Cap. VI - Puerto de Mogán

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Alonso caminaba por Puerto de Mogán mientras cruzaba con las manos dentro de su campera rompe vientos uno de sus característicos puentes construidos sobre los brazos de agua salada que ingresan en el territorio y le dan al paisaje junto a sus playas paradisíacas un atractivo único. Había llegado mucho antes de los cálculos previstos para la distancia a navegar. La potencia de la embarcación y las aguas más profundas que decidió buscar le dieron ese margen de tiempo que ahora pretendía aprovechar mientras ubicaba la propiedad de un millonario estadounidense dedicado a la comercialización de arte en varios lugares del mundo. Según los relatos que había logrado obtener, él era el dueño de La Serena, la casa blanca de balcones volados frente al mar donde había estado Natalie esa noche antes de llegar al hotel. Eran conocidas por los habitantes de la zona las fiestas que organizaba en sus cortas estancias en la isla por el desenfreno y el despilfarro que no tenían medidas. Los invitados eran selectos, y retribuía de alguna forma con esto la fidelidad en el consumo de su mercancía, que por general pretende ser una vía más de los mecanismos de distinción social. Un círculo de clase que se retroalimenta a sí mismo, y del que a veces reniegan hasta los propios artistas, que quedan presos de un concepto mercantilista de su propia creación. Ese universo donde se producen, se distribuyen, se comercian las obras de arte, y donde se genera y multiplica la creencia en su valor simbólico representa sin dudas una conquista mayor en cuanto menos pueden poseerlo. Sus clientes lo entendían perfectamente en cada inversión que hacían, y Arnold Weller procuraba potenciar esa comprensión con esos espacios de goce exclusivos que invitaban a salir del control de lo cotidiano.

La bahía principal del puerto donde funciona una de las playas turísticas más elegidas todavía estaba casi vacía. Los mástiles de los yates amarrados en el puerto deportivo servían de apoyo a un sin número de gaviotas que sobrevolaban la rompiente del mar. Las primeras horas de la mañana con un sol pleno provocaban un resplandor sobre las aguas que desdibujaba las siluetas de aquellos que a esa hora elegían caminar sobre la arena húmeda. El aspecto del lugar era sobrecogedor, el paisaje que rodeaba las construcciones sobre la playa junto al verde de la frondosa vegetación y las flores delicadamente distribuidas en decenas de colores por cada rincón hacían de esta parte de Canarias un lugar privilegiado, al que cualquiera elegiría como destino soñado.

Desde aquel impulso incontrolable que le había dictado la necesidad imperiosa de cortar con su rutina habitual en Los Ángeles, Alonso no dejaba de pensar en Natalie. La evocaba en cada secuencia gestual que tenía grabada en su memoria como nunca antes había sentido. Su cuerpo se estremecía de furia y dolor ante la certeza de que no volvería a verla más. Si antes aseguraba que éste mundo era injusto, ahora estaba convencido de cuánto más podía serlo en un abrir y cerrar de ojos.

Fue en ese preciso momento en que tomó verdadera conciencia del motivo real de su viaje. Procuraba encontrar al asesino de Natalie pero no para presentarlo ante la justicia. No tenía el más mínimo interés de llegar a eso. Lo hacía solo y fuera del marco de acción en Vektor. Eso lo liberaba. Cuando pensaba que éste debía pagar por lo que hizo, esa opción no estaba presente en los cálculos. <Tomó una vida, y el maldito la pagará con la suya>. No podía imaginar otra opción estando frente a frente una vez que lo tuviera.

Como todos los viernes, algunos comercios del tradicional mercadillo de Mogán empezaban a levantar sus persianas y preparar la mercadería que hacía el deleite de sus visitantes durante la jornada. Artesanías, marroquinería, restaurantes y bares con productos de gastronomía local, mantelería, frutas y verduras, pescado fresco y otras opciones para la compra se fundían con el paisaje repleto de acacias, rosas, pasifloras y mandevillas que caían por cada ventanal y balcón del encantador pueblito fundado a principios del siglo XIX.

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