Capítulo Tres.

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Altlan, iba a paso apretado por ningún motivo en especial, el chico solía caminar de esta manera todo el tiempo, iba perdido en su mente y en la sensación acogedora que podía transmitir esa plaza, con su fructífera y muy verde vegetación tan exótica como ninguna otra que hubiera visto en Agrapha. Cuando de repente las vio, sonrió al ver la cercanía con la cual se miraban, percibió la mirada temerosa de su hermana Calipso.
Y es que cuando se trata de Perla, Calipso deja su actitud fría y calculadora y se vuelve una pequeña cabrita; la hubiera llamado desde lejos de no haber sido tomado bruscamente del hombro por Talia, quien yacía escondida con su novio Leandro tras un árbol mirando la escena.

¡Que no te vean!—susurró Leandro a Altlan, quien llevaba una mejor relación con el chico, a diferencia de con su hermana. 

Y aquí vemos al espécimen Calipso, tratando de tener una conversación decente con el espécimen Perla—Empezó a narrar Talia en tono de burla—Mírenla atentamente caballeros, es como observar el primer vuelo de un polluelo—y el chico Librano y el chico del jarrón rompieron a reír frenéticamente.

Admiren la naturaleza en su máxima expresión, ¡Oh! ahí van, se acercan, es algo tan maravi... ¡Joder! ¿Por qué?... Y así termina el juego, al parecer nadie ha hecho anotación y todos nos hemos ido a las bancas. —Termina, con tono de narrador de partido deportivo, la alta chica.

Mientras tanto, la chica cabra escucho a su hermano menor llamándola, levantó la mirada levemente, estaba furica, quería matarlo pues había estado a punto de besar a Perla. Se levantó sonriendo falsamente como si no hubiese pasado nada, y le dirigió una mirada asesina al chico sonriente, Perla la imito y miró a la chica de cuernos, la cual no le estaba prestando atención en ese momento, y aprovechando el descuido entrelazó su mano con la de la chica a su lado y sintió su calor, comenzó a caminar demasiado rápido y ahí fue que la chica se percató del momento, olvidándose de su furia, miró la mano de Perla, junto a la suya y no pudo evitar sonrojarse, temblar, bajar la mirada y actuar totalmente nerviosa.
Siguieron andando como si nada hasta llegar donde sus amigos las esperaban.

Perl, ¿Nos vamos?—preguntó Talía observando aquel gesto entre sus amigas, pero esta no respondió, tuvo que llamar de nuevo a la chica piscis que se hallaba absorta en sus pensamientos con un leve rubor en sus mejillas—¡Perla! Tierra llamando a Perla
Fue Calipso que la saco de su ensoñación.

¿Perl?—dijo delicadamente la chica cabra y la chica Piscis pareció regresar de aquel sitio en el que había estado inmersa por minutos.

¿Si?

¿Ya nos vamos?—preguntó el chico balanza exasperado.

Por... Por su puesto, nos dirigiremos hacia las montañas, cerca del claro de la nebulosa del cangrejo—musitó Perla, apenas consciente en lo que es la realidad

El grupo echó a andar y rápidamente cruzaron la plaza, deteniéndose solo por alguno que otro animal que se les acercaba a olisquear, el camino hacia las montañas no era más que algunos minutos de caminata por una vía apenas transitada, así que el viaje fue muy tranquilo, pero sobre todo, callado.

Se podría sentir la tensión o incomodidad que se encontraba en el aire, la pequeña Calipso no dejaba de mirar de reojo y con furia a su hermano, calculando cómo haría para concretar su plan, debía hacer algo, tenía que besarla. Al tiempo que caminaba en medio del mismo y de Perla.

Esta, por su parte, se hallaba en una terrible confusión, y solo podía concentrarse en existir al momento en que sus manos se rosaban y entrelazaban de a momentos con las de su amiga.
Los signos llegaron al sitio al que Perla había pensado, El claro de la Nebulosa del cangrejo era un lugar silencioso apenas perturbado por el sonido del aire que soplaba con fuerza, la vegetación era perfecta y los animales no se acercaban a esa zona por una mítica razón desconocida desde hace muchísimos siglos.

Diarios Zodiacales. [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now