escuchó titubeante a Emmett mientras sacaba los últimos restos de madera, que lucía bastante pesada.

—¿Si? —preguntó mientras terminaba de refregar una ventana que antes de limpiar había parecido todo menos lo que era.

—Yo... eh... —Volteó a verlo tras notar su dificultad en expresarse. Estaba meciéndose de atrás hacia adelante, lo que lo hacía lucir un poco tierno considerando su tamaño. Rosalie sonrió internamente y lo observó con duda.

— ¡Ay por Dios Emmet!— grito la pelinegra de repente, corriendo hasta donde su hermano— Rosalie, se que puede ser incomodo para ti, pero Emmet quería preguntarte como llegaste a estar con Royce, ya sabes—. Noto como el rostro de Emmet se desfiguraba con vergüenza, estaba a punto de sacar a su hermana a patadas de allí cuando Rosalie intervino

—Está bien, Emmett, no me molesta. Cuando era pequeña me dejaron en la casa de una anciana, la señora Cooper, era una mujer muy buena, pero era muy pobre. Antes de que muriera conocí a Royce, él decía haberse encantado conmigo y me pidió matrimonio, y sí, me casé porque estaba enamorada, y el resto ya lo saben... ¿Bastante estúpida, no? —Su voz no se cortó, ni un ápice de lágrimas se reflejaron en sus ojos, más bien parecía como si hubiera contado algo lejano o ajeno a ella.

Las orejas de Alice, que casi siempre se mantenían levantadas, estaban decaídas después de haber escuchado eso, Emmett estaba sonrojado, pero ahora era por la rabia e impotencia. Si la hubiera conocido cuando era una niña, pensó el pelinegro, todo hubiera sido diferente, solo...

—Pero eso ya no importa —intervino nuevamente al ver sus rostros—. Es pasado, lo que importa es que estoy aquí, en perfectas condiciones. ¿De acuerdo?

Los dos le respondieron asintiendo con algo de duda. Rosalie les sonrió, pensando en algo que sabía que los distraería.

—Bueno, ya que hemos arreglado esta cocina, nos merecemos algo delicioso... ¿Sugerencias? —La rubia sonrió satisfecha al ver como los dos hermanos discutían sobre que comerían primero.

...

La gran mesa del comedor del castillo lucía como si estuviera a punto de presentarse un gran banquete con cientos de invitados, cuando en realidad los únicos que iban a desempeñar la tarea de comerse semejante festín, eran Alice, Emmett, Rosalie, y los reyes que se habían unido mientras ellos colocaban la mesa.

Cuando finalmente se encontraban comiendo, tras las alabanzas de lo deliciosa que se encontraba la comida, y una queja por parte de Rosalie acerca del cuidado de la cocina, notaron que habían dos personas en especial ausentes.

Esme se ofreció para buscarlos, pero Alice con una sospechosa sonrisa, aseguró que ya vendrían, nadie además de Rosalie quiso preguntarle porque dijo eso, pero antes de poder hacerlo, todos presenciaron la llegada de Bella y Edward. El príncipe la tenía protectoramente agarrada del hombro, mientras esta lucía una ligera sonrisa mirando a todos un tanto avergonzada.

—Lo sabía... —Le susurró Emmett al oído a su hermana mientras todos observaban a las dos personas que a acababan de llegar sin poder creerlo por completo. Esme lucía como si estuviera a punto de llorar mientras los invitaban a sentarse, a lo que acudieron rápidamente.

Todo está mejorando entre ustedes, ¿no?, Alice tuvo una pequeña conversación mental con Edward, quien le respondió con una pequeña sonrisa y un asentimiento tomando nuevamente la mano de Bella.



...

Me tarde, lo siento, espero que perdonen la tardanza y les guste lo que leen <3

BYE.

The Half Demon Prince [Fic]Where stories live. Discover now