Capítulo 37

424 28 0
                                    

Un tiempo indefinido más tarde, abro los ojos, me encuentro en la más absoluta penumbra, y siento un escalofrío al pensar en que aún no ha terminado el castigo, pero cuando veo que ya no hay correas amarrándome, suspiro aliviada.

-Estoy bien.-Me digo a mí misma, intentando dejar de temblar, los segundos después de despertar de un castigo, son los peores, en ésos breves instantes, no sabes si aún sigues soñando o si estás despierto, puesto que aún no te has adaptado a la realidad. Miro hacia mis muñecas, vuelven a estar otra vez marcadas a causa de la presión que hicieron en mí las correas.

No me soporto a mí misma a diario, pero sobretodo cuando llegan los lunes. Los detesto con toda mi alma. Me siento como si no hubiera descansado, como si hubieran sido unos días de paréntesis, nada más. Hoy sí que tengo que ir al colegio, no entiendo cómo puedo sentir que los días se repiten un millón de veces, como si tuviera todo el tiempo una sensación de Déjà vu.

Miro el calendario, ya hace más de tres meses que estoy aquí. Un momento, ¿Tres meses? Madre mía, cada vez entiendo menos cómo puede pasar el tiempo y a la vez sentir que pasa de una forma muy lenta. Después de pasar por el baño y cambiarme la ropa, cojo la mochila que apenas tiene libros, y me voy al comedor. Allí me encuentro con la siempre puntual Elena, a menudo me pregunto cómo puede ser de las primeras en despertar, yo ni con tres despertadores logro despertarme un lunes por la mañana.

-¡Buenos días! ¿Cómo has despertado?-Me pregunta muy animada, me pregunto qué le pasará, pero de algún modo verla feliz también me hace sonreír.

-Bueno, los lunes son una mierda, pero no hay otra opción.-Digo en un ademán de bromear y borrar todo rastro de cansancio que aún me ha marcado, pero no lo logro, rápidamente se da cuenta de que algo no está bien.

-Dime qué ocurre.-Replica muy seria.

-Todo está bien, no hay de qué preocuparse...-Digo bostezando.

-Zoe... A veces mientes bien, pero ésta vez las ojeras bajo tus ojos te delatan. Dime qué no está bien.

-De acuerdo...-Digo rindiéndome y confesando lo que ha pasado.

-¿Cómo que te han castigado?-Pregunta varios minutos más tarde.

-Hay una chica con quien desde el primer día nos insultamos. Y bueno, luego dijo que ella amaba a Adam y que no me soportaba porque sabía que él me quería. ¿Porqué todo es tan confuso?

-Espera... ¿Es la chica morena de cabello largo que es una falsa?-Pregunta intentando recordar.

-Creo que sí.

-Se llama Tracy, no tiene demasiada buena fama aquí.-Dice con una pequeña sonrisa.

-Yo tampoco la tengo, precisamente.

-Pero tú estás cambiando, estás comenzando a ser otra persona. Ya no eres la chica agresiva que conocí hace un tiempo.

-¿Sabes que ya han pasado tres meses?-Le pregunto.

-Cuando cumplí el año aquí, dejé de contar los días que pasaban...-Dice bajando la vista al suelo, casi parece que se le escapa una lágrima. Inconscientemente la abrazo.

-Algún día saldremos de aquí, estoy segura de ello. -Digo en un intento de animarla.

-Sí, pero mientras, los malditos días pasan, y la máscara de felicidad que llevo se está comenzando a quebrar...-Dice y no reconozco sus palabras, ella que siempre ha sido la alegre de las dos, siempre ha tenido una sonrisa implacable en su rostro, y a diario sus ojos brillan, aún cuando están inundados de lágrimas. ¿Puede que todo sea una máscara que ha usado para sentirse protegida?
Todo el mundo lleva una máscara, pero hay personas que convierten su máscara en su segunda piel.

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora