Capítulo 43

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Cuando vuelvo a abrir los ojos una luz ciega mis ojos momentáneamente y me deja con una gran sensación de no saber qué ha pasado. Parpadeo varias veces, intentando recuperarme del que fuera el último episodio vivido. Y de repente, al girar la cabeza, veo a mis padres, están a mi lado, ahora son reales, no son sombras. Con los ojos entrecerrados aún no me adapto a la sensación de desconcierto.

-Ha despertado.-Escucho un débil susurro y reconozco la voz de mi madre, entonces me incorporo en la cama y veo el lugar en el que estoy: Me encuentro en el hospital, lo identifico al instante por las paredes exentas de color y el color extraño como a producto químico que impregna la sala.
Las esposas han sido substituidas por una vía en la mano izquierda, a través de la cual me pasa suero por las venas.

Aún mis padres me miran expectantes, pero no les hablo. Me debato en un duelo interno a través del cual intento recuperar pedazos de lo que ha ocurrido, pero nada, sólo puedo rememorar el incierto momento en el que todo se volvió oscuro.

-¿Cómo estás?-Pregunta mi madre con cierto aire de nerviosismo.

-Supongo que estoy bien.-Es lo único que alcanzo a decir, mientras siento que me duele ligeramente la cabeza. Como si el mínimo esfuerzo ya fuese agotador.

-¿Recuerdas algo?

-Sé que sois mis padres...-Comienzo a decir pero callo al ver cómo los hechos más recientes son confusos y pasan por mi cabeza desordenados.

-No te esfuerces por recordar.-Dice en voz baja mi madre antes de añadir.-Es posible que recuerdes momentos pero ahora mismo algo en ti lucha porque sufriste un colapso y te desmayaste.-Explica y lo comprendo todo, bueno, aún hay cosas que no encajan en mi cabeza pero lo comienzo a ver todo con más lucidez, como si acabara de despertar, cosa que no es del todo mentira.

-¿Y Adam?-Pregunto de repente y su nombre saliendo de mis labios me provoca un escalofrío.

-¿Quién es Adam?-Inquiere mi madre, confusa y entonces recuerdo que nunca les he hablado de él y prefiero no hacerlo por el momento.

-Descansa, Zoe, pronto te sentirás mejor.-Dice mi padre mientras abandona la habitación seguida por mi madre, pero me es imposible cerrar los ojos, es como si mi celebro funcionara a una gran velocidad que me provoca un gran dolor de cabeza y lo peor es que no lo puedo detener.

Lentamente recuerdo todo lo que ha pasado, y el efecto que produce en mí es diverso. Por una parte, me tranquilizo al saber que conservo mis recuerdos, mi esencia, por decirlo de algún modo, pero si lo miro fríamente llego a horrorizarme al ser consciente de que no he olvidado mi pasado, y que deberé llevar el peso de quién he llegado a ser para siempre.
Zoe la agresiva, la marginada, la violenta, la rebelde y más adjetivos negativos. Pero realmente son sólo etiquetas, unas estúpidas etiquetas que no deberían existir pero que se han impuesto a la sociedad que suele ser dominada por pensamientos de todo tipo y que no deberían considerarse buenos ni tampoco malos. Antes que nada somos personas.

Al otro lado de la puerta escucho voces, que van subiendo de tono con el paso de los segundos, quiero saber de qué hablan pero al mismo tiempo sé que al menos hoy la realidad y mi vida tienden a importarme más bien poco. Tras varios minutos, escucho las voces más calmadas, seguidas por unos suaves toques en la puerta. No me da tiempo a decir "adelante" que ya un policía entra en la habitación. Inconscientemente me tenso al recordar el momento en que me llevaron hasta el coche de policía y por aquel entonces estaba esposada como si fuera una criminal.

-Buenos días, Zoe. ¿Cómo te encuentras?-Hoy hasta parece ser cordial, aún así me muestro reacia a responder hasta pasados unos segundos.

-Estoy bien.-me limito a decir.

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora