40. No valgo la pena

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-¿Y por qué me das dulces, niña?

-Porque no los quiero- se parte de risa todavía con la galleta en la mano-. Te diré un secreto, muchacha, el secreto de la vida es dar sin pedir nada a cambio. Me gusta la gente como tú, me recuerda a mi hija... bueno, ya no. Ella cambió ¿sabes? Se volvió muy irresponsable y nunca fue un buen ejemplo para sus hijos, se pasaba con el alcohol y luego esos niños imitaron lo que vieron en casa. Lo normal, vaya- no me atrevo ni si quiera a moverme, es la primera vez en todos estos años que menciona a mis hermanos y a mí. Mi madre, en cuanto se enteró de que tenía alzheimer, la internó en esta residencia, suele venir a verla los lunes, de hecho, alguna vez me la he cruzado por los pasillos pero no me reconoce, hace más de cuatro años desde que la vi por última vez.

Solía ir en navidades y en mi cumpleaños, pero, y aunque tardé demasiado, me percate de que no me quería a su lado. Ni a mí, ni a nadie, ahora suele coquetear con varios hombres, tratando de sacar como sea el dinero para pagar el alquiler cada mes.

Lo bueno de venir a ver a mi abuela, que es la persona a la que más quiero en el mundo, ya que a pesar de que parezca un poco casca rabias, es una mujer con un gran corazón y ha sido muy valiente durante toda su vida, es que nunca recuerda que he venido. La enfermedad le impide hacerlo, así como saber que soy su nieta. Yo y una enfermera hemos intentado hacer que haga memoria varias veces, pero se pone muy nerviosa.

Lo entiendo, debe ser frustrante darte cuenta de que has perdido la cabeza.

-Come más despacio que te vas a atragan...

-¿Lia?- en el momento ni si quiera me planteo que sea él, llego a pensar que incluso es la voz de un médico o algo por el estilo, mas al girarme lo compruebo. Es él.

-Chris, ¿Qué-Qué haces aquí?- él mantiene la vista fija en mi abuela, aun sentada cómodamente en el banco-. Ella es...

-¡Maggie!- grita ella de repente-, pero a ti te dejo llamarme como quieras, mozo- él no puede evitar soltar una risotada al escucharla.

-Es un placer señora, yo soy Christian.

-Yo también soy cristiana...

-No, no, él no ha dicho...-intervengo.

-Y nadie me ha llevado al altar desde hace cincuenta años...

-¡Maggie!- la riño.

-Lo siento, señora, pero mi corazón pertenece a otra dama- le vacila mi amigo y se sienta a su lado divertido con la situación.

-Pues espero que cocine mejor que esta desgraciada- le indica refiriéndose a mí-, porque me ha hecho unas galletas con sabor a limonada terribles.

-Limón- le corrijo.

-Vaya, ya lo siento, Maggie, es que ella siempre ha sido un desastre en todo lo que no esté relacionado con su pelo y su maquillaje- responde el chico creyéndose chistoso.

-Más lo siento yo, Maggie, por haberte hecho conocer a este estúpido engreído. Él siempre intentará darte una lección ¿sabes? No importa el tema que sea, él siempre sabrá un poquito más que tú.

-En realidad, resulta muy sencillo saber más que Lia Mackenzie, tiene la capacidad intelectual de una paloma con Síndrome de Down.

Mierda.

Mi abuela se queda en silencio durante unos segundos hasta que por fin reacciona.

-¿He dicho algo malo?- pregunta Chris.

-¿Has dicho Mackenzie? ¿Conoces a esa niña?

-Claro, está aquí mismo...- añade mostrándole mi posición pero mi abuela le interrumpe antes de terminar.

DescontroladaWhere stories live. Discover now