Prólogo

10.8K 521 30
                                    

         

KATE

Dicen que la personalidad de uno tiene mucho que ver con la familia o el ambiente en el que fuiste criado. Ahora que lo pienso, eso explicaría muchas cosas; mi familia lo es todo menos normal y gracias a eso se podría decir que jamás seré normal.

Y no, con no ser normal no me refiero a que soy única y especial, o que voy al Starbucks todos los días o que me siento superior; si no, que me siento completamente vacía porque algo faltó en mi infancia, algo llamado amor maternal. Si tan solo mi madre me hubiese querido un cuarto de lo que yo necesitaba, mi vida habría sido completamente distinta; pero no lo hizo, por el contrarío, parecía odiarme por el simple hecho de haber nacido y haberle arruinado la juventud. Como si eso fuera mi culpa; la única responsable de que yo naciera era ella, yo no tenía nada que ver. Pero claro, ella pensaba que un día decidí "Oh mira, que buena vida lleva ella, creo que se la arruinare naciendo", no, no fue así. Ella tomó decisiones y acá estoy. Aunque a veces desearía no hacerlo.

Siempre he sido una persona espontánea, y a veces gracias a eso he tomado muy malas decisiones. Por mucho tiempo estuve metida en las drogas y el instinto suicida me perseguía; pero no fue hasta que me enamoré de Gabriel, que conocí el infierno. Mi peor decisión fue dejarlo entrar en mi vida; lo dejé hacer lo que quisiera conmigo y poco a poco me fui perdiendo a mi misma. Eso fue lo que terminó de destruirme.

Otra de mis decisiones —diría que la más importante— fue abandonar mi pequeña ciudad para ir a estudiar Artes a la capital; el problema estuvo en que él se vino conmigo.

¿Por qué estudiar Artes? Al encontrarme tan rota como lo estaba, lo único que quería era encontrar al menos una gota de agua en este desierto; necesitaba de algún modo encontrarle sentido a la vida, de un pedazo de nada crear todo. Ver belleza donde para otras personas solo hay un par de lineas sin importancia.

¿Destino? No sé si creo en él, solo sé que por alguna extraña razón me obsesioné por conseguir una beca en esa academia; no quería ir a ninguna otra y por primera vez en la vida pude cumplir uno de mis sueños. Algo me llevó a ese lugar, y algo me hizo hablarle a Mía Hamilton; para que luego se convirtiera en mi mejor amiga.

Debo admitir que a veces tiemblo al pensar que sería de mi vida si nunca hubiese abandonado mi ciudad, si hubiese seguido metida en el mundo de las drogas, ¿Qué hubiera pasado si nunca hubiese conocido a Mía; y junto con ella a Benjamin Bradley? El único chico capaz de tomar mi mundo de cabeza y enderezarlo.


BEN

Siempre me gustó ayudar a los demás; me sentía vivo cuando hacía feliz a alguien que no fuera a mi mismo. Desde pequeño me he ofrecido voluntario para hacer trabajos comunitarios y cosas que a los chicos de mi edad y clase social no les interesan.

Como dicen algunas personas, nací en una cuna de oro, en una familia perfectamente consolidada y con excelente situación económica; nunca me ha faltado nada en estos veinte años que llevo en el mundo. Pero eso, en vez de convertirme en una persona frívola y materialista, me hizo ver que no toda la gente tiene mi misma suerte y que el mundo está lleno de personas que necesitan ayuda. Desde los catorce años me he ofrecido para hacer trabajos voluntarios; he pasado por hogares de ancianos, jardines infantiles, clínicas y hospitales, carceles, entre otros lugares. Desde incluso más pequeño, supe que quería ser médico y no por el dinero que ganan.

Soy el menor de cuatro hermanos, creo que fui el único que heredo la personalidad de mamá. Kyle, David y Theresa heredaron la de papá; siempre preocupados de los negocios y de la situación económica, no entendieron nunca porque tanto mamá como yo, nos sentíamos vivos ayudando a los demás siendo que —según ellos— los demás deberían servirnos a nosotros. Lo sé, un pensamiento espantoso y completamente egoísta.

Creo que en mi destino estaba ser una persona preocupada por el resto; si no lo hubiese sido, nunca habría trabajado en esa clínica y nunca habría conocido a Mía Hamilton; quien aparte de convertirse en mi mejor amiga, me condujo directamente al destruido mundo de Katherine Walker, quien necesitaba con urgencia ser ayudada.


Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora