Capítulo 5

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No puedo apartar los ojos de Scott, mientras el conduce parece ensimismado en sus pensamientos, miro nuestras manos unidas, su pulgar acaricia el dorso de mi mano.

No sé a dónde vamos, y no soy capaz de preguntar, no cuando aún estoy pensando cómo decirle sobre...

-Te va a encantar este lugar- me dice apartándome de mis derivaciones. Miro por la ventana. Estamos muy lejos ya de Beverly Hills.

-A dónde vamos? - pregunto por fin, sonríe.

-Hollywood Hills- responde, su mirada se aparta de la carretera y me mira – ¿te estas arrepintiendo? - pregunta antes de inevitablemente regresar su vista a la carretera, aprieta mi mano con la suya y se la lleva a los labios.

-No- digo con voz baja pero firme. Diez minutos después llegamos frente a una casa de dos pisos color crema. Las puertas del garaje se abren y Scott estaciona dentro. Hay sitio para dos carros más. Mi estómago se revuelve, este parece un hogar, por favor no, no puede haberme traído a...

-No lo es- dice Scott, mientras toma mi barbilla y me obliga a mirarlo –nunca he traído a nadie aquí ni siquiera Kendall, este es... mi refugio podría decirse- me aclara, yo miro sus ojos celestes, y asiento, aun así, eso no me tranquiliza, y mi cerebro se activa, ¿estaré haciendo lo correcto?

Pero no tengo oportunidad de pensar, Scott me besa, sus manos en mi cabello halándome a besarlo más profundo, mi cuerpo reacciona a él, y me acerco enredando mis brazos en su cuello, después de un tiempo, que parece una eternidad, Scott se aparta, su mirada recorre mi cuerpo y yo me retuerzo en el asiento. Apretando mis piernas.

-Vamos dentro, te necesito- gruñe antes de bajarse del auto, rápidamente da vuelta y abre la puerta del copiloto ayudándome a bajar, yo me encuentro de nuevo hipnotizada, yo también lo deseo, el me acorrala contra el coche – si me sigues mirando así no llegaremos muy lejos- me advierte, antes de besarme, sus brazos envueltos en mi cintura, sus manos bajan a mi trasero y me aprietan contra su duro cuerpo, yo gimo contra su boca, el suelta una pequeña risa antes de posar sus labios en mi cuello, una de sus manos deja mi trasero y se mueve por mi abdomen subiendo, hasta que esta sobre mi seno derecho. El gruñe y se aparta.

Intento calmar mi respiración, pero es casi imposible, mi piel arde, ¡quiero más!, él se encuentra en el mismo estado frente a mí, con la diferencia de que puedo notar la protuberancia en sus pantalones. Estira una mano hacia mí y yo la tomo.

Sigo intentando calmar mi respiración, el me lleva por unas escaleras en forma de caracol que da a un hall, a mi lado derecho la entrada a la sala, dos puertas y más escaleras en mi campo de visión, la decoración de esta casa es maravillosa, los muebles color crema perfectamente combinados con una mesa de centro de cuero café, y muebles de color caoba.

El me arrastra hacia la sala y me pone frente a unos grandes ventanales, de los cuales podemos ver a la ciudad, es hermoso.

-Te gusta? - pregunta abrazándome por la cintura, asiento, y aunque en el fondo sé que lo que estamos haciendo es incorrecto, no lo parece, no puedo sentirlo de esa manera, no cuando sus brazos me envuelven de esta manera, no cuando él es el único que me ha hecho sentirme de esta manera. Me giro en sus brazos y lo beso, él se sorprende por unos pocos segundos antes de responderme de manera apasionada. Siento sus manos subir por mi espalda hasta que encuentran el cierre de mi vestido, empezando a bajarlo.

Sus labios abandonan los míos y se dirigen a mi cuello dejando pequeños mordiscos, la parte del vestido que cubre mi hombro es apartada y reemplazada por sus labios. Mi respiración se vuelve pesada mientras sus manos quitan el vestido de mi cuerpo, dejándolo amontonado a mis pies, él se aparta y me mira de pies a cabeza, su mirada en vez de avergonzarme hace que me estremezca, él sonríe.

Nada dura para siempreWhere stories live. Discover now