Capítulo 4.

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18 de enero

Hace ya varios días que había dejado de escribir a falta de novedades, las rutinas monótonas se habían apoderado del hospital. Últimamente la señorita Haruno había permanecido tranquila en su habitación, de vez en cuando leía un libro o dibujaba, pero nada fuera de lo normal. El aburrimiento comenzaba a agotarme. Me ocupaba de rellenar historias y de atender a uno que otro paciente; o simplemente turnaba el tiempo del archivo médico a la biblioteca, de la biblioteca a la oficina y de la oficina a la habitación, nada más.

Pero fue al atardecer que algo extraño ocurrió, iba de camino a la habitación de la señorita Haruno cuando escuché aquellos guturales gritos igual que la primera vez, me asomé a la ventanilla para saber que sucedía. Si la última visión había sido horrible, no sabría que calificativo usar para esta. Ella estaba totalmente transformada, su cuerpo estaba contorsionado, como si se tratase de una marioneta, gritaba y corría de un lado a otro golpeando y rasguñando las paredes sin importar el dolor que le causara. Ahora sus ojos brillaban como los de una fiera en mitad de la noche, rugía como tal. No pude soportar verla sufrir de esa manera y entré. Al parecer nadie más que yo, lo haría, ya que las enfermeras y doctores parecían ignorarla o temerle. Cuando entré, se quedó inmóvil mirándome, entonces sus labios se torcieron en una horrible sonrisa que mostraba todos los dientes, me fui acercando poco a poco sin dejar de mirarla a los ojos ébano, ella retrocedió unos pasos hacia el interruptor y encendió la luz, la habitación se iluminó con la blanquecina luz fluorescente para mostrar un mensaje escrito en la pared, estaba horrorizado, cada palabra estaba escrita con su sangre. Ella señaló con sus dedos contorsionados el mensaje invitándome a leerlo. Se lamió los labios y volvió a sonreír. Las palabras estaban muy legibles y el mensaje abarcaba gran parte de la pared, entonces comencé a leer.

Como ya dije, soy el Asesino y entre llamas arderás, como aquellos que trataron de salvarte. En llamas arderás como también yo lo hice. El fuego extinguirá hasta el último aliento de vida y con ella seré vengado. Ya te visité una vez...y esperaré con paciencia el momento en que a mí has de venir.

Releí el mensaje varias veces recordando perfectamente las marcas en mi cuello días atrás. Sentí que me faltaba el aliento, la vista se me nubló, entonces sentí un peso que me empujó a la altura del pecho con una bestial violencia contra la pared. Sakura se había lanzado en mi contra y me tomaba por el cuello, como él lo había hecho aquella noche.

 ¿No puedes respirar, verdad? – Dijo la voz gutural y femenina.- igual que aquella noche ¿Lo recuerdas?- sonrió malévolamente.

Su pregunta me tomó por sorpresa ¿Cómo sabía sobre el incidente de la noche pasada? Era imposible que lo supiera, entonces todo esto era real, no podía concebirlo.

 No... Eres... Real...- dije tratando de tomar aire suficiente para pronunciar aquellas palabras.

 ¿Qué no soy real? Mírame y dime si no soy real.- me gritó al oído haciéndome doler el tímpano.

Entonces pasó algo increíble que me dejó petrificado, el rostro de Sakura se estaba transformando, aunque en realidad no lo hizo, fue como ver una ilusión superpuesta a una imagen real, vi la imagen de Sakura mezclada con un rostro que creía conocer pero no estaba seguro; sus ojos negro ébano se tornaron dorados y la piel tomó un aspecto distinto, más pálido y las manos que me ahorcaban ya no eran manos sino frías serpientes de piel escamosa. La imagen se distorsionaba debido a la falta de oxígeno y la mente se me comenzaba a nublar y ya casi no sentía dolor.

 Dime... ¿Me ves?- dijo la voz de nuevo, pero no pude responder.- Ya te acordarás de mí.

Tosí y tomé aire a bocanadas, sentí como el aire volvía a entrar en mis pulmones con total libertad, aunque aún estaba mareado. La habitación giraba en torno a mí, y solo conseguía ver manchas y sombras que poco a poco se fueron definiendo. Traté de escrutar en la oscuridad, ya que todos los bombillos de la habitación habían estallado, mientras escuchaba los sollozos desesperados de Sakura. Cuando por fin me estabilicé la vi sentada en una esquina con las piernas recogidas, los brazos en torno a ellas y el rostro lloroso hundido entre las rodillas. Me acerqué a ella y vi que su cuerpo estaba desnudo, solo una prenda cubría su intimidad, le posé delicadamente la mano en el hombro y ella me miró con sus cristalinos ojos jade llenos de desbordantes lágrimas; las enjugué con el dorso de la mano y la animé a acercarse a mí, y aunque al principio tuvo miedo no dudó cuando la estreché en mis brazos para abrazarla y corresponderme. Hundió el rostro en mi cuello y pude sentir su tibia piel, antes ardiente, contra mí.

EL Diario del Dr. UchihaWhere stories live. Discover now