8. Esos labios

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Cap 8- Esos labios

Él:

Esto es juego de niños ¿No sé cómo es que Abi aceptó jugarlo? Pero que se podía esperar de ella, era una chiquilla.

Sentí que las tripas se me retorcían de rabia, cuando un pendejo la retó a quitarse la blusa.

!Mierda, era perfecta! Vestía un sostén de encaje negro, el cual resaltaba el hermoso color de su piel. La respiración se me aceleró y la saliva se me hizo tan espesa, que se me dificultaba tragar.

No voltear a ver su perfecta figura era lo más difícil y más al ver como los cerdos la devoraban con la mirada.

¿Estaba celoso? Sí ¡Estaba que me llevaba la fregada!. Creía que de un momento a otro le rompería la cara a uno que otro fisgón.

De pronto la botella apuntó a Perla, la amiga de Abi y el próximo reto que me dio, me dejó con la boca abierta.

No podía creer lo que mis oídos acababan de escuchar. ¿Besarla a ella? Mi corazón se aceleró aún más, si es que eso era posible. Creo que este juego había pasado a ser mi favorito.

Tantas veces he deseado tomarla sin importar las consecuencias y besarla como loco, pero por miedo a perder su amistad me detengo. Ahora que sé que quiere a mi hermano, nunca podré tener mejor oportunidad de probar sus labios que ésta.

Ella inmediatamente quiso cambiar el castigo, pero su amiga no aceptó. Aunque me duele saber que ella no siente lo mismo que yo, en este momento no me importaba. Yo no soy un caballero, para detener el beso a mi mejor amiga y novia de mi hermano, sólo soy un hombre enamorado de la mujer equivocada. Además, había una deuda de juejo que se debía pagar, mi honor estaba de por medio. La excusa perfecta, para poder probar sus labios de una maldita vez.

Esta era la única oportunidad que tendría en toda mi vida y la tomaría.

Me puse de pie y la tomé de la mano, parandola junto a mi. ¡Era tan hermosa! Y el tenerla frente a mí en ropa interior, esperando mis labios ¡Éxtasis total!

Escuché que pedía disculpas, pero yo no podía esperar más. Me moría por probar sus labios, desde que la vi en mi casa no he soñado con otra cosa que no sean ellos.

Envolví su cintura con mis brazos, pegándola a mi cuerpo y pegué mis labios a los de ella sin previo aviso.

Al principio ella se quedó estática, sin saber que hacer, pero de pronto abrió sus boca dándole acceso a mi lengua.

!Era el sabor más delicioso que podía imaginar! El beso más rico que había recibido en mi vida.

Nuestras lenguas danzaban alegres, era como si se conocieran de siempre, cómo si fueran hechas el uno para el otro. En ningún momento sentí que se retrajera, al contrario, se aferraba a mí cuerpo como yo lo hacía al de ella.

Los demás presentes dejaron de existir en ese momento. Solo éramos ella y yo, pero tuve que volver a la realidad y alejarla de mi.

No porque no lo disfrutara, sino al contrario, lo estaba disfrutando de más. Si no la alejaba de mi cuerpo en ese instante, me avergonzaría frente a todos los presentes, teniendo una​.... Si, una muestra de cuánto lo estaba gozando.

- Me voy a ir al infierno- volte a ver a su amiga - acabo de cometer incesto, pero reto pagado- dije feliz. Como no estarlo, si acababa de besar a la mujer que más he deseado en la vida.

Su rostro cambió, era extraño, no sabía qué pensar. ¿Se veía triste? ¿Molesta? ¿Confusa? ¿Arrepentida? No sé, pero debía tranquilizarla y dejarle saber que solo era un juego.

Huracan de emocionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora