Cap. 10: La casa.

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Y después de días y días de nada, por fin subí! 

Sí, sí, tardé bastante. Lo lamento, estuve algo enferma. No me odien. 

El siguiente cap lo tengo a la mitad, así que creo que lo subo hoy o mañana, para compensarles esta tardanza. 

Bueno, eso. Mil gracias por esperar. 

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Cuando Kevin despertó, se encontró con que Doble D no estaba a su lado. La habitación había sido invadida por un sol mañanero, que provocaba a las paredes blancas se vieran llenas de luz. Estirándose, miró a su alrededor. La puerta estaba ligeramente abierta, al parecer Doble D se había despertado hace ya un rato.

Kevin bajó de la cama. El suelo estaba tibio, probablemente a causa de la calefacción que tenía el departamento. Salió de la pieza buscando a Edd con sorprendente despreocupación, aliviado de poder oír el silencio, de no sentir a Sally a su lado.

Lo encontró parado ante la puerta de entrada. Estaba conversando con alguien. Curioso, temiendo interrumpirlo o que fuera un problema su presencia en esa plática, se asomó por la puerta. Logró distinguir a la amiga de cabello azul de Doble D, la que se llamaba Marie. Muchas veces iba a buscarlo para que almorzaran juntos. Otras, iba él. Kevin, al igual que Edd, la conocía desde antes. Estuvo en el mismo barrio que ellos hace mucho tiempo, en su niñez, más tarde se mudó con sus hermanas. Kevin la había visto, pero nunca conversado con ella. Al igual que Doble D y su par de amigos, Marie y sus hermanas siempre habían sido un grupo menos abierto, y de cierta manera, Kevin lo agradecía, puesto que estaba al tanto de que esas tres chicas se la pasaban persiguiendo chicos para fingir que eran sus novios. En realidad, las víctimas de esto solían ser los del grupo de Edd.

Kevin alzó un poco la vista, estudiándola. Bueno, ella había cambiado, de todos modos. Al menos ahora no perseguía a Doble D para besarlo. Conversaba sonriente, con los ojos fijos en los del doctor, la mirada brillante, las mejillas algo sonrojadas.

Algo molestó a Kevin en todo esto. La sonriente actitud de Marie, sus ojos pestañeando y la sonrisa demasiado amistosa lo hicieron sospechar. Quizás ella no había cambiado tanto. Quizás... ¿todavía estaba enamorada de Doble D? Al menos eso suponía al ver su coqueta expresión.

Los dedos de Kevin se aferraron al marco de la puerta, temiendo por esto. Observó la expresión de Doble D. Tenía el rostro amistoso, igual de sonriente y con los ojos igual de fijos en los de Marie. Parecía... disfrutar la charla. ¿Estaba... disfrutando estar... con ella?

Sacudió la cabeza. No había por qué enfadarse por esto. Si Doble D quería estar con su amiga, él podía hacerlo, y Kevin no tenía por qué enfadarse, pero... algo en la mirada de la chica le molestaba. Le molestaba profundamente. Deseaba salir de esa puerta y sacarla del departamento, fuera de la vista de Edd.

Suspiró. Sin embargo no podía hacer eso. Y tuvo que quedarse esperando a que Marie se alejara, con una maldita sonrisa en el rostro, y que Edd cerrara la puerta, para que luego se volviera hacia la habitación, ahora sorprendido de encontrarlo parado en el marco de la puerta, espiando, con celos en los ojos.

Aunque esto último no pareció notarlo.

-Ah, Kevin. Buenos días. Ven, ya preparé el desayuno. ¿Se te apetecen unos pancakes?

Sin contestar, Kevin le siguió hasta la cocina.

***

-Bueno, aquí estamos de vuelta –sonrió Doble D al tiempo en que ambos entraban en la habitación del hospital, abriendo la puerta de Kevin. Éste se metió en su pieza con mala cara, aparentemente no le gustaba estar ahí, ni siquiera con los nuevos arreglos. De alguna manera era entendible, Doble D pensaba que tampoco le gustaría estar constantemente atrapado entre esas cuatro paredes, nunca pudiendo salir sin autorización. Kevin caminó de a poco hasta la ventana ya terminada, con el cristal resplandeciente, y se quedó ahí, un buen rato, observando lo que se apreciaba a través. Pero en cuanto sintió que su doctorcito comenzaba a caminar hacia la salida, atinó a suspirar y volverse hacia él, que le miraba algo sorprendido, ya notando que le quería decir algo. Poco a poco, Kevin se acercó, aprisionándolo entonces repentinamente entre sus brazos y acercando su rostro a sus mejillas, apretándolas despacio con las suyas. ¿Le pasaba algo? Parecía triste. Edd le dejó hacer lo que quiso, desando que esa aparente amargura que sentía su paciente se desvaneciera pronto. Kevin acarició su cintura, sus mejillas, pasó los dedos por sus ojos y besó sus labios, todo con algo de nerviosismo, como si temiera hacerle daño, como si tuviera miedo de que Doble D se alejara. Y finalmente, acercando sus frentes y mirándolo a los ojos, como justo para besarle, susurró, despacio:

[PAUSADA] Si Estoy Loco, Es Gracias A Ti. *Yaoi*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora