14. Matando locos

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Dos días han pasado desde la muerte de Damián. Dos simples días en los cuales he sido torturada por la curiosidad, esa curiosidad que tengo por abrir el libro que encontré en la habitación de Damián. Pero hay algo dentro de mí que me dice que no lo lea porque heriría mis sentimientos al hacerlo.

Hoy me visitó el médico, el estúpido médico me dijo que me llevarían donde un psicólogo, para ayudarme a superar la muerte de mi madre. No sé de qué servirá ir donde alguien que posiblemente esté más loco que yo, pero iré sólo para escuchar las incoherencias de una persona que piensa ser sabia y saber lo que le pasa a los demás.

Vamos a centrarnos en mí, este tipo de personas aman las historias de locos que escuchan voces, porque son historias encantadoras y un poco menos clichés.

—¿Crees que alguien esté interesado en saber la historia de una loca con voces en la cabeza?

Cualquiera amaría nuestra historia

La historia de una loca que mata porque la voz en su cabeza se lo ordena, ¡Vaya historia! Digna de ser publicada en un libro. Aunque hasta ahora me doy cuenta de algo, ¿Dónde está esa voz molesta que me decía vaca suicida?

Oh, se ha ido. No me agrada compartir con otros, quiero ser el único en tu mente, el dueño de tus temores y pesadillas, quiero ser el causante de tu dolor y locura, quiero ser el que te haga una mala persona.

— Schmerz-Blut suenas como un caballero romántico de las novelas de adolescentes, nada más que un poco asesino.

Cómo no ser un romántico cuando mi creadora ha sido la musa de poemas y escritos de una adolescente enamorado, que lamentablemente murió en manos de su amada, sabes, esto también sonó como un macabro cliché de las novelas vendidas para adolescentes.

Somos dignos de una historia yo la llamaría... pasos apresurados interrumpen mi conversación, a los pasos se le unen gritos y sollozos.

¡Mierda!

Me levanto rápidamente del suelo y corro a la puerta, al abrirla veo varias personas corriendo hacia mi dirección, todas lucen asustadas ¿Qué pasa? grito tratando de llamar la atención de alguno de ellos.

¡Los muertos han venido por nosotros! ¡Vamos a morir! –gritó un hombre que tenía el rostro manchado en sudor y un líquido negro, veo al hombre desaparecer al cerrar la puerta de la entrada.

Yo por mi parte corro en dirección contraria, con la enorme duda retumbando en mi cabeza.

¿Qué pasó?

Al doblar por uno de los pasillos me encuentro al hombre que solía cantar en las mañanas. Pero esta vez no canta, no salen melodías armoniosas de su boca, todo fue remplazado por gritos y sollozos, él se aferraba fuertemente de un cuerpo que había en el suelo.

Ya él no cantaba.

Ya no sonreía.

Ya no tenía una guitarra en sus manos.

Ahora sólo sostenía un cuerpo, el cuerpo de Madison, su propio demonio, su propia voz.

—¿Qué te han hecho, querida Maddie? susurraba una y otra vez mientras me acercaba a él ¿Quién te hizo esto mi bella princesa?

¿Qué pasó? —pregunté, con toda mi atención puesta en lo que parecía un enorme cuerpo con el cabello tan blanco como la espuma.

—Mataron a mi pequeña Maddie — sollozó —la mataron, me quitaron la única compañía que tenía en este mundo tan feo y retorcido.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora