Capítulo XV

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...
-¿Te arrepientes?-

-Claro que no ¿y ahora qué se supone que debemos hacer? -le pregunté.

-Repetir -expresó con el rostro inundado por la lujuria, tanto que oponerme a tal sugerencia sonaría absurda, y se abalanzó de nuevo sobre mí.

Y volvieron unos exquisitos preliminares, caricias, besos, hasta que volvió a entrar en mí y me sometí a sus contundentes embestidas, esta vez su noté como su excitación estaba más encumbrada que nunca por su respiración desbocada pegada a mi oído, sus movimientos se volvieron bruscos, irrefrenables, y todo mi ser le correspondió de la misma forma, retorciéndose mientras mis caderas temblaban y se sacudían bajo su cuerpo y me volvió a llevar al cielo como si nuestros cuerpos tuviesen poderes telepáticos nos fundimos en un orgasmo indescriptible, casi simultáneo.
Poco después se tumbó de nuevo a mi lado mientras me acariciaba la mejilla y me besaba la frente.

-Eres una criatura fascinante, Caperucito. Me tienes embrujado.-

-Ha sido espectacular -le confesé.

Y nos quedamos unos instantes en silencio hasta que le dije:

-Gracias.-

-Gracias a ti -dijo él y me sonrió gratamente, luego prosiguió- No sé tú, pero yo necesito recuperar líquidos ¿vamos a tomar una copa?-

-Claro -le contesté y comenzamos a vestirnos.

Intenté incorporarme del suelo pero las piernas me temblaban todavía. Mi lobo me cogió por la cintura y me atrajo hacia él.
-¿Puedes andar? Apóyate en mí.-

Yo lo hice luchando por mantener el equilibrio, él se dio cuenta y sugirió:

-Si quieres puedo llevarte en brazos.-
-No es necesario -le contesté algo aturdido todavía y aunque todo mi ser estaba más que relajado, su contacto y su mirada lograban despertar de nuevo
mi nerviosismo.

Él apretó los labios para no dejar salir una risa -Ha sido más que una grata sorpresa conocerte Caperucito.-

-Tú más que eso, me has cambiado la visión sobre muchas cosas.-

-Vamos a tomarnos esa copa y discutimos sobre eso, has conseguido despertar mi curiosidad.-

Nos acercamos a la barra mientras observaba como Joana, Lia y Noel nos miraban y cuchicheaban. Yo tenía las mejillas encendidas y no era por sonrojarme si no más bien por el vestigio del maravilloso y extenso sexo del que acababa de disfrutar. Mi lobito pidió un gin tónic y para mí otra caipirinha mientras los ojos de mis amigos se clavaban en nuestras nucas.

Posteriormente mi lobito, bueno en realidad mi lobo feroz, sacó su cartera del forro del disfraz , la abrió y le preguntó al camarero:

-¿Aceptan tarjetas?-

El camarero asintió y mi lobo feroz le entregó su tarjeta. Mi interior dio un triple mortal cuando la tarjeta pasó ante mis ojos y leí "Louis Tomlinson" en su visa oro. Los ojos se me abrieron como platos

¡Me acababa de tirar a mi jefe!

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Regalenme una estrellita;

[Ya saben que va para el Frigorífico]

By.Ely

•El Espanta Hombres• |Larry| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora