11. Era yo #Maratón

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Cada día en aquel infierno de internado era una odisea, no soportaba el ambiente que había en él, ni su gente, sus ridículas costumbres, sus patéticas normas y mucho menos a su estúpido preceptor. Lo peor de todo era que antes Jared era quien me ayudaba a soportar este suplicio y ahora no me apetecía encontrarme con él en ningún momento del día, le esquivaba por los pasillos, alejaba mi mesa de la suya en clase, me sentaba en otro lugar con Miles en el comedor e incluso cuando ya parecía inevitable interactuar con él cuando entraba en nuestra habitación, descubrí que si me encerraba en el baño un rato acababa marchándose.

Aunque ahora pasara todo mi tiempo con Miles, que era estupendo, echaba de menos a Jared, sentía como si me faltara un brazo.

-¿Pero por qué sigues huyendo de él?- me preguntó una tarde mientras yo hacía los deberes de historia por encima y sin prestar demasiada atención.

-¿No es obvio?- pero la verdad es que no lo era.

-Estás asustada, es...

-No, Miles- le interrumpí-, estoy perfectamente.

No lo estaba.

No tenía ni la menor idea de por qué continuaba con aquello, es decir, puede que él no tuviera que tomarse esas libertades en la discoteca y puede que me asustara que me conociera más de lo pensaba pero después de todo pero Jared era como mi hermano.

-¡Stewart!- vociferó la profesora de filosofía, yo levanté la cabeza de la mesa a una velocidad que me provocó un pequeño mareo. Todos me estaban mirando.

-Presente- balbuceé todavía frotándome la cara, sinceramente, en aquel instante ni si quiera recordaba haberme levantado para venir a clase.

-Eso es lo que has contestado al pasar lista- me corrigió por encima de las risas de la clase, notaba la mirada de Jared sobre mí pero no le hice ni caso pues sabría lo que pasaría si se la devolvía; Me soltaría una de esas que dicen "Esta noche hablamos" y yo no podría negarme porque esa clase de pactos son inquebrantables-. Examen oral.

-¿Perdón?- pregunté confusa

-Al estrado- no me hizo falta mucho tiempo para darme cuenta de que la profesora de historia era, sin duda, una mujer de pocas palabras, creo que esa era la razón por la que permanecíamos tan callados en sus clases porque si además de ir a tres palabras por hora, resultaba que nos perdíamos una...

Me levanté algo indecisa y me subí a la pequeña tarima donde me esperaba ella, escaneé la clase en busca de Miles, quien me asintió con la cabeza como diciendo; Todo va a salir bien.

Pues teniendo en cuenta que mi libro de filosofía continuaba cubierto el envoltorio de plástico de la librería, dudaba seriamente que aquello pudiera acabar medianamente bien.

-Bien, comencemos- eché una última ojeada a Jared y nuestros ojos se cruzaron durante unos segundos-. Háblame sobre Platón.

-Pues...- supliqué ayuda con un rápido vistazo a Chris pero se encontraba dibujando distraído en el cuaderno, me aclaré la garganta-. Platón era un... filosofo.

-¿Puedes dejar de hacernos perder el tiempo Dawn? Das mucha grima- imploró Hunter cómodamente desde el sitio. Miles me hacia gestos que no lograba entender pero me esforcé por descifrar-. Ah, claro, que en la cárcel de la que viene no impartían esta asignatura... Supongo que los criminales no tienen derecho a...

-Un filosofo que fue... ¿castigador?- interrumpí a Hunter cuando observé que mi amigo trataba de decirme la respuesta e hizo un gesto de riña-. ¡Profesor!

-¿De quién?- la profesora empezaba a cansarse, yo normalmente no tenía problemas con ninguna materia pero desde que había llegado al internado era incapaz de prestar atención.

DescontroladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora