Capítulo 31

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-¿Cómo está tu madre?-Le pregunto a Elena, cuando llegamos a la cafetería para desayunar.

-Está mejor, gracias.-Responde con una sonrisa, éstos días, es ella quien está distante, sé que le preocupa algo, pero al igual que yo, es alguien que piensa mucho a la hora de hablar, así que supongo que necesita su tiempo para hablarme.

Desayunamos en un silencio que llega un momento que me llega a extrañar, la gran mayoría de veces nos contamos todo lo que nos pasa en éstas cuatro paredes grises, y ahora no... ¿Qué está ocurriendo? ¿Ha desaparecido la confianza?

-Zoe, ¿no tienes algo que contarme?-Me pregunta como leyéndome los pensamientos.

-La verdad es que sí, han ocurrido muchas cosas.-Tal vez por primera vez en muchos días consigo sonreír ante alguien.

-¿Tiene a ver con Adam?-Sus ojos brillan por una fracción de segundo, y entonces le confieso todo lo ocurrido, cómo una noche me escapé de mi habitación con el propósito de recuperar mi móvil, cómo después de ello, volví a hablar con mi primo y después con Adam. Cuando termino de contarle toda la conversación que tuve con Adam, sonríe ampliamente.

-¿Porqué no me lo has contado?

-Porque hay días en los cuales me encierro en mí misma.-Confieso porque es la verdad, paso por días de todo tipo, y en ocasiones me gustaría poderme encerrar en mi propio caparazón, quedarme retraída en mi habitación, dejar de pensar, dejar de sentir que estoy enjaulada y que aquí las horas pasan y a la vez se quedan estancadas en algún punto del pasado.

-Yo también he pasado unos días un poco encerrada en mí misma.-Habla y escucho su voz un poco apagada, como si le faltara la alegría que desde que la conocí tenía consigo.-Primero con el accidente de mi madre, después con Dani...

-¿Dani?-Pregunto extrañada, a pesar de que sé por dónde puede ir.

-¿Te acuerdas del chico de música?-Hago memoria del día en que ella estaba tocando el piano, y de repente se acerco al grupo de chicos, había uno que tocaba la batería, otro la guitarra eléctrica.

-¿Quién era Dani?-Le pregunto.

-El de la batería.

-Y... ¿Qué ha ocurrido?

-No ha ocurrido nada, pasa constantemente de mí, me olvida, cuando estoy a su lado es como si no existiera.

-¿Tú quieres estar a su lado?-pregunto con cautela.

-Sí.-Responde firmemente, pero yo sé que ésas respuestas no son reales, no puedes amar a alguien que se olvida de que existes.

-¿Tú qué harías en mi lugar?-Pregunta con miles de indecisiones que la inundan.

-No se trata de lo que haría yo, sino lo que harías tú. Haber, cuando conocí a Adam, sentí muchas emociones, pero por delante de todo, sabía que le amaba como jamás había podido amar a nadie. Y sí, al principio me sentía terriblemente cursi decir todo ésto, jamás he creído en el amor verdadero, pero llega un momento en que sabes que formas parte de ésa persona y ésa de ti. Aunque si éso no ocurre, no puedes obligar a sentir nada a aquella persona. Quizás Dani, no sea quien te mereces, quizás no sea él la persona que esperes, ¿No crees?

-No lo sé, Zoe, he estado muchos días en el aula de música intentando encontrarle y cuando lo conseguía apenas me miraba. ¿Porqué?

-Elena, sinceramente, no lo sé, pero lo que tenga que pasar, pasará, no te preocupes.

Pronto dejamos de hablar de chicos, porque sinceramente no soporto las conversaciones románticas, ¿Qué le pasa a todo el mundo que me hablan de problemas con la persona que quieren? ¿A caso tengo mucho de consejera? Si no se tratara de mi amiga, no hablaría con ella de ésto.

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora