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—Lilly, ¿Podrías decirme cual es la función de la literatura en la sociedad de la antigua Mesopotamia?

La muchacha se le quedo viendo a la profesora, como si de un extraterrestre se tratara. Había estado pensando en el plan para poder acercarse a Antonio sin verse tan obvia, cuando la maestra interrumpió sus pensamientos con aquella pregunta.

Era raro que ella respondiera a algo de forma correcta, y fue por eso que sorprendió a todos cuando abrió la boca para decir lo siguiente.

—En la antigua Mesopotamia, la literatura era usada para dejar testimonio sobre los hechos cotidianos y sus costumbres, para describir las hazañas de los héroes, y para dar una visión más completa de sus deidades.

Tanto la profesora como la mayoría de sus compañeros, la miraron con expresiones que iban, desde bocas abiertas hasta ojos bien amplios por la sorpresa.

Lilly no estaba acostumbrada a que la vieran de esa forma, por lo menos no por dar a conocer lo que aprendía. Estaba mirando a varios de sus compañeros, cuando la visión de su amiga Mimí la sacó de su corta euforia.

Tanto ella como otras chicas, le veían con ojos furiosos y bocas torcidas. Parecían listas para soltar algún comentario hiriente hacia ella, cuando la maestra se acerco a la muchacha diciendo.

—¡Lilliana! Veo que si pones atención a la clase. Me alegro... Creo que bien, podrías entrar al programa de ayuda extracurricular.

Aquello fue la gota que derramo el vaso.

Con eso la muchacha se arrepintió de haber contestado, y se agachó un poco sobre su asiento. Se encontraba a punto de pedir que la dejaran ir al baño, como un pretexto para alejarse de todo, cuando una mirada atrajo su atención.

Era Antonio, y le miraba con una media sonrisa en el rostro. El chico asintió y elevó la ceja, lo que hizo que esta se sintiera un tanto mal por lo que quería hacer aunque, tras recordar que solo se acercaría a él para ser amigos, se tranquilizó y le devolvió la sonrisa.

La expresión del chico cambio de súbito y dejo ver algo de sorpresa en sus facciones, por lo que ella se dio cuenta de que había hecho su primer movimiento demasiado pronto.

Con eso comprendió que lo mejor era que saliera del salón cuanto antes, o terminaría cometiendo algún otro error.

—Profesora Ruiz, ¿Puedo ir al baño?


—Eres una tonta. No puedo creer que primero te pones a responderle esas cosas a la maestra, y para colmo vas y te pones a sonreírle a Antonio como si nada—, la muchacha se golpeó la cabeza con la palma abierta.— ¿Qué parte de moverme poco a poco no comprendí? Si quiero que esto funcione y que mis amigas vuelvan a hablarme, tengo que hacer las cosas bien.

Lilly se hecho un poco de agua en la cara para despejar su cabeza. El frío líquido le trajo una sensación de frescor e hizo que dejara de sentir tanto calor.

Ya no estaba tan dispersa y sus pensamientos parecieron enfocarse un poco más.

—Eso me gano por no dormirme temprano. Ya debería de haberlo comprendido—, se quitó un mechón castaño de la cara. —... Tengo que hacer esto bien. De verdad quiero que las chicas me hablen de nuevo... Sería una tortura pasar el resto de la secundaria sin ellas, y más en los descansos porque, ¿Con quien estaría si ellas ya no me hacen caso? No quiero ni pensarlo.

Con un ligero agitar de su cabeza, Lilly miro su reflejo en el espejo rectangular de los lavabos y sonrió. Sus ojos almendrados le devolvieron el gesto, pero se notaban apagados.

—No tengo por qué preocuparme; no creo que me dejen de hablar por mucho tiempo... Además, son mis amigas de quienes estoy hablando. Hemos estado juntas desde primero y me conocen, saben que soy incapaz de meterme con los novios de cualquiera de ellas, así que todo lo que tengo que hacer es apegarme al plan que ya tengo pensado y moverme con cuidado... La cosa va a salir bien. Lo sé.

Con esas palabras la joven salió del baño y regreso a su salón. Estaba abriendo la puerta cuando la campana del primer receso sonó, provocando que la mayor parte de sus compañeros la empujaran mientras intentaban salir para llegar a tiempo a la fila de la cooperativa y, comprar su comida.

Lilly intentó quitarse del camino, pero unos cuantos la empujaron y terminó en los brazos de quien menos quería.

Luis. El novio de su amiga Mimí.

—Hey Lilly, ¿estás bien?... Que barbará, nunca pensé que te me fueras a lanzar así, y menos frente a todos los demás.

La castaña intentó apartarse de él, pero el chico la rodeó con sus brazos y le susurró al oído, muy cerca de su rostro.

—Ya sabes. Si quieres algo de diversión o te sientes solita, estoy para lo que necesites.

—¡Déjame ya!

Con un golpe en su costado, la joven consiguió alejar a su acosador aunque en el proceso terminó en el piso.

Luis le dedicó una burlona mirada y se fue, sobándose en donde le había pegado la chica.

Lilly apenas se estaba poniendo de pie, cuando sus ex amigas salieron del salón. Como siempre, Erika fue la encargada del comentario cruel.

—¿Lo ves, Mimí? Yo siempre te advertí que hay personas con las que no puedes juntarte, sobre todo porque no sabes cómo van a actuar en ciertos casos...

—Sí, ya entendí. Quien es lanzada se queda así.

El grupito se alejo de Lilly mientras seguían hablando de ella. La muchacha sentía unas incontrolables ganas de acostarse en el piso y ponerse a llorar, pero no estaba dispuesta a dejar que la vieran de esa forma.

Su orgullo era mucho más grande que cualquier insulto que pudieran decirle.

—Ven. Te ayudo.

La castaña levantó la mirada para encontrarse con Antonio. Este seguía tan serio como la mayor parte del tiempo, pero Lilly pudo detectar que sus pupilas grises se veían menos amenazantes que en otras ocasiones.

Hasta podía decirse que se había entibiado su mirada.


En la secundaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora