Her Heart Feels // (CAMREN)

Capítulo Tres

Más concentrada de lo normal, en el silencio del auto, su cabeza no dejaba de darle vueltas, ¿Por qué era tan fría? Para ser una exitosa diseñadora como la nombraba Taylor parecía como si fuese tan infeliz con la vida que lleva. ¿Qué pensaría su hermana si le contara todas las cosas que le había dicho sin pensarlo a Camila Cabello? Seguramente la reprendería por tan siquiera haberle gritado. Su carácter podría ser muy duro, pero entendía que a lo mejor las situaciones en su vida que desconocía le hubiesen marcado. Le intrigaba tanto la de ojos marrones, su mirada estaba tan cansada que no le sorprendería el hecho de usar siempre gafas de sol.

Sin darse cuenta aparcó frente al juzgado, comprobó lo tarde que iba en su móvil, tenía al menos tres llamadas de Alejandro Cabello seguidas. Al lado de ella iba Mercedes Landar, mientras le indicaba lo que diría frente al juez se encontró con un preocupado Alejandro, que la observó sin dejar de caminar.

-¡Al fin llegas Jauregui! –Habló con alivio en su voz. –Por un momento pensé que esto era demasiado para ti. –Dirigió su mirada a los últimos papeles antes de llegar hasta donde se encontraba su cliente con su cabeza inclinada al lado de un policía custodiándolo.

-El interminable tráfico me entretuvo todo este tiempo. –Mintió. –Pero ya es momento de terminar esto. –Suspiró llegando hasta las dobles puertas del salón azul.

-Ya sabes que hacer Lauren, mucha suerte. –Apretó su hombro para darle apoyo, Alejandro solamente observaría todo el juicio, ya que una de sus tareas era no interferir, solamente estaba de apoyo para ella, cuidando que todo sucediera como lo habían planeado.

Se ubicaron al costado derecho de donde se encontraba la parte acusadora, un policía llamaba a todos a guardar silencio, mientras el juez aparecía por la puerta externa del fondo, un señor de unos 80 años de facciones duras, con canas asomándose en su cabeza les daba las indicaciones sobre como tendrían que proceder, no sin antes someterse a un juramento.

-Tengan muy buenos días, señor juez, miembros del jurado, parte acusadora. Cómo ya saben este día mi cliente Will Aldridge está acusado de robo agravado en menor grado. El día en que todo esto ocurrió, puedo asegurarles que mí cliente no tenía ni idea de lo que estaba recibiendo, ya que esta fue una emboscada del señor Francis, presente en esta sala. –En seguida el otro abogado de la parte acusadora se puso en pie.

-Obsesión su señoría la abogada difama a mi cliente sin pruebas. –Su martillo dio contra la mesa mientras decía. –Denegada su petición. Continúe su argumento abogada.

-A las ocho horas, el señor Aldridge se encontraba en la tienda vendiendo diferentes artículos deportivos a los clientas mientras un joven ser acercó y le entrego un paquete sin remitente a él en sus manos. Según mi cliente, no tenía ni idea de lo que tendría adentro, tengo que decir que dicho paquete se dirigía al señor Francis quién no estaba en la tienda ese momento, no apareció lo que restó del día. Por lo tanto a mi cliente le pareció una buena idea llevárselo a su casa y entregarlo por la mañana. Lastimosamente no contaba con que ese mismo día él se enfermaría de un resfriado muy fuerte que le impidió presentarse durante una semana al trabajo, haciéndole suponer al señor Francis que mi cliente le había robado. ¿No es eso cierto Señor Aldridge? –Preguntó frente a él.

-Es correcto. Cuando llegue a la semana siguiente, estaba junto a dos policías incriminándome en el delito de robo. –Se pasaba sus manos en señal de nerviosismo.

-Si me permite decirle Señor Juez con todo el respeto ¿Aquí no se está violentando los derechos de mi cliente por parte de su jefe? Quién no sólo lo acuso de robo, ni siquiera permitió que le explicara el porqué de su falta.

En la sala los presentes murmuraban, empezando a hacerse preguntas. Lo había conseguido sembrar la intriga para que le concedieran el derecho a la duda. Giró su rostro hasta donde estaba Alejandro con una sonrisa en su cara.