Capítulo 20

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  Luego de cuatro noches, al fin dejaba de sentir los dolores de la vía, como cada noche, Fabrizio venia a mi para cuidarme durante las noches, besando mi frente, entregándome en mano el medicamento correspondiente, dejándome todo ordenado, y limpio cerca con un buen libro mientras el se quedaba descalzo en jeans viendo en la tv noticias haciendo anotaciones, eso me sacaba varias sonrisas tras el libro, amaba verlo de esa forma tan natural y despreocupada, nada que ver con el hombre de negocios en toda su plenitud, jamás me cansaría de ver ese pectoral desnudo, aunque sí la pagina 22 de Cumbres Borrascosas que difícilmente podía entender mientras le veía así.

  Tome mi vaso de té verde, cuando me queme la lengua por lo caliente di un breve gemido y ahí a velocidad de luz él llegaba a mí antes que la libreta y la pluma contra la mesa. Sonreí apenada al ver como estas cosas apenas tocaban la madera y él ya estaba a mi lado.

-          ¿Te duele algo?

Negué sonrojada.

-          No, solo me queme un poco, no me di cuenta lo caliente que estaba el té… lamento haberte asustado.

Me miro, sonriendo, dándome un beso en la cabeza.

-          Esta bien… - observo mi antebrazo que había comenzado a colocarse amarillo dejando atrás el oscuro violeta de la inflamación en la vía. – se ve mucho mejor… sin embargo. – tomo una crema para las hinchazones, y como si su toque solo fuese mi ungüento, cerré los ojos entre este masajeaba con un poco de crema, hasta verla totalmente absorbida por la piel, ambos callados, solo mirándonos ahora. Toco mi barbilla, acariciándome como pensando.

-          ¿Piensas en algo? Pareces, pensativo.

Negó, sonriendo un poco.

-          Solo que realmente te amo, y que me encanta cuidar de ti…

Mi corazón se volvió de miel, observándole allí tan tranquilo y feliz, soltándome eso.

-          A mí, también me gusta como lo haces. Siempre me cuide sola, esto bueno, es nuevo tanto para mi como para ti, ¿jamás tuviste una familia cierto?

Me observo, por un largo minuto, y luego salto de su lado por encima de mí, hasta recostarse a mi lado, atrayéndome a su cuerpo.

-          No, jamás, si hubo gustos y enamoramientos pero, recordaba la maldición y bueno, no quería cortarla en ese entonces, amar a otra mujer era condenarla a la vejez y a mí a tener que sepultarla.

-          Sí, eso es entendible…

Suspiro abrazándome.

-          Pero a ti, te quiero para siempre. Si ambos mortales.

-          ¿Dejarías la vida inmortal por mí? ¿la falta de dolores, y huesos rotos, por ejemplo?

-          Por mí… - dijo atrayéndome a su pecho. – que me rompan todos los huesos, uno a uno, mientras me quedes tu bella mujer.

Santo Dios… ¡Y toda su creación!, ¡Dios! Me mordí el labio evitando soltar un gritillo de enamoramiento. El clásico “awwwm” no, yo no haría eso.

-          Eres… realmente increíble… ¿puedes pellizcarme? Creo que estoy soñando.

Esa mirada traviesa, sabía que algo haría, aunque no el que, bajo su boca a la mía, besándome suave y con profundidad, mordiéndome el labio lenta pero en incremento. Hasta que me soltó.

Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora