Capítulo 8

671 51 2
                                    

Pronto llega Adam a la habitación y al verme, supongo que por mi expresión, se queda de pie en el umbral de la puerta, pensando en si entrar en la habitación y hablar conmigo o si callar.

Me mira inquisitivamente, a la vez que está apenado. Finalmente, opta por hablarme:—Sabías que todo esto pasaría. 

—No necesito que hables como mis padres.—Puede parecer que el tono de voz sea de enfado, pero no es así, no estoy molesta con él, porque creo que en el fondo, a pesar de que seamos prácticamente desconocidos, mantiene una pequeña parte de preocupación por mí. 

Se sienta a mi lado, le noto cansado:—¿Me dirás lo que ha ocurrido?—pregunta en un tono de voz suave. 

—Después de salir al pasillo, tal y como me dijiste, había un revisor, he intentado esquivarle, pero me he topado con una mujer que ha llamado a los guardias, y me he intentado escapar. Pero... nada ha salido como esperaba, he terminado en una habitación que no conocía, y como no tenía escapada, he saltado por la ventana. 

—Has roto la ventana.—Dice mirando hacia mi mano. 

—Exacto, pero no me he hecho más daño. He caído sobre un manto de hojas, que han servido a modo de colchón. 

—Has llegado al parque infantil.—Me informa. 

—Entonces, cuando estaba allí, la pulsera ha comenzado a emitir leves descargas, como para recordarme que sabían que me había escapado. Y hubiera seguido adelante, si no hubiera sido porque había una valla, y con una sola mano me era imposible escalarla. 

—Estás loca.—Afirma con una leve sonrisa que apenas percibo. 

—Debes tener razón. Ya he perdido hasta la razón y no sé porqué continúo aquí—digo mirando por la ventana.

Va a su escritorio, pero una vez allí sigue mirándome. 

—Es imposible escapar de aquí. No tengo motivos para decírtelo, pero me gustaría que si te escapas de nuevo, no te hagas daño. Es lo peor que puedes hacer, planear algo y salir herido. 

—No lo había planeado.—Confieso. 

—He intentado escapar de otros internados al menos diez veces sino más, y en todas me han encontrado. Una vez conseguí llegar a la calle, pero después, volví al internado. 

—¿Por qué?—pregunto sin comprender cómo si había conseguido ser libre, había vuelto por voluntad propia a un internado. 

—Porque estaba perdido. He pasado tanto tiempo en internados, que ya es mi hogar, y saliendo de estas paredes...—dice mirando a su alrededor.-¿Qué me queda? Nada. Hace pocos días que estoy aquí, pero he pasado muchos años más en otros internados de la zona, algunos más lejos y otros más cerca de mi verdadero hogar. 

—¿Y tu familia?—pregunto con cautela, porque sé que al menos para mí, es un tema difícil, y aún no le conozco lo bastante como para hablar de algo que le haga sentir incómodo. 

—Mi padre se fue de casa cuando yo tenía cinco años. —Dice haciendo un esfuerzo por recordar.—Mi madre se sintió incapaz de cuidar de mí, supongo que era el gamberro de los hermanos, también era el hermano menor, pero a diferencia de mis otros dos hermanos, nunca me prestaron atención. 

—¿Por qué crees que no lo hicieron?

—Desde pequeño presenté malos comportamientos, y a lo largo del tiempo no ha sido posible enderezarme, pero en el fondo todo el mundo lo sabía.—Ahora su mirada está perdida entre recuerdos y habla mecánicamente.—Después de que se fuera mi padre, comencé a meterme en problemas, peleas y demás, cada vez iba a peor, y finalmente mi madre se asustó por mi comportamiento y decidió que lo mejor era alejarme. 

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora