Capitulo 4

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El quería una amiga como yo.
Nadie ha querido una amiga como yo antes. Bueno, sí, pero ahora a mí también me gustaría.
Pero es algo imposible porque yo soy algo así como una escoria y el es una estrella de cine. ¿Por qué querría ser mi amigo? Bueno, el no dijo exactamente quería ser mi amigo. Más bien dijo "una amiga como tú" y eso abarca mucho, pueden haber muchas más como yo por ahí.

¿Por qué mejor no dejo de pensar en esto y me concentro en picar la zanahoria?

-¡________! que linda, no, que hermosa sorpresa- Me sobresalté al escuchar la voz de Alan y solté el cuchillo al suelo.
-Me has asustado.
-Lo noté, lo lamento. - me dijo mientras me devolvía cuchillo. -¿Y cómo estás?
-Bien, gracias. ¿Tu como estas? - dije volviendo la mirada hacia él.
-Bien... ehm... te vi conversar con Thomas Sangster. - Sonó como si eso fuera algo extraño y malo. ¿Solo porque era el jefe?
-Sí, hablamos... cosas. Tal vez para conocerme mejor ya que soy su empleada y...
-El nunca ha hablado conmigo- me interrumpió.
-Tal vez porque soy nueva.
-Entré hace unas dos semanas _______. Y nunca he cruzado palabra con él. Nunca.
-Bueno, tal vez no se ha dado la ocasión. Y no volverá a hablarme, ya se enteró que no estoy aquí por su fama o por que quiera estar cerca de él. Así que déjalo, seguro mañana ni se acuerda de que una chica está en la cocina.
-¿Cómo alguien se podría olvidar de ti? Tienes unos ojos muy bonitos. -Su comentario fue lindo y se sumó a la lista de las muchas personas que me lo habían dicho, pero el de Thomas seguía en mi mente y era insuperable.

Tienes unos ojos preciosos...

No sé si fue la forma en que lo dijo, el tono de su voz, la oscuridad.... No lo sé. Pero al solo recordar su comentario un calor se hacía presente en mis mejillas.
-No era para que te sonrojaras- me comentó Alan y yo le sonreí. Si supiera que no me sonrojaba por su comentario. -Elena me contó cosas sobre ti- soltó de pronto.
-¿Enserio?
-Si... tuviste una vida muy dura ¿no?
-La tuve, la tengo.
-La tienes... yo también. Trabajo por mi hermana, tendría que estar estudiando pero prefiero que mi hermana tenga todo y que no pase por lo mismo que yo y ya sabes ¿Tú no tienes hermanos?
-Por suerte no, con una McGuire basta y sobra.

Estuvimos conversando bastante tiempo más mientras yo cocinaba y él solo estaba sentado, mirándome.
Alan era muy agradable y simpático (y atractivo). De vez en cuando me hacía sonrojar por sus comentarios. Pero trataba de tomármelo con humor, nunca me había gustado que me hicieran cumplidos, odio sonrojarme.

-¿Tú no tienes que trabajar holgazán? ¡Fuera de mi cocina hombre, fuera! - Elena llegó a la cocina y echó, igual que la última vez, a Alan de la cocina. Al parecer era una costumbre. -Este niño ya te estaba molestando, en vez de estar trabajando.
Solté una risa y pasé un mechón de pelo que estaba en mi cara detrás de mi oreja. Al fin había terminado de pelar todo lo que me había dejado Elena.
-Alan es muy agradable, solo conversábamos.
-Lo sé, pero tiene que trabajar, si lo pillan no será a mí a quien le quiten el empleo.
-Tienes razón Elena. -Ella echó un vistazo a mis verduras peladas y picadas y luego me miró.
-Lo haces muy bien ________.
-Gracias. ¿Hay algo más que pueda hacer?
-Si... La habitación del Joven Sangster- Abrí los ojos instintivamente. ¿Yo tendría que ir a su habitación? Pues claro, soy una empleada más. Aunque eso no impidió que mi corazón corriera a todo a velocidad.
-Entonces tengo que ir.
-Claro, solo hay sacar el polvo, El joven es muy ordenado. - Asentí y me dirigí a la habitación que me había mostrado Jerome la primera vez que pisé el lugar.
Los Sangster no estaban en casa así que no tenía que preocuparme por nada. ¿De que había que preocuparse de todas formas?
-Solo soy la empleada que está haciendo su trabajo- me recordé.
Giré la manilla de la puerta y entré.
Lo primero que vi fue un poster de Elvis Costello. Un gran poster autografiado.
Al parecer las estrellas de cine también tienen ídolos.
Había un olor especial... olía a él. Yo había sentido su olor las dos veces que hemos hablado y en su habitación había el mismo olor. Un olor que me hacia estremecer hasta la médula.
Quería recordar ese olor por siempre.
Me senté en la cama para ver todo desde esa perspectiva y me fijé que en el suelo había un papel. Estaba arrugado y al parecer lo iba a botar solo que no alcanzó a llegar al tacho de la basura.
Sé que no debía leer, tal vez era algo personal que yo no tendría que estar leyendo. Pero ya lo estaba haciendo.

"Su pelo es como el sol, que ilumina un día entero.
Su piel se ve tan suave que quiero tocarla sin miedo.
Y sus ojos son el mar, el mar de mis deseos."

Eras unas hermosas tres líneas que hicieron que me pulso aumentara a niveles que nunca antes había llegado.
¿A quién podría haberle escrito tan maravillosas palabras?
Sentí un nudo en el estomago.
Si Thomas Sangster había escrito eso para alguien la chica era muy afortunada. Eran las palabras más bonitas que había leído en mi vida. Tenían sentimiento, necesidad y misterio.
¿Por qué lo habrá querido botar?

-¡_________ baja, ya están aquí los Jefes!

Arrugué nuevamente el papel y rápidamente lo guardé mi bolsillo. Sé que no era lo correcto pero quería leer esas palabras cada día, como si esas palabras fueran para mí.

Beautiful Exception (Thomas Sangster y tu) (Adaptada)Where stories live. Discover now