Observé a ambos camareros, la chica inmersa en la mirada del joven, analizando alguna posibilidad que sólo ellos entendían.
Había tenido este lunar desde que yo tengo memoria - O quizás no lo recuerdo exactamente -, el punto es ¿Que rayos importaba un ingenuo y minúsculo colorete de piel?.
- Disculpen. - Aclaré mi garganta, tanteando mi taza de café - sigo acá, y me gustaría saber... Porque es relevante mi lunar. - enfaticé.
Ambos se dirigieron miradas como sí habrían hablado de más, o algún secreto. E intentaron dirigir mi atención a otras cosas.
- ¿Como dijiste llegaste aquí? - Tanteó la chica. Rode los ojos.
- ¿De verdad? - Alcé una ceja, negando, tomando un sorbo de mi bebida. Ella alzó los hombros.
- Quiero asegurarme de decírselo a alguien que realmente sepa de que se está empapando. Porque esto es grande, y es un asunto delicado de lo cual sólo el y yo sospechamos.
Respiré con profundidad. Observandoles y estudiando su mirada, parecían sinceros y hasta el momento todos en el lugar parecían ser confiables, ambos parecían normales y los Delucios debían confiar en ellos como para tenerles atendiendo una zona tan concurrida como lo es una cafetería.
- Bien... Sí, como les dije uno de ellos me acompaña.
- Pero, ¿te acompaña o te acompaña? - añadió la pregunta con una doble intención. Lo que hizo que automáticamente me sonrojara.
- Ahm... Pues, creo que la segunda.
- ¡¿Como que crees?! Has de tener alguna seguridad, no lo sé, algo. - Grito sorprendida. El chico me observaba esperando algún dato más.
- Sí, hasta el momento sí.
- Oh cariño. ¿No te lo ha dicho nadie no es así? - Una media sonrisa delato algo que sino salía de allí sabiendo me arrepentiría.
- ¿Saber que cosa? - Traté de calmarme, ya saben, actuar natural. Desenvolvía un chocolate y les entregué uno para cada uno a lo cual contestaron un gracias pero sin perder el hilo del asunto, e intentando presionarme más.
- Que una vez que una de ellos o ellas para los chicos colocan sus ojos sobre su compañero, jamás volverán a sú vida anterior. Llegan para quedarse, y terminará esté hombre colocandote un anillo en ese dedo y una marca en medio del tórax.
- De... ¿El tórax?. - Inquirí asustada. El removió una palma al aire.
- En el corazón. - Aclaró.
Me quedé unos segundos analizando aquello. Estaba segura era cierto, lo había vivido, pero no estaba segura sí exactamente en ese orden. Al fin y al cabo Fabrizio me había casado con el, antes de haberme enamorado de él. Y lo aclaro enamorado, porque de gustar, bah... Fue sólo verlo respirar.
- Comprendo... - Resolví en responder.
- ¿Y...? - Tanteó ella de nuevo.
Le observé extrañada.
- ¿Y... Que? ¿Que cosa?
- Necesitamos nombre. Conocemos a todos acá.
Les miré, y me sonroje nuevamente.
- Bueno, cariño no te culpo. Todos los chicos acá están... Como en rebeldía.
La miré extrañada, y luego al chico buscando una explicación, el me miro con la misma expresión alzando los hombros.
Se exaspero dejando salir un suspiro y continuó.- Es que están como ellos quieren...
Alcé las cejas sin entender la mitad del chiste, pero riéndome por la que sí.
- Su nombre es Fabrizio.
El chico se carcajeo en grande, y ella se sonrojo de inmediato.
- Y yo que había descartado al italiano que odia aderezo en su ensalada... - negó la chica.
Ese comentario me dejó algo preocupada, quizás más por sentirme poco atractiva como para no poder enamorar a un tipo que tiene preferencias exquisitas.
- ¿Puedo preguntar, porque?
El chico aún reía. Tratando de pasar las cosas.
- Es que, oye, tú eres tan... Tratable.
Miré al chico quien asentia ahogado entre risas y el cohocolate atorado, a mi dirección.
- El hombre no soporta ni a su hermano - alzó las manos la chica, como sin entender la situación. - ¿te cortejeo con cubos de hielo o que?.
- No, chocolates de hecho. - Señalé los papelitos amontonados en la tapa superior de mi caja de bombones. A la chica casi se le cae la mandibula.
- ¡¿De verdad?! ¡No puedo creermelo! ¡Te ligaste al rubio guapo, gigantón y helado!
Tape mi rostro muy sonrojada. Mirando fijo mi café.
Luego de varios minutos con ella dando brinquitos y negando una y otra vez sorpredida. Insistí al tema.
- ¿Y bien? - Reintente. - ¿Pueden decirme de que se trata el asunto del lunar?
Las puertas se abrieron dando pasó a mi rubio hermoso, gigantón pero nada frío. Al menos no conmigo.
- Acá estabas. ¿Como sigues, cariño?
Se acercó a mi, acunando mi rostro entre sus manos dándome un suave pero profundo beso. Obviando a ellos. La chica casi se le desencaja la mandibula, su amigo, era un tomate burlón. Ese hombre terminaría en urgencias en cualquier momento sino tragaba los chocolates.
- Estoy bien... - Contesté con una suave sonrisa
- Hola. - Saludó amablemente con una mano en mi cintura al estar sentada y la otra en su bolsillo.
Tan.... Guapo.
- Bueno... - añadió Fabrizio entrecerrando la mirada a ellos. - Acá hay tensión en el ambiente... ¿que sucede? Y no se molesten en mentirme.
Sus rostros fueron poemas, hermosos poemas austadizos.
- Es.... Complicado. - Dijo el camarero
- Mis especialidades. - Subió a una silla juntando sus palmas sobre la mesa. - Café expresso y dos magdalenas con crema de naranja, por favor.
Y con eso dimos por sentado que el no se movería de allí hasta saber.
Y ni sabía que estaba por suceder... Rayos.
ESTÁS LEYENDO
Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)
Paranormal"El principio de todos los males es, el amor al dinero". El principio de sus males, es tener que trabajar por ese dinero. Lidiar con un jefe, ya causa de migrañas. Lidiar con un magnate que parece un ser invisible y desconfiado, ya es causa de di...