12. Acosador

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Cap 12- Acosador

Él:

!Soy el idiota más grande de la historia!

¿Cómo fue que se me ocurrió decir tanta estupidez junta? Los celos me cegaron y ahora no quiere ni verme.

Una vez que me echó, fui por mi carro y me estacioné frente a su casa, en una área donde podía ver su cuarto perfectamente.

Tenía un sillón incorporado en una de las ventanas y yo sabía muy bien como le encantaba pasar la mayor parte de su tiempo ahí. Ése era su santuario, en donde se sentía segura.

Pasaba hora viéndola desde mi auto, viendo como se metía en su lectura, como su vista se perdía en la oscuridad de la noche y sonreía.

Yo pedía a dios que fuera en mi, en quien pensaba y no en mi hermano .

!No cabe duda que este sentimiento me había convertido en un loco, en un celoso enfermizo, en un acosador! Algo que nunca en la vida imaginé hacer.

La vi sentarse con sus audífonos puestos y un libro en mano, el que por más que intentó leer, fue imposible.

Término aventándolo al suelo llena de rabia.

Se recargó en la pared abrazando sus rodillas, estaba realmente dolida.

!Esta vez sí me pasé!

No era la primera vez que peleábamos, pero si era la primera que la insultaba y no creía me perdonaría tan fácilmente.

Tenía la vista perdida en la lejana oscuridad y de vez en vez, limpiaba sus mejillas. Por mi culpa lloraba y no podía hacer nada para consolarla, para pedirle perdón, no me quería ni ver. !Soy un desgraciado!

¡Me odiaba! Aunque lo tenía bien merecido, me dolía su rechazo y me pudría el alma no poder abrazarla y limpiar sus lágrimas. Me gastaba los huesos saber que yo era el único culpable de su dolor y que por mi impertinencia estaba así.

Un auto se paró frente a su casa, un auto que conocía perfectamente. ¡Elias! Quien por supuesto llegó justo en el momento que más lo necesitaba. Como todo un héroe. ¡aagh! Un gruñido salió de mi garganta lleno de frustración y odio.

Empuñe mi mano y di uno o dos golpes al volante.

!Cuanto daría porque fuera su perfecta cara!.

Ella volteó a la puerta, limpió su rostro con la manga de su camisa, dijo algo y a los segundos apareció él.

Dijeron unas palabras y se abrazaron, al aparecer ella aun lloraba, porque él acariciaba suavemente su espalda dándole consuelo.

!Perro desgraciado! Quería romperle los brazos, para que no la volviera a tocar. En estos momentos lo odiaba, pero me odiaba más a mi mismo, porque gracias a mi lengua larga ella estaba entre sus brazos.

Se sentaron y hablaron un rato, él la abrazaba por la espalda y ella se recargaba en su pecho.

No podía seguir viendo, me pudría los intestinos verlos juntos, pero como todo el idiota que soy, me quede observando.

Al parecer se quedó dormida, porque él se puso de pie con ella en brazos y desaparecieron de mi línea de visión.

La luz se apagó y por más que esperé a que él saliera, nunca lo hizo.

!Durmieron juntos! De eso estaba seguro ¿Pero cómo fue que su mamá lo permitió?

Por la mañana siguiente salieron los dos muy sonrientes, se subieron al carro y desaparecieron.

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