Capítulo Diez.

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-¿Estas bien?-Preguntó Perla a la pequeña chica cabra que se hallaba recostada a sus anchas sobre la cama de Talía, en su casa en Zadabacha.

Si, estaban rompiendo las reglas, ¿Pero que importaba? Una simple fiestas de pijamas de una tauro, una capricornio y una piscis no haría mal a nadie, ¿Cierto? ¿No era un delito tan grave? ¿O sí? Por los momentos no lo era, pero debo recalcar que solo por los momentos.

-Digo, terminaste con él y...-La chica pez buscaba la palabras correctas- Pareces no estar dolida

Perla se encontraba contrariada, la asaltaba la felicidad de al fin poder tener el camino libre con Calipso la cual se veía completamente tranquila luego de la estrepitosa ruptura con el leo, aun así se cercioro de preguntar; con los capricornio nunca se sabe.

La chica cabra le dio una mirada pacífica y asintió. Si tan solo Perla supiera lo que pasaba por la cabeza de Calipso en ese preciso momento, no había dolor en su corazón de hecho sentía que se había quitado un peso muerto de encima, pero joder ¿¡Que haría ahora con los sentimientos que sentía por aquella chica pez!? Que recién estaban renaciendo de las cenizas como los fénix; más hermosos y más fuertes.

Calipso estaba tan ensimismada que la tomó por sorpresa la siguiente acción de Perla, la cual fue abalanzarse sobre la chica cabra y tomarla de las muñecas.

-Me vas a decir que te pasa ahora mismo, porque sé muy bien que te pasa algo-dijo en tono amenazante haciendo temblar a Calipso por su cercanía.

-Perla...-Calipso trataba de juntar las palabras pero se le hacía tremendamente difícil cuando los labios de Perla amenazaban con rozar los suyos, ¡ELLA QUERÍA BESARLA! Pero Perla la odiaría si hacia algo así.

Calipso se contuvo la respiración y trato de zafarse del agarre de la chica nativa de piscis pero todo intento fue en vano. Se rindió y observo los ojos de la chica pez sobre ella que la observaba como si ella misma fuera magia.

-Perl, yo... Solo estoy agobiada por mis pensamientos. Pero no tiene que ver con el idiota de Leander, estoy bien- susurró al fin, solo fue un susurro que perla pudo escuchar. Gracias a Orion que Talía estaba en el baño y no estaba para contemplar aquella escenita.

-¿Qué clases de pensamientos?-exigió Perla acariciando la piel de las muñecas de la chica cabra su piel estaba caliente, podía sentir bajo de si como la pequeña cabrita temblaba y a esa cercanía donde los susurros eran más que suficientes podía sentir su dulce aliento irregular, estaba causado todo eso en Calipso y eso le encantaba así que prefirió quedarse ahí un rato más, ¡Joder como quería morder esos labios! ¡Reclamarlos suyos! Pero por los momentos debía hacer el papel de la amiga.

-Yo pues...-La chica cabra se sonrojo de una manera tan notoria que Perla no pudo evitar sonreír, y como si el filtro que regula los pensamientos que se pueden decir y que no se hubiera apagado, Calipso se sinceró-Estaba pensando en ti.

-¿Ah sí?-balbuceó Perla.

-Si-respondió la cabrita tan temerosa, hecha un manojo de sentimientos.

La habitación estaba silenciosa, la temperatura y la tensión se estaban haciendo que el ambiente se convirtiera en una niebla densa casi palpable.

-Calipso...-Perla trató de comenzar a hablar pero se detuvo mirando los labios de la sonrojada Calipso.

-Dime, Perl-pero Perla no dijo nada, solo se acercó dispuesta a besar a su ahora temerosa cabrita, pudo observar como esta cerro los ojos esperando que sus labios se conectaran con suavidad.

Basta con decir que aquel no era el momento más adecuado para ese beso. Las cosas que pasan siempre tienen que pasar mi querido lector. En ese mismo instante la puerta del baño de la habitación se abrió y Talía salio de la ducha.

-¡Woow! LO SIENTO, LO SIENTO-Talía balbuceaba y trataba de acomodar la situación, de hecho trató de buscar refugio de nuevo en la ducha, pero en segundos Perla ya se había escondido como un avestruz en el cuello de la caprina. Esta demás decir que aquello le estaba causando unos escalofríos tremendos a Calipso, que no podía evitar sentir como su piel se erizaba al contacto de la respiración de la chica pez.

Si, Talía había arruinado el momento y se sentía fatal, pero como dije. Todo pasa como tiene que pasar.

***
L

La cúpula, gran salón cardinal.

-¿Capricornio?-El gran Cáncer se acercó a su hermano mayor-¿No crees que se armara una rebelión por esto? Mira lo que estamos prohibiendo, no podemos hacer esto. Se alzaran contra nosotros-Los cuatro grandes hermanos se hallaban en conferencia esa noche, algo grande iba a pasar en Orión, Algo grande pasaría en Zodiaco.

-Hermano-con parsimonia y su tan inherente carisma el hombre cabra se giró hacía su hermano para así poder mirarlo-ellos nos aman. Jamas nos cuestionarían-Los ojos de aceituna del despiadado Capricornio brillaban de manera malvada-Además si se revelan, los acallaremos. Son como nuestros hijos y cualquier hijo se le premia cuando hace cosas buenas y se castiga cuando hace travesuras-La voz del hombre cabra sonaba cínica.

-¿Qué harás cuando alguien desacate la regla?-preguntó el gran Aries levantándose de la silla y dirigiéndose al gran ventanal, dándole la espalda a los otros tres-Porque es obvio que lo harán.

-Los mataremos-respondió sereno Capricornio-Deben entender que los padres hacemos esto por amor, ¡Por el linaje!-y por fin la gran libra suspiro y emitió palabras.

-Hermanos, esto que vamos a hacer no se debe tomar a la ligera-proclamo Libra, una mujer la única mujer de los cuatro. Observó a su hermano Capricornio que se hallaba en una esquina de la gran sala-¡Y tú! Capricornio deberás encargarte de hacerle un seguimiento muy cercano a esta ley, porque te recuerdo que solo la pondremos en prueba, es lo más justo que podemos hacer por nuestros hijos.

-Hermana, me halaga que me des este trabajo-su sonrisa se ensancha cada vez más-me halaga que esta vez me den el mando y el protagonismo-ella le sonrío sin ganas siempre había sido el favorito de sus padres. Siempre creyéndose un Dios.

-¡No podemos hacer esto!-gritó Cáncer tratando de hacer entrar en razón a sus tres hermanos y hubiera continuado argumentando, pero se detuvo hasta escuchar el golpe que su hermano Aries le propino a la mesa.

-¡Deja de ser tan sentimental, Cáncer! Lo hacemos por su bien.

-Mis queridos no peleen, somos hermanos, no debemos pelear. Ya fue suficiente con exiliar a nuestros ocho hermanos-dijo libra tratando se contener la situación.

-Ella tiene razón-secundo Capricornio-Debemos votar, como siempre lo hacemos. Los que estén a favor de que la ley Andrómeda sea puesta en prueba levanten la mano.

Y el calculador y frio Capricornio levanto la mano, seguido de él vino el impetuoso Aries y seguido de este por ultimo siguió la justa Libra, pero una mano no se levantó esa noche, pero lamentablemente eran tres contra uno.

La ley Andrómeda sería puesta en vigencia.

Diarios Zodiacales. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora