Capítulo 13

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Día 1

Son las ocho de la mañana, me paro un instante delante de la puerta e intento abrir sin hacer ruido. No sirve de nada, Kirk está en el umbral mirándome con ojos inquisidores

- ¿De dónde vienes, has estado de juerga? –maúlla con indignación.

- Ojalá –le contesto con tono cansado-, vengo de trabajar. He estado repartiendo un periódico a la salida del metro. Regalamos también... otra cosa. Voy a estar cuatro días más.

- Vaya, que ingeniosa campaña de marketing, ¿y qué regaláis exactamente? ¿material de oficina con el logotipo del periódico? La verdad es que la gente que trabaja en publicidad son muy ocurrentes, tendrías que haber estudiado esa carrera por...

- Regalo un plátano con cada periódico –le interrumpo-, es jodidamente estúpido y surrealista. No tiene sentido, la gente me ve con el plátano y piensa que tengo una cámara oculta.

- ¿Un... plátano? –repite Kirk con incredulidad-. O sea a ver si lo he entendido, te has levantado ¿a las seis? –asiento a mi pesar-, has ido hasta allí y has estado dos horas repartiendo plátanos... ¿puedo saber cuánto van a pagarte por esta semana?

- Cuarenta euros –le contesto irritado.

- Vaya, sí que has vendido cara tu dignidad –me responde con una sonrisita cínica en su rostro gatuno.

- Vete a la mierda... -le tiro un vaso de la cocina que, obviamente, le atraviesa y se rompe contra el suelo. Suspiro. Recojo los cristales y enciendo el ordenador, tiene razón, mejor buscar otra cosa en Infojobs.

Día 5

- ¿Qué tal la entrevista? –me pregunta Kirk al verme llegar.

- Bueno... - me dejo caer en el sillón del salón, me tomo una pausa y empiezo a hablar-, era una entrevista grupal. Ya te dije ayer, esta era la tercera criba. Fuimos a unas oficinas, tuvimos que rellenar por duplicado un formulario con los mismos datos que hay en nuestro currículo. Y luego, después de una larga charla corporativa sobre las bondades de la empresa, una mujer de recursos humanos nos dijo que nos presentáramos.

- ¿Presentaros?

- Sí, me quedé sorprendido. Pero los demás se lo tomaron muy en serio. Éramos diez, había dos que venían con traje y corbata, uno de ellos estuvo hablando durante más de cinco minutos de su currículum, joder, desprendía entusiasmo e ilusión, yo le hubiera contratado en ese momento. Y había otro que aprovechó su tiempo para hablar de lo emocionado que estaba por tener la oportunidad de trabajar para esta empresa, había visto muchas veces los anuncios en televisión y era cliente habitual de sus productos. Luego vino la chica que estaba a mi derecha, tartamudeaba un poco; le trajeron un vaso de agua, estaba muy nerviosa...

- Bueno, sí, tampoco me cuentes todo –me interrumpe Kirk-, ¿qué tal te fue a ti, qué dijiste?

- La verdad es que me parecía todo muy sectario. Además, había algo que no me podía quitar de la cabeza, y que después de dos entrevistas nadie había comentado, o sea que no pude evitar preguntarlo primero.

- Pero, ¿a qué te refieres?

- Pues al sueldo, en la oferta no se especificaba cuál era el sueldo. Y tampoco el horario, parecía como si no fuera importante. Solo ponía que el trabajo era en una sucursal de Madrid.

- ¿Y qué te contestaron?

- Ahí está lo gracioso, el tipo que tenía a mí izquierda aprovechó para decir que él tenía disponibilidad total e inmediata y que no le importaban esos detalles. Todos se unieron a él con un murmullo, afirmando con la cabeza. Después hubo un silencio, de esos largos e incómodos. Y con un gesto la mujer que nos estaba entrevistando pasó al siguiente...

Memorias de un decadenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora