Capítulo XII

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Mientras me besaba llevó sus manos a la parte posterior de su disfraz y abrió la cremallera, dejando su torso desnudo y volvió su excitante contacto a mí. Su boca abandonó la mía y descendió por mi cuello hasta llegar a mis clavicula empleando su boca en ellas de forma sumamente delicada.

-Precioso; eres perfecto, delicioso Caperucito, estoy deseando perderme en ti-.

-Así que eres de los que emplean palabrería erótica para subir la excitación de tu amante para beneficio propio -pregunté.

-Bebe ten por seguro que no he sido tan sincero en toda mi vida-.

-Pues si haces el amor igual que hablas puede que llegues a sorprenderme, igual hasta puedo perder el conocimiento con tus habilidades amatorias-.

-Oh nene, sería una pena que te quedases inconsciente a mitad del viaje, una verdadera pena, pero si ocurre me encargaré de reanimarte de la manera más placentera posible para ti -yo sonreí e intentaba disimular los verdaderos efectos que provocan en mí su jerga de conquistador experimentado.

Parecía culto, era elegante, su acento capitalino me encantaba e irradia sensualidad, y aun estaba asimilando que hubiese accedido a meterme en aquel cuartucho con un perfecto desconocido. Pero deseaba olvidar mi pésima vida por una noche y decidí dejarme llevar hasta donde mi desconocido estuviese dispuesto a conducirme.
No sé cuando volvería a tener una oportunidad como aquella, que un hombre como él me mirase de ese modo y verme sometido bajo su deseo.

Así entre el placer y la timidez, decidí olvidarme de lo segundo y deshinibirme como nunca lo había hecho.

Continuó con su traviesa boca bajando por mi torso, entonces se paró para dar unos pasos hacia una mesa y apartar unas cajas que había encima de la misma, me agarró por los muslos y me colocó allí. Volvió a besarme mientras hacía presión con su cuerpo contra el mío empujando mi cuerpo hacia atrás y así conseguir tumbarme sobre aquella mesa y tenerme en la posición que él deseaba. Lo único que llevaba puesto eran las bragas y mi antifaz.

Cogió una de mis piernas y comenzó a rozar la superficie desde mi tobillo y ascenciendo por ella besando y acariciando con su boca toda la parte interior de mi pierna, ascendiendo y ascendiendo mientras me miraba con verdadera depravación.

- ¿Qué hago contigo Caperucito? -murmuró de un modo más que sugerente y con un toque sumamente obsceno. Yo me derretí en esos momentos y fui incapaz de contestarle pero todos los poros de mi piel gritaban:

¡Haz conmigo lo que quieras!

Estaba apoyado en mis codos para deleitarme en aquella imagen; yo inmerso en el juego de la seducción y la entrega con un tipo como aquel. ¡Inconcebible! Eché mi cabeza hacia atrás expulsando una gran bocanada de aire, intuyendo que mi gesto lo podía traducir en una rotunda contestación a su pregunta, porque se apresuró hacia mis bragas y me desprendió de ellas con una destreza que me desmontó.
Alcé mi cabeza para verlo y ví como regresaba a mi punto caliente después de retozar con su boca y su lengua en toda mi entrepierna.

- Qué considerado, vas depilado, cómo me pienso divertir aquí -murmuró y se esmeró concienzudamente, poseía una boca prodigiosa por no decir su hábil lengua; y mi cuerpo se convirtió en un conjunto de temblores y sacudidas que mi lobo me estaba provocando, gemí, estaba en un estado casi imposible de describir, él se dio cuenta y me dedicó una sonrisa de lo más maliciosa, me tenía babeando.

- Alguien podría entrar -dije entre jadeos.

-Nadie lo hará, tranquilo, he bloqueado la puerta. Eres delicioso, Oh me pasaría aqui toda la noche, Dulce Caperucito -yo escuché eso y eché mi cabeza hacia atrás de nuevo cerrando los ojos y concentrándome en el placer que me estaba proporcionando. Sí, estaba desatado, ahora comenzaba a comportarme como una loba en celo y el morbo de ser pillados logró superar el miedo.
Apretando algunos mechones de su pelo y atrayéndolo hacia mí como si la vida se me fuese en ello mientras no paraba de retorcerme, y solté un gemido abrupto y grité.
-¿Qué pasa? -me preguntó mi lobo.

-Nada... sigue por favor -pudé pronunciar con dificultad en medio de intensos gemidos.

-Ah, cuando gritas así me confundes, no sé si lo estas disfrutando o he sido demasiado brusco -sonrió malicioso y volvió a meter mi pene en su boca. No sé cuando me volvería a ocurrir algo igual, así que decidí disfrutarlo y no reprimirme nada, total era un desconocido y yo para él también, no volveríamos a vernos así que no me preocupaba lo que pudiese pensar de mí y comencé a jadear como un demente.

-¡No pares! ¡no pares! -le pedía.

-No pienso hacerlo, te lo aseguro, no pienso hacerlo es verte, sentirte y... -me dijo mientras me miraba con ese fuego en sus ojos y temía que si continuaba manteniendo su mirada iba a estallar en llamas, pero él rompió el incendiario contacto visual para emplearse a fondo en mí de nuevo,tal como minutos antes,chupando, succionando , y masajeando la parte de mi miembro que no entraba totalmente a su boca.
El calor me inundaba y abrasaba de manera deliciosa mientras actuaba en consecuencia a cada una de mis reacciones.

Aquello se convirtió en una dulce tortura y maravillosa agonía en lo que imaginé en principio que sería un polvo rápido con un extraño. Sorprendido y extasiado de placer contemplaba como aquel hombre era un amante de lo más hábil y considerado...

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•El Espanta Hombres• |Larry| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora