Capítulo 1: Presentaciones.

13.5K 369 17
                                    

Como habéis visto, esta "continuación" ya no habla desde Loretta, sino de un nuevo personaje, que irá contándonos cómo es la vida de los protagonistas de la historia que la precede (la historia de mi penosa vida adolescente: Loretta) unos cuantos años después, aunque se explicará todo como si empezara de nuevo (por si acaso alguien lee esto sin saber nada de la anterior).

Para los que no lo recuerdan, Álvaro Blanco es "Júnior", el hermano pequeño de Loretta, y será el que pondrá de los nervios a nuestra nueva protagonita, Diana.

Espero que os guste!!!

Camino sigilosamente hacia la puerta, recogiendo la ropa desperdigada por el suelo para apretarla contra mi pecho desnudo antes de salir, cerrando con la mayor suavidad posible tras de mí.

Agarrándome con dificultades a la puerta, me empiezo a vestir torpemente, murmurando tacos para mí. Dios, es demasiado tarde.

Estoy abrochando los complicados botones de los vaqueros con ambas manos y sujetando mi peso con la cabeza contra la puerta, cuando ésta se abre y pierdo el poco equilibrio que me queda, cayendo irremediablemente hacia delante. Alzo los brazos para sujetarme a algo, pero mis dedos resbalan por la pared como mantequilla.

-                     Cuidado.

Afortunadamente, mi Robbin Hood me atrapa a media caída, sujetándome férreamente entre sus brazos.

-                     Gracias.- musito contra su hombro desnudo, intentando incorporarme.

Largo de aquí antes de hacer alguna estupidez más.

-                     ¿Ya te ibas?

Alzo la mirada hacia su rostro, tragando saliva bruscamente. Debería haberme ido ya.

-                     Sí, es tarde.

Apoyo las manos sobre su cálido pecho para separarme lo suficiente a fin de ser capaz de recuperar la conciencia (la poca que tengo).

-                     Creía que éramos nosotros los que nos escapábamos a hurtadillas por la mañana temprano.- dice con deje de ira en su voz dura.

Termino de abrochar mis pantalones con calma y me calzo las zapatillas antes de volver a observar sus ojos oscuros.

-                     No me estoy yendo a hurtadillas, Pablo, simplemente no quise despertarte.

Mentirosa.

Esbozo una amplia sonrisa para darle veracidad a mis palabras vacías, y sé que se lo ha tragado en cuanto se inclina para posar con feracidad sus labios ávidos sobre los míos, que se abren involuntariamente en un jadeo perfectamente audible.

-                     Tengo que irme, en serio…

Su brazo rodea mi cintura con más firmeza, apretándome a su fuerte cuerpo desnudo.

-                     ¿Qué tal si tomas un desayuno antes?- murmura con una sonrisa pícara.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora