3. Aventuras

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JADE

Cuando veo a ese niño en las escaleras un montón de recuerdos vienen a mi mente. Son borrosos pero lo puedo ver a él ahí, de bebé, sonriéndome y abrazándome con sus pequeñas manitas. Lo abrazo sin pensarlo dos veces, y cuando lo hago, me acuerdo de él. De mi... mi hijo.

Todo empieza a darme vueltas cuando me empiezan a explicar varias cosas. Siento los brazos fuertes de alguien a mí alrededor y después lo único que siento es la suave superficie de una cama.

—Alexander —susurró, a lo que siento cómo depositan un beso en mi frente.

—No puedo creer que estés aquí conmigo —escuché susurrar a alguien —. No sabes la falta que me has hecho, Jade.

Abro los ojos lentamente y me encuentro con unos avellana. Sonrío inconscientemente al ver al hombre que estaba llorando hace un rato por mí. Él al ver que le estoy sonriendo, se inclina y deposita otro beso en mi nariz, haciendo que yo la frunza.

—Will... —susurré de la nada, a lo que él abrió los ojos.

Apenas digo su nombre, varios recuerdos vienen a mi mente. Es como si los hubiera tenido en una habitación en lo muy profundo de mi cabeza, y por tan solo abrir un poquito la puerta, todos esos se desmoronaron y salieron de la habitación.

Lo veo a él conmigo en una universidad, para luego encontrármelo en un hospital conmigo cargando a un bebé. Sonrío al acordarme de él.

—Will, me acuerdo de ti —admití, haciéndolo soltar una risita a pesar de sus lágrimas —. ¿Todavía me amas?

—Cómo desde el primer momento —susurró, apoyando su frente sobre la mía —. Te amo, y siempre te voy a amar, Jade. Hasta el fin de mis días.

Solté una risita mezclada con un sollozo. Tengo que averiguar que me he perdido estos cuatro años y esa mujer que se hace llamar mi hermana va a responder a todas mis preguntas.

Me duele haberme perdido cuatro años de la infancia de mi hijo, las cuales no voy a poder recuperar tan fácil. Pero tengo el presentimiento de que en esta casa me tienen muy presente en ellos, así que no me va a costar mucho ganarme el cariño de todos otra vez.

—Y voy a volver a hacer que te enamores de mí, amor —susurró —. Así sea lo último que haga.

Asentí y entonces, él depositó un beso en mis labios, sorprendiéndome. Sonreí para luego cerrar mis ojos y pedir por mi hijo, obteniendo la respuesta de que me lo traería en unos minutos.

Después de lo que me pareció una eternidad, sentí cómo el pequeño se subía a la cama. Se acurrucó a mi lado y me abrazó, haciéndome sonreír.

— ¿Mami? —preguntó, haciéndome sonreír.

Nunca nadie me había llamado «mamá» antes. Escuchar aquello hace que mi corazón empiece a latir con mucha fuerza.

—Dime, amor.

— ¿Vas a quédate para siempre o te vas a volver a id? —Abrí mis ojos y lo miré a sus hermosos ojos café claro.

—Hey, bebé, creo que tú y yo no hemos tenido la oportunidad de conocernos por asuntos que han pasado —expliqué, a lo que él asintió —. Pero ahora que estoy aquí, te prometo que vamos a recuperar el tiempo perdido y voy a tratar de ser la mejor mamá del mundo por ti, ¿entendido? —Besé su frente con una sonrisa —. Te pareces mucho a mí cuando era bebé. Aunque tienes los rizos de tu padre.

— ¿Vas a llevarme a pasead? —Reí ante su pregunta y él sonrió.

—Vamos a hacer todo lo que tú quieras. Tú papá, tú y yo vamos a hacer todo lo que tú quieras hacer —susurré, sonriéndole —. Lamento no haber estado aquí contigo antes pero ahora te prometo que nadie ni nada me va a separar de tu lado.

— ¿Papi y mami van a estad juntos? —Sonreí para asentir.

—Al parecer mami y papi van a estar juntos —afirmé, haciéndolo sonreír —. ¿Papi extrañó mucho a mami, eh?

Siempre en las noches me habla de ti —admitió —. Le gusta contadme cuentos sobe ustedes dos y sobre todas las aventuras que tuvieron juntos.

—Pues entonces tú me vas a ayudarme a recordar todas esas pequeñas aventuras —le pedí, a lo que él asintió emocionado —. Y también vamos a hacer nuestras propias aventuras.

— ¡Mida! —Me mostró un pequeño medallón que tenía en el cuello. Abrió el pequeño circulito de oro y me encontré con una fotografía en él.

Éramos Will y yo con un bebé, ambos estábamos mirando a la cámara mientras que yo cargaba a la pequeña persona en mis brazos. Sonrío pero no recuerdo nada de aquello, aunque ya tendré tiempo de preguntarle a Will sobre el nacimiento de Alexander.

—Es hermoso —comenté, mirándolo.

— ¡También tengo otra foto! —Me muestra la otra parte del círculo y me encuentro con una fotografía en la cual salimos Will y al parecer yo, ambos abrazados.

—Bebé, me tienes que mostrar los álbumes de fotografías que tienen —me apresuré a decir, a lo que él sonrió —. Ahora, ¿me harías el favor de llamar a la señora Sara?

— ¡Por supuesto! —Se baja de la cama y sale corriendo de la habitación con sus piernitas.

Me levanto de la cama y camino alrededor de la habitación. En una cómoda hay fotografías enmarcadas. Algunas son de un matrimonio y las otras son mías con Alexander y Will. Se me ve muy feliz en esas fotografías, y me deprime el hecho de que no me pueda acordar de muchas cosas.

— ¿Me mandaste a llamar? —Me volteé para encontrarme con la señora, mirándome con una sonrisa —. Todavía no puedo creer que de verdad seas tú.

—Estoy muy confundida... —susurré, mirando las fotografías —. No sé quiénes son ustedes, y me desespera esta situación. Necesito respuestas y explicaciones. —Ella asiente —. Si usted dice amarme por qué soy su hija, tiene que ayudarme a obtener respuestas.

—Por supuesto que te las voy a dar —replicó, mostrándome un álbum de fotografías —. ¿Crees que podamos tener un momento madre e hija después de tanto tiempo?

Suspiré y asentí con una sonrisa. Me senté en la cama y ella imitó mi acto, para luego abrir el álbum. En la primera fotografía estaba Sara y su esposo, ambos con un bebé y un niño que no pasa de dos años. El señor tiene al niño en su regazo mientras que Sara tiene al bebé. El niño besa al bebé en la mejilla mientras que ésta ríe.

Era una fotografía muy adorable a decir verdad. Entonces caí en la cuenta de que la bebé era yo y que aquel niño podía o no ser mi hermano. Miré a Sara y ella estaba limpiándose las lágrimas con un pañuelo blanco.

— ¿Quién es ese niño? —pregunté.

—Ese es Tobias, tu hermano —respondió, sonriéndome —. Él ahora está de viaje, pero te prometo que volverá en unos días para verte. Todavía no sabe nada de lo que está sucediendo.

Asentí mientras que pasaba de página. En esta fotografía salía el tal Tobias más grande, y tenía que admitir que era muy guapo. A su lado estaba yo, ambos embarrados de pintura por todos lados.

Apenas vi esa fotografía, aquel recuerdo vino a mi mente. Las risas suenan en mi mente y sonrío. Recuerdo haber empezado la guerra de pintura y ambos terminamos manchándonos todo el cuerpo cada uno.

Las fotografías cambiaban de edad mientras pasaba las páginas. Entonces llegué a una de mi adolescencia. Estoy yo con dos chicos, una mujer y un hombre. Los tres estamos en la playa y yo estoy colgada en la espalda del muchacho, mientras que beso su mejilla. Él saca la lengua mirando a la cámara al igual que la otra chica.

—Esos son Chase y Maya —me explicó sonriendo.

Asentí con una sonrisa. Después de ver todas las fotografías del álbum, decidí ver otros recuerdos. Lo único que me interrumpió fue que aquel hombre entró a la habitación.

—Hey... Creo que es hora de que tú y yo hablemos.

Un Solo Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora