Capítulo 4: Palabra

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- Estuve esperando por dos horas, ya te lo dije –Comenzó nuevamente a hablar, sacándome de mis pervertidas ensoñaciones. Joder. ¿Cómo diablos pretendía que me concentrase teniéndole vestido con tan solo un albornoz, mojado y en mi cama? Tragué saliva y me revolví el pelo con frustración, apartando bruscamente la mirada. – Es tu culp-

- Jin –mierda, la voz me salió demasiado ronca. Maldita excitación de los cojones. – Siéntate bien y ponte algo encima.

Se incorporó pero siguió con el albornoz rosa, volviendo a hacer lo que le daba la real gana, y yo mientras tanto debatiéndome internamente entre seguir con la charla o aplazarla a algún momento en el que no estuviera pensando con el pene.

- ¿Qué más te da? – frunció el ceño y bajó la vista, echándose un vistazo. –Así estoy bien.

- Hazlo y punto.

- Ash... exagerado e hipócrita. Que luego bien que te paseas medio desnudo por el apartamento y yo no te digo nada.

A pesar de todo se puso en pie y empezó a rebuscar en mi armario, sacando de este una gran camiseta negra de manga corta. Me la mostró, pidiéndome permiso, y yo asentí de mala gana. Me daba igual lo que utilizara mientras se lo pudiera encima. También cogió unos bóxers. Se dio la vuelta y comenzó a ponerse las prendas, proporcionándome un excitante espectáculo y perfectas vistas de su trasero.

"Namjoon, no te distraigas. Estás enfadado y tienes que reprenderle, no tirártelo."

Asentí para mí mismo y aparté la vista de mala gana, esperando con impaciencia a que terminara. Cuando volvió a sentarse en mi cama, yo no sabía si la situación había empeorado o mejorado. Estaba tan solo con la camiseta que le llegaba por la mitad del muslo y le hacía ver increíblemente adorable, con el pelo mojado y revuelto y los labios hinchados por el baño.

- ¿Contento? –preguntó con molestia.

- Gracias –respondí de inmediato, intentando apartar cualquier pensamiento que pudiera distraerme. Objetivo bastante difícil con Jin así frente a mí.

- ¿Vas a regañarme otra vez?

No parecía asustado o nervioso, al contrario, mostraba una parsimonia y dejadez increíble. Como si supiera que yo no iba a hacerle nada. Como si no me tuviera miedo. Todo el mundo me tenía miedo, él no iba a ser una excepción.

- ¿Eres consciente de que estás a mi cargo? ¿Qué soy yo quien tiene que estar pendiente de que no te ocurra nada? –me acerqué lentamente, terminando por agacharme hasta estar a su altura.

- No tienes porqué.

- Cuida esa boca –respondí de malas maneras.

- Cuídala tú que para eso eres menor que yo.

"Joder. Así no vamos a llegar a ningún lado... Maldita princesa mimada"

Le agarré de la mandíbula, obligando a mirarme. Él frunció el ceño, aniñando aún más su expresión, pero no opuso resistencia. En cierto modo me estaba desafiando.

- Tengo que estar pendiente de ti porque tu tío me lo encargó. Porque no eres consecuente ni precavido. No sabes lo que haces y ni siquiera tienes la suficiente destreza como para defenderte –Me acerqué un poco, notando como comenzaba a intimidarse. Eso ya me gustaba más. – Tengo que cuidarte porque las probabilidades de que te pasara algo si no lo hago aumentarían en un cien por cien.

- ...

- ¿Quieres morir Jin? –Negó despacio, aún con mi agarre en su rostro. Sin apartar la mirada ni un segundo. – Entonces no vuelvas a desobedecerme.

- ¿Me su-hueltash? –Rodé los ojos y le solté, pero no me moví ni un centímetro. Él se masajeó con exagerado dramatismo los mofletes durante varios segundos antes de volver a mirarme. – Verás, hay un problema.

- ¿Qué pasa?

- Que no me llevo bien con las órdenes.

"Joder, ya empezamos..."

- Me sacas de quicio, princesa –dije mostrando una amarga sonrisa.

- Tú también a mí –me respondió también con una sonrisa, aunque en su caso más inocente.

Suspiré y me puse en pie, pasándome una malo por el pelo y despeinándolo. Jin me provocaba de todas las formas posibles. Era tan diferente a Jungkook. Ese niño sí que sabía comportarse, haciendo todo lo que yo le decía y sin replicar. La princesa era todo lo contrario, daba demasiados problemas.

- Hagamos un trato.

- Te escucho.

Se acomodó, cruzándose de piernas, llamando nuevamente mi atención. "Namjoon, deja de mirarle o será peor" Por su maldita culpa tenía una erección aumentando bajo mis vaqueros.

- Ayer me dijiste que querías que te enseñara a pelear.

- Ajá.

- Pues yo lo haré a cambio de tu palabra. De que dejarás de comportarte como un niño insensato y harás lo que yo diga, al menos cuando tengamos un encargo.

Ladeó la boca y posó un dedo sobre su labio inferior, comenzando a acariciarlo lentamente mientras pensaba en mis palabras. ¿Acaso no se percataba de cómo me estaba poniendo con solo ese maldito gesto?

- ¿Solo en los encargos? –preguntó levantando nuevamente la vista. Asentí y tras varios minutos en silencio, volvió a mirarme, mostrando una mirada más decidida. –Está bien. Acepto. Te doy mi palabra.

- Genial –suspiré, sintiendo como me quitaban un peso de encima. Algo me decía que no me fiera al cien por cien de él, pero por ahora no pensaba agobiarme más en el tema. Solo quería que Jin saliera de mi vista, llamar a Jungkook y follármelo.

Porque sí, la princesa me había encendido y yo necesitaba descargar toda esa frustración de alguna forma. Cada vez me demostraba más a mí mismo que Jin solo me traía problemas. 


¿Y si me tuviera que marchar? ▌Namjin▐Onde histórias criam vida. Descubra agora