17. Un monstruo

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-Espera... estoy pensando...

-Mejor deja de hacerlo, te recuerdo que por eso estamos aquí encerrados- contesté chulesca, estaba harta de todo aquello, lo único que quería hacer era desaparecer.

Me senté con la espalda apoyada en una de las estanterías mientras Hunter rebuscaba entre los trastos.

-¿Se puede saber qué narices estás haciendo?

-Buscar la llave, igual hay una aquí dentro- dijo concentrado.

-¿Y la van a esconder entre los rollos de papel higiénico?- el chico paró de remover rollos y después me miró.

-¿Se te ocurre algo mejor para salir de aquí?- parecía nervioso, sobre todo cuando se pasó la mano por el cabello, estaba agobiado.

-Esperar, por ejemplo.

-Claro, ¿cómo no?, a veces se me olvida de donde vienes- refunfuñó.

-¿Qué has querido decir con eso, anormal?

-No me tires de la lengua...

-Eres un cobarde, ni si quiera puedes decírmelo a la ca...- no pude terminar la frase pues Hunter se giró en menos de un segundo y me levantó tirando de la camisa de mi uniforme, yo quedé empotrada contra las estanterías por la presión de su mano en mi hombro.

-Eso es lo que has hecho toda tu vida ¿verdad?- rio con malicia-; esperar.

-Suéltame.

-¿Esperar a qué? ¿A qué cambien las cosas, Stewart? ¿A no temer todo lo que haces? ¿a dejar de odiarte? ¿A dejar de ser un monstruo?- traté de resistirme pero él tenía más fuerza que yo y me apretó aun más el hombro, entonces se acercó a mi rostro quedando a escasos centímetros-. Puedes meterte en el mejor internado del país, llevar la mejor ropa, hablar con el mejor vocabulario pero nada, nunca, va a quitarte el olor a crimen de tus manos- sentí ganas de llorar pero no le iba a dar el gusto.

-Suéltame- pronuncie despacio y percibí que el labio inferior me temblaba al hablar.

-Bien- obedeció y se alejo de mi cuerpo, yo respiré hondo pero no tuve la sensación de haber cogido aire sino de seguir ahogándome-. La gente débil como tú me pone enfermo.

-No soy débil- levanté la voz.

-Oh, vamos- añadió volviéndose hacia mí de nuevo-, eres el ser más vulnerable que ha entrado en este internado, no tienes ningún control sobre tus emociones, enseguida pasas a la acción, solo hay que ver lo que hiciste el primer día en el comedor o la manera en la que me has golpeado hace diez minutos.

-Eso es porque eres inaguantable, no lo hago con más gente, al contrario que tú que eres insufrible con todos.

- Lo peor es que después te arrepientes...

-Cállate ya- grité por encima de su voz, eso provocó que se aproximara y me tomara la mano, yo la aparté al instante, como si me hubiera quemado con su tacto, pero no se rindió y me agarró de la muñeca con rudeza-¿Qué...- abrió mi mano y contemplé las heridas palma.

-¿Ves?- siguió el camino de uno de los hilos de sangre con el dedo-. Este es el mejor ejemplo de que inconscientemente prefieres hacerte daño a ti misma antes que ver a otro sufrir, ¿Quién se decepcionaría si me pegaras tanto que me dejaras inconsciente? ¿Tú?- negó con la cabeza-, probablemente Jared o tus amigos en general, por eso te escondes, no quieres que te tengan el mismo miedo que tú te tienes a ti misma.

-No le temo a nada- afirmé levantando la barbilla para aparentar credibilidad, porque en aquel momento tenía mucho miedo. No entendía cómo sabía todo aquello de mí pero me ponía los pelos de punta.

DescontroladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora