Capítulo 5.

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30 de enero

No sé durante cuánto tiempo dormí, solo sé que me pareció una eternidad, tenía todo el cuerpo entumecido, de seguro por el largo tiempo que había permanecido acostado. Miré a mí alrededor, aún estaba en la blanquecina sala. Permanecí varios minutos con la mente ocupada en la imagen del doctor de mis sueños, y me di cuenta que era el mismo que me había atendido en aquel accidente, me preguntaba porque habría pensado en él en ese momento. Permanecí pensativo hasta que el sonido de la puerta cortó el hilo de mis cavilaciones. Era Sakura. Cerró la puerta con suma delicadeza y se acercó a mí con pasos ligeros.

- ¿Ya se encuentra mejor? - su voz sonó dulce.

- Si... Ya estoy mejor señorita Haruno... Pero quiero saber cómo te sientes.

- Supongo que bien... Disculpe, no pude...

- No es su culpa. No debe disculparte por algo de lo que no es responsable. En cuanto salga de la sala de observación quiero que hablemos. Es necesario que me cuente todo, sin ocultar un solo detalle, de otro modo no podré hacer nada...

- Lo entiendo... Pero no es mucho lo que pueda decir, aunque lo intentaré.- bajando sus ojos esmeralda.- ¿Cuándo saldrá de observación?

- No lo sé...quizás en un par de horas.

- ¿Es cierto que tuviste...tuvo un paro cardíaco?- preguntó preocupada.

- En primer lugar...creo que ya no es necesario que hablemos de usted, resulta incómodo ¿No crees? - sonreí.- Y bueno... Lo del paro cardíaco, es posible y extraño también... De todas formas es explicable después del estado de estrés y presión que sentí en aquel momento...

No nos dijimos nada durante un largo rato, yo tenía la mirada perdida hacia el suero que se dirigía hacia mí muñeca, mientras ella entrelazaba sus manos. Pude sentir que estaba triste y desconsolada, no podía evitar ese aire de culpabilidad dentro de ella, su comportamiento era explicable, después de todo había escapado y eso la hizo sentir culpable, pero en verdad no lo era. Entonces recordé aquellas palabras que me dijo frente al acantilado, me mordí el labio en un gesto de impotencia.

Me levanté dificultosamente de la cama para verla mejor, ella me devolvió una mirada que con dificultad interpreté como nostálgica y profunda. Le extendí la mano para infundirle y confianza y esta confusa la tomó. Tuve una extraña sensación en cuanto la suave palma de su mano rozó la mía, fue una especie de chispazo seguido de una rápida imagen que no pude ver. El tacto de su mano era frio pero al poco tiempo adquirió calor con la mía, que era mucho más grande. Vi sus mejillas sonrosarse y avergonzada bajó la mirada.

- ¿Pasa algo?

- Su mano es cálida.

- ¿Y eso te molesta? – no dijo nada, pero negó con la cabeza.

Cuando alzó su rostro, vi como sus ojos adquirían un brillo distinto, luminoso. Sentí como el corazón me latió con fuerza, nunca antes había visto una mirada así. Aquella era la genuina Sakura, víctima que yacía atrapada entre sus propias pesadillas. De pronto un impulso me llevó a desear besarla, quizás un impulso de protección, o de embeleso o quizás algo más que no sabía descifrar. Ella caminó dos pasos hacia mí, estrechando nuestra distancia, nuestras manos seguían tomadas y poco a poco se entrelazaron. El tacto de sus finos dedos me causaba escalofríos en todo el cuerpo y otra vez aquella imagen aparecía como un rayo, tan rápida que me era imposible determinar que era. Su rostro se acercó tanto que pude sentir la calidez de su aliento y sin casi pensarlo, solo adelanté un poco el rostro y posé suavemente mis labios sobre los de ella, que estaban ligeramente entreabiertos. Aquello era una locura, una total imprudencia ser tan indiscretos dentro de aquel lugar, pero aun así no tenía miedo, sentía que ya había besado esos labios tiempo atrás. El chasquido de la puerta rompió aquella atmósfera alucinante. La doctora Tsunade acababa de entrar para hacerme los chequeos rutinarios. Rogué porque no midiera mi pulso cardiaco ni la tensión, porque si no se llevaría un susto de muerte al ver los elevados índices. Reí con complicidad hacia Sakura cuando la doctora se propuso hacer el chequeo, respiré hondo para tratar de calmarme, pero fue totalmente inútil, tardaría un buen rato en estabilizarse. Ella me miró horrorizada cuando vio los números y reí sin poder contenerme, una risa nerviosa que no había expresado nunca. Tsunade no entendía porque mi risa hasta que Sakura inventó una excusa que fue aún más graciosa.

EL Diario del Dr. UchihaWhere stories live. Discover now