33. Amor

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CHASE

—No me mires así, tú sabes muy bien que mamá se molestará conmigo se te dejo desnudo.

Miré a Derek con ambas cejas alzadas mientras que él simplemente chupaba su mano una y otra vez. Me acerqué a mi hijo y le quité su manita, a lo que él soltó un chillido.

—Está bien, venga. Mamá no está aquí. —Le quité su mameluco y lo dejé en pañales, a lo que mi hijo comenzó a reír encantado. No le gustaba tener ropa —. Eres igual a mí.

Mi mirada regresó a mí princesa, quien estaba dormida en la pequeño moisés que tenía para mis hijos en mi oficina. Era una pequeña dormilona. Tenía una pequeña naricita y sus mejillas eran sonrojadas. Era hermosa y siempre la iba a proteger de todos los que quisieran hacerle daño.

Regresé mi mirada a Derek y él estaba mirándome atentamente con sus ojos avellana. Reí y acerqué mi rostro a su cuerpecito, haciéndole cosquillas con mi respiración. Mi bebé empezó a reír a carcajadas y sonreí para luego cargarlo, caminando alrededor de mi oficina con él.

El teléfono comenzó a sonar y contesté alegremente al darme cuenta de que era mi novia. Jadeline me había dejado con los pequeños ya que tenía una junta importante en su empresa mientras que William también tenía una conferencia con unos empresarios, así que ninguno podía quedarse con mis hijos.

No importaba, me gustaba pasar tiempo con mis pequeños, me alegraban mis días todo el tiempo. Besé la frente de Derek para luego ponerme el teléfono en el oído, escuchando la voz de mi novia.

—Hola amor, ¿sucede algo?

—Ya terminé mi junta, pasaré por los bebés en unos minutos, ¿bien?

—Sí, mi vida —asentí, riendo —. Todo está bien, amor.

—Bien. Te veo luego.

Colgué la llamada y me limité a mecer a mi hijo de lado a lado. Sonreí cuando mis padres Maximilian y Frank entraron a mi oficina con dos peluches en mano para mis bebés.

—La princesita cómo siempre está durmiendo —dijo Maximilian, riendo.

—Siempre es así —se alzó de hombros Frank. Me miró —. ¿Todo bien con Jade?

—Estamos de maravilla —admití, sonriendo —. Todo me está yendo bien.

—No sabes cuánto me alegra escucharte decir eso —dijo Maximilian, ofreciéndome una sonrisa —. Mi campeón es todo un hombre.

Sonreí para regresar mi mirada a mi hijo. Mis bebés eran las personas que me habían cambiado para mejor, todo eso se los debía a ellos.

JADE

—William —lo miré con ambas cejas alzadas mientras que él terminaba de ordenar los papeles en nuestra mesa.

—Oh, lo lamento no te había visto —sonrió. Se acercó a mí y depositó un beso en mi frente —. ¿Mis bebés?

—Durmiendo.

— ¿Chase?

—Él y sus padres decidieron ir a hacer cosas de hombres —respondí, riendo —. Se han ido a ver un partido de basquetbol.

Un Solo Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora