Capitulo 18: Borracho

963 86 2
                                    

Unos minutos después, con un chocolate caliente en la mano y una manta alrededor de los hombros, consigo calmarme.

-Lo siento -digo limpiandome la cara y evitando mirar directamente hacia Anna.

-No lo sientas. Está bien, eres mi amiga -dice con una media sonrisa.

Sonrío ligeramente al escuchar sus palabras. Se siente bien, sobretodo después de pensar que nunca más las volvería a oír.

-Ahora, haz el favor de limpiarte esa cara. No te ves bien toda llena de lágrimas y roja como un tomate. -dice con el ceño fruncido.

Hago lo que me ordena, y voy hasta el baño, donde me enjuago la cara con agua fría repetidas veces. Cuando vuelvo al salón, las tazas de chocolate se encuentran acompañada por unas varias galletas.

Mi cara se contrae al verlas. Hace siglos que no las pruebo (vale, tal vez no siglos, pero mucho tiempo). Traen demasiados malos recuerdos.

Me siento al lado de mi amiga, que suspira y me mira.

-¿Y bien? ¿Vas a contarme lo que pasa o me voy a tener que quedar aquí toda la noche?

Por un segundo, me planteo decirle que se quede. Pero no puedo, sería demasiado egoísta por mi parte. Suficiente que esté aquí en vez de estar con su familia, y con sus amigos. Las ganas de llorar vuelven a mi con rápidez al pensar en todo lo mal que la habré hecho pasar, y, sin embargo, ahora está aquí, conmigo. Las retiro rápidamente.

-¿Te vale un resumen? -pregunto, mordiendome el labio y jugando nerviosamente con la taza entre mis manos.

-Supongo que tendré que conformarme con eso.

-Mi hermano me odia, mi familia ya no me quiere, no tengo a nadie excepto a mi vecino, Dean es un idiota -digo de carrerilla.

Se siente raro contandole a alguien las cosas, aunque solo sea por la superficie. Me he acostumbrado a guardarme todo para mi misma en estos ultimos años.

Antes de que a mi.amiga le de tiempo a abrir la boca, un enorme estruendo viene desde fuera del piso. Nos levantamos de golpe y camino hasta la puerta, sin saber exactamente qué me voy a encontrar.

La imagen de un tambaleante Travis intentando abrir la puerta de su piso hace que me extrañe. ¿Qué narices...?

-¿Papá? ¡Deja de tomarme el pelo y abreme! -le grita a la puerta poniendo sus manos en las caderas.

Corro apresuradamente hasta acortar la poca distancia que nos separa, y le toco el brazo. Da un respingo y me mira, primero con el ceño fruncido, y después con una enorme sonrisa.

-¡Vecina! -exclama, y se tira sobre mi en un abrazo.

Arrugo la nariz ante el olor. Destila alcohol.

-Tu le vas a decir a mi papá que me abra la puerta, ¿verdad? -pregunta haciendo un puchero.

-Mm... Si, si. Travis, ¿cuanto has bebido? -le pregunto mientras le sujeto del brazo para evitar que su cara se encuentre con el suelo.

-Perdí la cuenta -dice arrastrando las palabras, con una sonrisa de medio lado.

Miro a Anna alarmada. Mi amiga, observando la escena desde la puerta, suspira, y después se acerca a mi para ayudarme a meter al chico dentro de mi casa.

Tras más de diez minutos (el chico pesa demasiado, y sus tonterías nos hacen perder tiempo), por fin conseguimos sentarle en el sillón. Se deja caer dandose un fuerte golpe en la cabeza, pero solo ríe.

Demonios, está peor de lo que pensaba.

-Voy a por agua -dice Anna desapareciendo por la puerta de la cocina.

Cuando El Otoño LlegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora