Capítulo 32

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El reloj pasaba de la media noche, y las calles permanecían solitarias, ni un alma en toda la zona; quizás algún que otro gato husmeando entre la basura o cazando algún ratón. Los árboles se estremecían por la fría brisa y el cielo lucía allá arriba de un negro intenso.

La habitación permanecía silenciosa, el único sonido era el del roce frenético del bolígrafo contra el papel. Una fría brisa se colaba por la ventana semi abierta y la lámpara tintineaba por el viento, mientras, él, continuaba escribiendo, concentrado en aquellas últimas notas. Tenía la frente perlada y los ojos cristalinos. Aquella decisión le pesaba hasta en lo más profundo de su ser, pero a pesar de eso sabía que solo había un camino hacia el que caminaría para salvarla. El frío en la habitación aumentó a pesar de haber comenzado ya la primavera, y las ventanas se abrieron de par en par; y un coro de voces susurrantes se escuchaba en toda la habitación. De pronto un ardor casi insoportable le atacó en el lugar de aquella antigua marca en su cuello como si acabaran de quemarlo con un fierro candente. Se llevó una mano a la zona para tratar de reprimir el dolor, pero fue inútil. El dolor parecía un tipo de advertencia que permanecía allí incesante. Con mucho pesar tomó el bolígrafo para continuar y a duras penas logró escribir las siguientes palabras:

Estas son mis últimas notas, las dejo en tus manos…
Te amaré por siempre.

Y la habitación quedó a oscuras.
Eran las cinco de la madrugada cuando Sakura abrió los ojos de golpe, sintió una fuerte punzada en el pecho que la hizo levantarse y doblarse en dos, pero poco a poco el dolor fue desapareciendo. Acababa de tener una pesadilla pero no recordaba su contenido, las imágenes aparecían borrosas en su mente.
- ¿Sabes porque sientes ese dolor? – habló Orochimaru desde su interior.
- ¿Por… qué? – con la voz cansada. - ¿Qué vas a decirme esta vez?
- Esto es algo importante Sakura y tiene que ver directamente contigo. Ve al espejo.
Sakura sin entender caminó hacia el espejo que colgaba de la pared del fondo, se miró fijamente, estaba pálida como de costumbre, las ojeras circundaban sus bellos ojos verdes y sus cabellos lucían enredados.
- Ahora… abre la blusa. – dijo siseante.
Ella obedeció y abrió la blusa a la altura del pecho y una extraña marca estaba dibujada en su pecho, una marca que simulaba un tatuaje, pero no lo era. Aquel símbolo constaba de dos cuerdas entrelazadas y en medio estaba dibujada una flor de sakura. Su mirada mostraba desconcierto al ver aquel símbolo dibujado en su pecho, tenía que haber aparecido justo cuando dormía. Estaba asustada y ya no se explicaba lo que le sucedía.
- ¿Qué es esto? – preguntó aterrada. - ¡¡¡Dime que es esto!!! – gritó.
- Es un juramento… ¿No lo recuerdas?
- ¿¿Por qué siempre hablas a medias palabras? ¡¡Dime!!
- Hace mucho tiempo… Una joven muy parecida a ti juró amor a un ser que no era humano y ese amor le causó la muerte…
- ¿Te refieres a la chica que aparece en mis sueños? Entonces… soy… yo. – mirándose nuevamente al espejo con el rostro perplejo.
- Tú juraste amor a ese… Shinigami de Alas Negras… entonces esa marca apareció en tu pecho…
- ¿Cómo sabes todo eso?
- Más tarde lo sabrás. – dijo con voz misteriosa. – Ahora debes hacer lo que yo te ordene si no deseas que alguien muera injustamente, Sakura…
- ¿Qué es lo que quieres que haga?
- Resuelve tus asuntos y luego ingéniatelas para escapar… te llevaré a un lugar muy especial…
- Está bien, haré lo que me pides, pero no mates a nadie… a nadie. – amenazante.
- Lo juro Sakura.
Se  quedó de pie observándose en el espejo, se llevó una mano a la marca y la contorneó con sus dedos.
- Un juramento. – dijo para sí misma. – El Shinigami de Alas Negras ha vuelto… si esta marca apareció en mi pecho es porque ha vuelto. – de pronto sintió que una leve felicidad le llenó el corazón, aunque la sensación solo duró segundos. – Pero… como murió… como morí ¿Qué fue lo que verdaderamente lo condenó causando su exilio?
La Sakura del espejo le devolvió la misma mirada que la real le había arrojado. Bajó las escaleras, entonces escuchó que alguien la llamaba, era Suigetsu. Ella se giró y caminó hasta él.
- Ven conmigo. – le dijo la joven, tomándolo de la mano y guiándolo hacia el salón de música. Una vez allí. – Te contaré la verdad. – aunque esta en realidad fuese solo una pequeña parte de la gran historia. Suigetsu permanecía expectante y a la vez un poco nervioso por la iniciativa de Sakura.
- ¿Y bien? Cuéntame…
- Suigetsu… - dudó unos instantes. – te mentí… te mentí cuando dije que el doctor Uchiha no me agradaba, no fue por esa razón por la que discutía con él. La verdad es que ambos mantuvimos una relación… Y las cosas se han complicado mucho entre los dos… No deseaba mentirte, pero tampoco tenía el valor de decirte la verdad, tenía miedo de lastimarte, porque conozco tus sentimientos y…
- Sakura… ya lo sabía. – mirándola a los ojos.
- ¿Lo sabías? ¿Cómo?
- No hacía falta que mintieras. Dicen que los ojos son el espejo del alma, y a través de ellos pude ver tu aflicción por él, desde que él llegó cambiaste, tu actitud era diferente y tu semblante se veía triste, entonces supe que él tenía algo que ver…
- Entonces… ¿Por qué me besaste?
- Quería que supieras lo que yo sentía… quería sentir el calor de un beso… y quería saber que sentías tú… Entonces tú lloraste porque te sentías culpable, creíste que traicionabas tus sentimientos y siempre huías, así supe que tú lo amabas, que tu corazón aún estaba atado a él y que yo no podía hacer nada para cambiarlo. Aunque no conozca a ese doctor y aunque no conozca ningún lazo humano puedo sentir un nexo entre ustedes…
- Perdóname… - fue lo único que Sakura pudo decir. – perdóname por haber sido tan egoísta… por no haber pensado en ti… fui tan cruel contigo…
- No te culpes Sakura, conozco muy poco del corazón humano… pero si hubo uno al que pude comprender, y ese fue el tuyo.
- Suigetsu… – sus ojos se colmaron de lágrimas  y éste la abrazó para consolarla. – Gracias por perdonarme. – entre sollozos. – Debo irme… - separándose un poco de él. –  Hay una cosa… que debo hacer.
- Entonces ve… - y con el dorso de sus manos secó las lágrimas de su amiga.
Suigetsu se quedó allí viéndola marcharse y un sentimiento de soledad lo invadió. Mientras, Sakura volvía a su habitación. Tenía varias cosas por hacer antes de marcharse. Escribió una nota al doctor Hatake y luego bajó a toda prisa hacia la cocina. Chiyo estaba sentada en una de las mesas acariciando la cabeza de Shugo que estaba recostado en su regazo. Ella se acercó hasta la anciana y le entregó el sobre.
- Chiyo sama…entréguele esto al doctor Hatake. Debo salir y es necesario que le dé esto solo a él. Por favor ni una palabra a Sasuke.
- ¿Qué está pasando mi niña? – preguntó la anciana que presentía que algo terrible iba a suceder.
- No te preocupes Chiyo sama, todo saldrá bien. – forzando una sonrisa.
- Lleva a Shugo contigo, él te protegerá.
- Estaré bien, solo entregue esto en manos del doctor Hatake.
- De acuerdo. Ve con cuidado Sakura. – acariciando la mejilla de la joven.
- Regresaré bien. – dio un beso en la mejilla de la anciana y antes de irse le hizo una última pregunta. - ¿Dónde está Sai? Debo hablar con él.

- Debe estar en la enfermería.
Sakura se encaminó a la enfermería esperando encontrar a Sai, y en efecto él estaba allí. Lo llamó desde la puerta y este salió dejando a un paciente que atendía.
- ¿Sucede algo? – mostrando esa dulce sonrisa que siempre llevaba. Parecía que nunca estaba enfadado.
- ¡Ayúdame a escapar! – susurró.
- ¿Estás loca? ¿De dónde sacaste esa idea? Si algo te sucede… - por primera vez aquel rostro alegre se veía disturbado. - ¿Por qué vas a escapar? ¿A dónde?
- Solo ayúdame Sai, se trata de algo importante… por favor, te prometo que regresaré al atardecer y nadie se habrá enterado de mi ausencia, lo juro.
- Está bien... ¡Pero regresarás!
- Lo haré. – jurando en vano. La verdad es que ni ella misma sabía lo que pasaba.
- Espérame detrás de la capilla, tengo la llave de la reja del fondo. Y ten esto. – sacando unos cuantos yen del bolsillo. – Por si necesitas algo.
- Gracias Sai. – abrazándolo.
- En diez minutos estoy allá.
- De acuerdo.
Sakura subió por última vez a su habitación y tomó el alhajero que estaba en la mesa de noche y lo guardó en su bolsillo, luego bajó rápidamente y se encaminó hacia la capilla teniendo cuidado de que nadie la observara.  Esperó allí como Sai le había dicho y diez minutos después este se acercaba con las llaves en mano.
-          Sakura, júrame que volverás antes del atardecer.
-          Lo juro, Sai, lo juro. – mintió.

