Capitilo 18

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Estaba ahí parado en el umbral mirando fijamente a Karin sin saber que expresión poner, ella se mordía el labio inferior y estrujaba un papel con nerviosismo.


- ¿Cómo que escapó? ¿Cómo nadie la vio salir? ¿Hace cuánto que escapó? - lanzaba interrogantes sin sentido como si fueran dardos filosos hacia Karin que trataba de dar respuesta a mis atropelladas preguntas.


- N...n...no... lo sé... Fue hace una media hora que nos dimos cuenta que no estaba, justo cuando íbamos a suministrarle el medicamento, ella... no estaba. Todos los médicos y enfermeras la han buscado y no la hallamos en ninguna parte. Tampoco sabemos a donde pudo haber ido...


- Dile al director que iré a buscarla. - me iba a dar la vuelta cuando.


- ¡NO! El director dijo que quería a todos los médicos dentro del hospital.


- Lo único que quiere es que todo siga normal. No le haré falta. - dije burlón. - Y tampoco puedo quedarme de brazos cruzados mientras ella corre peligro.


- Pero...


- Me llevaré a Shugo.


- ¡Voy con usted!


- No, mejor quédate aquí y avísame si ella vuelve.


Caminé decididamente hacia mi auto que aún tenía el motor caliente. El gran perro me seguía a trote. Subí y cerré la puerta con demasiada violencia, Shugo se acomodó en el asiento de atrás. Mientras, mi mente trabajaba elaborando mapas de los posibles lugares donde Sakura podría haber ido. Era posible que Sakura no hubiese escapado sino más bien recordado alguna cosa y quizás quiso cerciorarse de ello. Recorrí la ciudad desesperado tratando de pensar en los lugares donde posiblemente pudiese estar, pero no se me ocurría ninguno. Shugo miraba con atención mientras las fosas nasales se abrían para percibir la variedad de aromas. Llamé a Naruto para avisarle.


- ¿Sakura escapó? ¿A dónde? - dijo Naruto con su voz ronca.


- Calma... Quiero que me digas que posibles lugares puede visitar Sakura.


- Bueno... - titubeó. - la escuela... la plaza... mi casa... y... - hizo una larga pausa. - su casa o... el...


- ¿El qué? Rápido. - grité desesperado.


- Cementerio. Pero es muy lejos, no pudo haber llegado sola.


- ¿El cementerio? - repetí. Colgué.


Aceleré hasta que el cuentakilómetros llegó a los 130 km/h. Aferraba ambas manos al volante y la mirada fija al centro, sentía como me dolía la frente en la parte del ceño. De vez en cuando miraba furtivamente hacia el espejo retrovisor. Llegué al cementerio. Bajé del auto y Shugo me siguió. Me topé con un hombre de horrible aspecto, ojos pequeños y ocultos entre el centenar de arrugas, los labios parecían formar una sola línea, los escasos cabellos grisáceos cubrían un cráneo manchado, y la columna formaba un arco reduciendo su estatura que ya era baja y las manos venosas sostenían una escoba vieja. El anciano me detuvo en la entrada, tenía el rostro comprimido en una mueca de enfado.


- ¿Hacia dónde va joven? - dando un golpe con la escoba en el suelo.


- Voy a visitar la tumba de mis padres.


- ¡Ah! ¿Y de qué familia viene usted?


- Uchiha.


- ¡Aaaah! Es un Uchiha... Claro pase ¿Sabe dónde están?


- Si claro...


- ¿Pasara con el perro? - y la línea de sus labios se ensancharon en una macabra sonrisa que mostraba la escases de dientes. El gesto me provocó repulsión.

EL Diario del Dr. UchihaWhere stories live. Discover now