Cap. VII - Preguntas

50 7 0
                                    

Sobre la mesa de la sala de interrogaciones del edificio de la Jefatura Superior de Policía de Madrid se encontraban esparcidas varias fotografías de Natalie tal como fuera encontrada por el equipo forense en su habitación del Gran Canarias. Hasta el momento Ryan las había visto una y otra vez en silencio, impactado, con los ojos llenos de lágrimas. Impedido todavía de toda reacción corporal, más que esa angustia profunda que llega a lacerar el alma por una pérdida así, cargada de espanto y violencia. En el primer encuentro con Castillo, una vez trasladado a la Central para tomar declaración indagatoria, no había pronunciado palabra alguna. Tenía que elaborar por un lado la muerte sorpresiva de Natalie, con todo el dolor que le significaba, y por otro completamente distinto la posibilidad real de ser acusado de ese crimen abyecto. Es más, se encontraba en ese preciso lugar por esa segunda dimensión, que procuraba analizar mentalmente luego de haberse comunicado con uno de sus abogados para pedirle le envíe representación legal cuanto antes. Veía en el rostro de muchos con quienes se había cruzado hasta llegar ahí una mirada condenatoria que lo desencajaba, el extremo opuesto de ese reconocimiento social del que gozaba desde hacía tiempo. Al parecer no evaluaban otra alternativa para la figura del homicida. Eso lo desconcertaba aún más... Ni siquiera evaluaba por un segundo el costo mediático que esto podría ocasionarle. Ya tenía cierta percepción de lo que eso podría significar en esos gestos de desagrado percibidos. Entendía que para la policía local era el único posible autor del homicidio.

Repasaba los últimos minutos que había estado con ella esa mañana tratando de conectarse con esa imagen y no la de las fotos que le habían puesto delante sin saber muy bien con qué objeto.

Luego de pasadas las primeras horas sentado en esa oficina solicitó a un agente que lo acompañaba la posibilidad de tomar un café y comer algo.

En ese momento entraron tres abogados penalistas de uno de los estudios más conocidos de la ciudad que habían sido contactados desde Estados Unidos por Jhon O'Brien del Western Regional Office Legal Defense en Los Ángeles para asesorarlo en ese primer tramo de su comparecencia.

_¿Cómo está señor Herz? Se presentaron los tres, uno a uno estrechando su mano, y manifestando también su pesar por la muerte de Natalie en esas circunstancias. Seguido a eso, y sin demasiados preámbulos le informaron el resultado de las distintas posibilidades a seguir que habían estado evaluando en el recorrido hacía allí con la participación de los especialistas jurídicos de su buffet en Los Ángeles vía video conferencia.

_Consideramos que la mejor opción ante el panorama que tenemos frente a nosotros es recomendarle que se abstenga de realizar cualquier declaración. Y con eso referimos puntualmente a ésta parte del proceso. Después lo podemos pensar en un contexto distinto. Es una garantía constitucional asegurada.

_Pero... ¿pensé que antes que nada me iban a preguntar si soy culpable o no?

_En absoluto señor Herz, eso no nos compete a nosotros. Partimos como abogados defensores necesariamente de la premisa de su total inocencia frente a la posibilidad de acusación. Si usted quisiera en total resguardo de la privacidad de sus dichos contarnos por alguna razón particular como se dieron los hechos durante el tiempo que estuvo con su mujer esa madrugada en el hotel, la sugerencia que seguiríamos sosteniendo como equipo legal, más allá de lo que diga, sería exactamente la misma. No declaraciones.

_Entiendo. Serán para más adelante ese tipo de cuestionamientos. Pero quiero poder decir en algún momento que no tengo nada que ver con esto. Que soy absolutamente inocente de esta demencia producto del accionar de algún animal pervertido. ¿Están seguros de eso entonces?

_Así es. La probatoria de cualquier índole frente a la acusación no será en éste punto, y la posibilidad de cometer algún error discursivo por el desborde emocional que sin dudas lo atraviesa es grande. No podemos permitirlo. No nos podemos dar ese lujo y luego pensar en retractarnos ante alguna equivocación que justifique a posteriori el más mínimo planteo por parte del fiscal.

_En ese sentido creo ahora comprender cual es la lógica...dijo Ryan. Perfecto así lo haremos.

_Ya mismo nos ponemos de acuerdo con el fiscal para asentar la posición de su abstención declaratoria. Lo siguiente será comunicarnos con el juez que instruye en la causa para pedir la libertad bajo fianza y justificar en el alto nivel de reconocimiento social que tiene por su trabajo que además nos conceda la posibilidad de salir del país. Está más que claro que usted no se va a ir a ningún lado sin que esto se esclarezca. Su carrera depende de ello y de seguro él así lo entenderá.

Luego de algunas horas Castillo entraba por la puerta de la oficina del Comisario Mayor en el edificio central de la Jefatura, quien le decía al verlo:

_El actor se va de nuevo a casa Omar. La fianza se fijó en 500 mil dólares. Además el juez considera que no hay elementos que permitan suponer la posibilidad de una negatoria ante la convocatoria de la justicia madrileña por lo que también permitió el regreso a su país. Te pido antes que nada mesura en los comentarios por favor... ¡tengo periodistas hasta en el culo!

_Venía manejando la posibilidad de encontrarme con algo así. Por tanto, durante el viaje en el auto estuve ensayando ésta cara inexpresiva que muestro ahora... ¡Ja ja ja! Así responderé cada pregunta. Perdón por la ironía jefe. La justicia y su funcionamiento hace tiempo no me sorprenden... Será que uno se acostumbra a eso y cada vez el desencanto y la idealización con hacer las cosas bien van disminuyendo...

_Si no colabora o se atiene a las citaciones en fechas asignadas por el magistrado será liberado de inmediato un pedido de detención internacional y extradición a España. Así le fue informado a Herz hace algunos minutos.

La cara de Castillo lo decía todo. Se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta.

_Omar, otra cosa, por ahora no podemos hacer nada más al respecto. Mordéte fuerte la lengua y te sugiero que sigas reuniendo pruebas con Vernet. Para eso no necesitamos autorización de nadie.

_Tranquilo, jefe. En eso estamos.

_Me están metiendo presión, me ponen plazos desde arriba, he recibido muchas llamadas que ni siquiera imaginaba, y ya sabés que eso me rompe bien las pelotas.

Castillo salió sin saludar, sabiendo que hay momentos donde sobran las palabras.

trZ

SIN MÁS QUE DECIR Where stories live. Discover now