El joven enfermero abrió la reja y esta se despidió de él y comenzó a caminar calle abajo. Respiró hondo para calmar la angustia que agobiaba su corazón. Siguió caminado sin detenerse mientras su mano derecha aferraba el alhajero que permanecía guardado en su bolsillo.
- Muy bien Sakura, hiciste todo muy bien… Ahora te llevaré a ese lugar.
- No sé qué es lo que tramas pero debes saber que estoy protegida.
- Eso ya lo sé, y para eso aquellos otros dos están trabajando para mí. Se todo lo que vas a hacer y lo que no vas a hacer Sakura, entre los dos no hay secretos, y me encargaré de que estemos solos tú y yo, nadie más. La función es para verla en pareja Sakura.
- Sabes que puedes hacer de mí lo que quieras, pero no te atrevas a hacer daño a nadie más.
- Te lo he jurado, dije que no haría daño a nadie. – con voz burlona. – Solo quiero que sepas la verdadera historia y el porqué de tu desdichada existencia.
Sakura continuó caminando, era muy temprano y las calles estaban solas por ser domingo. De vez en cuando echaba una mirada a los lados temerosa de alguna sorpresa. Caminaron hasta llegar a la parada de autobús. Su cuerpo parecía moverse solo, pero era él quien la guiaba; subió al autobús que Orochimaru le indicó y se sentó en el último puesto. El trayecto duró una muy larga hora. Parecía tener la mente en blanco y los paisajes pasaban frente a ella sin fijarse en sus recuerdos. Al llegar al sitio bajó y emprendió camino hacia una empinada escalinata desde donde se vislumbraba un templo en ruinas en medio de la espesa vegetación que circundaba la colina.
-          ¿Dónde estamos?
-          Todo a su debido momento.
Siguieron subiendo hasta llegar al gran templo que parecía abandonado desde hacía muchos años. Subió las escaleras a toda prisa a pesar de estar un poco cansada. El templo estaba lleno de cenizas y las grandes columnas que antes eran rojas ahora se veían ennegrecidas por algún incendio pasado. Los cerezos mostraban el esplendor de sus flores que se esparcían por todo el lugar. Se adentró en el templo y luego en la casa adyacente que estaba en peores condiciones. El techo estaba hecho pedazos, mientras que en el suelo se esparcían tablas carbonizadas y cristales rotos de las ventanas. El polvo y las cenizas formaban una sola suciedad y el lugar aún mantenía el agrio olor del incendio. No quedaba absoluto rastro de la antigua casa, que vislumbraba haber sido un pequeño palacio.
- ¿Sorprendida? Este fue una vez el hogar de Sasuke… Aquí murió toda su familia. – dijo con tono lúgubre.
Las pupilas de Sakura se contrajeron del impacto, esas eran las ruinas del hogar de Sasuke. Permaneció allí inmovilizada observando el caos de la que una vez fue una edificación magnificente y que ahora estaba abajo. Caminó lentamente por toda la casa observando atentamente cada habitación. Luego volvió a la sala donde vio que la mancha de incendio se hacía más fuerte y que daba una forma más definida.
- Aquí murió su hermano… murió defendiéndolo.
Entonces, el flash de aquel momento vino a su mente como si se tratara de un recuerdo propio. Los gritos, las llamas y ambos hermanos debatiéndose entre la vida y la muerte.
- ¡¡Basta!! ¿Por qué me muestras esto?
- ¡Que frágil llega a ser el corazón humano! Antes no dudaste en acusarlo y ahora sientes piedad… Los humanos son patéticos…
- ¡¡¡CALLA!!!
- Observa lo que él sufrió, sufre su dolor que fue el mismo que el tuyo…
De pronto el lugar se llenó de llamas ardientes y de humo. Las abrasadoras lenguas de fuego llegaban hasta el techo, pero no la quemaban, aunque si podía sentir el calor infernal y escuchar las voces dentro de la casa. Aquella escena era tan viva como si estuviese sucediendo en ese mismo instante. Y repentinamente el lugar cambió, tornándose la gran mansión que varias veces había visto en sus sueños, entonces una escabrosa escena se presentó ante sus ojos, el cruel asesinato de una joven que era violentada por un hombre cuyo rostro no lograba ver y que luego de haberse saciado en ella clavó una daga en el pecho de esta, entonces Sakura sintió el mismo y profundo dolor en el pecho. Pasaron unos segundos y el lugar volvió a ser como antes. Pero el dolor persistía.
- Yo morí así… - dijo entre sollozos mientras caía de rodillas en medio de las cenizas y rompió a llorar.
- Y esa no es toda la verdad…
- ¿Tú me hiciste esto? – gritando, consternada.
- Tú me traicionaste, escapabas para ver a ese monstruo del otro mundo y preferiste morir antes que delatarlo.
- ¡¡¡MALDITO!!! – gritó con toda la furia que pudo.
En el hospital, Kakashi buscaba desesperadamente a Sakura, necesitaba hablar con ella. Contarle todo lo que había leído en los informes. Encontró a Chiyo que estaba en la cocina preparando la cena de los pacientes mientras Shugo dormía a los pies de una mesa.
-          ¿Chiyo-san ha visto a Sakura? Por favor dígame donde está.
-          Kakashi san, ella me dijo que le diera esta nota. – sacándola de su bolsillo y dándosela.
-          Pero, ¿dónde está ella?
-          Dijo que regresaría… pero no se a donde fue. – con aire preocupado. – Presiento algo muy malo.
Kakashi abrió la nota rápidamente y leyó el contenido.
Dr. Hatake he seguido los pasos que me ha indicado el espíritu de Orochimaru, no sé a dónde me lleva…  Esta mañana el me mostró una extraña marca en mi pecho…  dijo que era un juramento, un juramento que le hice al Shinigami de Alas Negras… la chica que aparece en mis sueños, soy yo.
Kakashi maldijo entre dientes y se guardó la nota en el bolsillo. Dio unos golpecitos en el costado a Shugo para despertarlo.
- Tenemos trabajo Shugo, no es hora de dormir.
- ¿A dónde va?
- Iré a buscar a Sakura.
- ¿Escapó de nuevo? – infirió una voz femenina y severa.
- ¿Tsunade sama?
- Responda doctor Hatake.
- Si, escapó de nuevo, pero la traeré de vuelta.
- Alguien debió ayudarla a hacerlo y será severamente penalizado.
- No tome medidas precipitadas, por favor.
- Sakura ya ha causado muchos problemas. ¿Se imagina si el director Himura llega a enterarse?
- No se enterará. Diremos que Sakura ha estado mal y se encuentra en su habitación. Mientras, yo iré a buscarla.
- ¡Tráigala de vuelta entonces! ¡Es una orden! – dijo con firmeza.
Shugo se puso a cuatro patas y siguió a Kakashi hasta su auto. Apenas encendido el motor sintió una pesada presencia.
- Yo te guiaré. – dijo una voz grave y profunda. Shugo ladró un par de veces.
- Bien, estoy a tus órdenes, pero no intentes desviarme.
- No pretendo eso. – riendo.
Al tiempo, Sasuke iba de camino al hospital. Al llegar se topó con el joven que había besado a Sakura el otro día. Estacionó el auto en el primer puesto que encontró y bajó a toda prisa llevando consigo un estuche, al parecer de violín. Se acercó a él a pesar de no estar seguro de lo que iba a decirle.
-          ¿Tú eres el nuevo paciente, Suigetsu, no? – las palabras le salieron con natural fluidez y diplomacia.
-          Así es. – respondió él sin alzar la mirada que la tenía fija en el rocío de las rosas.
-          Soy el doctor Uchiha. Supe que eres muy amigo de mi paciente.
-          Sé quién es usted. ¿De qué va a hablarme? ¿Sobre Sakura?
-          Quería agradecerte el haber cuidado de ella cuando yo no estuve.

-          No tiene porque, no lo hice a modo de favor.
-          Conozco tus sentimientos Suigetsu, pero no es de eso de lo que quiero hablar.
-          ¿Entonces de qué?
-          Quiero que entregues esto a Sakura…
-          ¿Qué es esto?
-          Solo dáselo.
Así, dejándole aquel estuche se marchó dejando a Suigetsu perplejo por aquella extraña conversación. Deseaba abrir aquel estuche pero en su interior algo le decía que solo Sakura debía hacerlo y en su debido momento.
Sasuke subió al auto, encendió el motor y arrancó a toda velocidad. Pasó de todos los semáforos sin importar que estos estuviesen a punto de cambiar o en el peor de los casos aquellos que ya estaban en rojo. Casi llegó a los 110 km/h por suerte el camino estaba despejado pues los domingos siempre solían ser solitarios. A medio camino vislumbró delante de él un ave de espeso plumaje negro que parecía escoltarle. Aunque aquella ave no le inspiraba ni la más mínima confianza.
El cielo comenzaba a ensombrecerse, al parecer llovería en un par de horas. Mientras, Hinata despertaba de golpe tras tener una terrible pesadilla.
- ¿Qué sucede Hinata? ¿Estás bien? – preguntó Naruto, que estaba su lado.
- El sueño que tuve hace un tiempo. – jadeante. – Está a punto de cumplirse… Algo terrible va a suceder…
- ¿Qué Hinata? ¿Qué va a suceder?
- No lo sé, pero debemos ir  a un lugar. – respondió como si permaneciera en trance, luego volvió a la normalidad.
- ¿Hinata estás bien? – tomándola de los hombros.
- Sí, es solo que debemos ir a ese lugar lo más pronto posible, hay algo que está a punto de descubrirse.



Naruto se levantó  y se alistó lo más rápido que pudo, Hinata hizo lo mismo.
- ¿No van a desayunar? – preguntó Kushina san que estaba en la concina.
- No mamá, tenemos prisa. – abriendo y cerrando la puerta tras de Hinata.
Una vez fuera.
- Bien y donde es ese lugar.
- Debemos tomar la ruta 22… - respondió pensativa.
- ¿Cómo lo sabes?
- Solo lo dije… la verdad no logro explicar que me pasa…
- Espero que Sakura esté bien. – dijo casi para sí mismo.
Ya las nubes habían cubierto casi toda la zona y algunas pequeñas gotas comenzaban a caer mojando el parabrisas. Sasuke aceleró aún más hasta llegar a la colina de su antiguo hogar. Dejó el auto frente a las escaleras y subió a toda prisa. El ave seguía guiándolo hasta llevarlo justo a la entrada de la casa en ruinas. Entró con sigilo, todo estaba oscura, algunos rayos se colaban por el techo destruido formando finos haces de luz; una corriente de aire frio rozó su rostro y allí en medio de la sala halló una silueta que le daba la espalda.

EL Diario del Dr. UchihaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt