Capítulo doce.

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Pasaron dieciséis días después de que la ley Andrómeda fuera puesta en vigencia. Dieciséis dias de caos, y devastación. 

En el dia numero uno, fueron asesinadas quince parejas en el patíbulo de la plaza cinturón, parejas en las que chicas estaban embarazadas, parejas prontas a casarse y simples parejas enamoradas. Todas y cada una de ellas muertas de las peores maneras, guillotina y horca eran los castigos.  Capricornio y los cuatro no distinguían de sexo ni  edad, nada los detenía al sentenciar como los peores asesinos, esos que simplemente matan por placer la pena de muerte. 

El día número dos, murió el doble de personas y esta vez no solo personas en una relación, sino también personas a las que le parecía injusto aquella ley, ellos también fueron masacrados y martirizados, mujeres, hombres, ancianas... Todos fueron masacrados. 

El resto de esa semana y los demás días pasaron con un aire tan pesado, tan lúgubre... Cada familia, cada criatura sentía la pérdida de esos treinta signos...

Pero no fue hasta el día catorce, en que el odio se esparció, signos de todos lados se alzaron, quemaron los terrodelizantes; debo aclarar que estos artefactos son máquinas gigantes, de cuatro ruedas creados por el gobierno, hecos para mantener la paz en las cuatro aldeas, y para monitorear a Orion.  Los virgos lanzaron bombas caseras sobre la gran cúpula, los piscis hicieron huelgas, los Tauros- los más fuertes- trataron de destruir con sus grandes cuernos, las cuatro estatuas de los grandes, y asi paso el dia quince y dieciséis... Pero como era de esperarse todos fueron asesinados. 

El día diecisiete, una Capricornio lloraba junto a una Tauro en su casa en Zabadacha. 

-¿Que vamos a hacer? Joder...- Pregunto Talia ya entrada en una crisis, en un colapso de depresión. 

-No lo se Tali... Yo, quería estar con ella yo...- Y la pequeña cabrita rompió a llorar, se sentía estúpida, como... ya si ya no pudiese hacer nada, ya no podría tener a su pecesita. Primero Lariel se la había quitado y, ¡Ahora los cuatro grandes! Tal vez no era su destino estar con ella, tal vez  era una idiota por quererla como la quería. Estaba cansada de intentar e intentar y de no conseguir a su perlita... Ella estaba aferrada a ese amor, tan simple, a veces tan tonto, tan gracioso, tan caprichoso y torpe que sentía por Perla... pero era hora de soltarlo. 

                                                                                        *** 
-Lariel, ¿Que haremos?- susurro Perla con lagrimas en los ojos.

-No lo se... Yo no quiero que mueras por estar conmigo- susurro el chico librano sin si quiera mirar a la chica pez... A su conejita de caramelo. La cual se hallaba frente a el con lágrimas bañando su rostro.

-Para mi no tiene algún sentido morir por estar contigo, tu tienes las galaxias que quiero y necesito -y esto lo dice con un tono tan tierno, que Lariel no puede evitar darle un beso en la frente al instante- pero para qué buscar la muerte si lo único que vale la pena es estar viva a tu lado. Vamos a tener cuidado, y no permitamos que nadie nos vea juntos ¿vale? Tendremos que ser amigos ante los ojos de todo el mundo, no quiero perderte, prométeme que tendremos cuidado -y decir esto le produjo un escalofrío-. Con lagrimas en su mejilla Lariel prometió evitar toda clase de contacto en público y además ser muy precavido cuando estuviesen solos sabiendo que ya nunca volverían a estarlo totalmente.
   

                              ***
Calipso estaba cansada, no había dormido tres noches seguidas, su única meta en aquella noches  era sacar a Perla de su psiquis, quería que ella solo fuera una amiga mas...

Ese dia, Talia decidió que era una buena idea hacer un paseo todos juntos, para relajarse... Para olvidar las horribles cosas que estaban pasando.... Y decidieron ir a una playa a dos horas en auto de Orión.

El viaje en el auto fue muy incomodo, sobre todo para Calipso, tres de los signos se hallaban dentro de la cabina de la camioneta de Adelphos, estos eran Talia, Adelphos-obviamente- y Altlan a su lado. El resto compuesto de Lariel, Perla, Calipso y Aria se hallaban en la parte trasera, al aire libre y pese a esto nuestra pequeña cabrita tuvo que viajar con la imagen de la mano de Perla sobre la mano de Lariel, mientras conversaban animadamente.

-Pusiste los ojos en blanco- susurro Aria mirando a otro lado.

-¿Que?- pregunto Calipso, porque en serio no sabia que significado tenia esa frase en aquel contexto.
-Cada vez que los miras, pones los ojos en blanco. No te culpo el día que te conocí pensé que era tu novia, esa forma en que ella te abarazo y la forma en la que tu la recibiste... Ni con tu hermano hiciste eso- Aria hablaba pero no miraba a Calipso, porque ella sabia que estaba hablando de algo muy cierto, y que por ello estaba destruyendo el mundo de la recatada cabra. Hubo un silencio un momento y luego ¿Risas? ¿Calipso estaba riendo?

- Bueno, eres bastante observadora- dijo aun Calipso entre risas- sino fuera por el... Pues la historia fuera otra.

- Ella también te mira, una que otra vez...- sonrió Aria y por primera vez clavo sus ojos marrones en los aceituna de la capricornio- de hecho puedo jurar que lo esta haciendo ahora.- La chica cabra subió la mirada disimulando lo mas posible, para su sopresa se hallo con la mirada de Perla clavada en ella, luego con total indiferencia volvió a fijar la mirada en su novio.

-No es gran cosa- susurro la capri.

Aria se acercó un poco mas, con una sonrisa en los labios, y una mirada que dejaba ver la maldad en sus ojos, parecía que dentro de su mente se estaba creando un gran y desastroso plan.

- Yo te ayudare- susurro, colocando un mechón de cabello delicadamente tras la oreja de Calipso, nuestra cabrita se tenso al instante pero comprendió a lo que Aria se refería, así que no se aparto y solo sonrio.

Diarios Zodiacales. [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now