Capítulo 23

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Otro lunes más, nuevos días son los que llegan y los que se van. A pesar de que tengo un importante examen, no pienso en éso, de hecho hace bastante tiempo que he dejado de obsesionarme en cosas por las que no vale la pena sufrir. Ahora empiezo a ver que nos deberíamos preocupar por lo que no tiene solución, lo demás no nos debería quitar el sueño. 

Llego a clase como si fuera un día más, me siento al lado de Elena, pero ella hoy no está. Me extraña en ella, pocas veces falta a clase. ¿Qué le habrá ocurrido? Dejo de preguntarme por ella cuando delante tengo el examen. Una vez más intento hacerlo lo mejor que puedo, sé que errores cometeré, por eso no me obsesiono en dar las respuestas perfectas, no quiero que mis respuestas sean exactamente iguales al libro, sino demostrar que lo he entendido. 

Finalizo el examen, y el resto de las clases se suceden unas a otras. Dejo los minutos pasar, tomo apuntes, a veces escucho con atención, otras miro por la ventana deseando que termine el día y éso que estamos a lunes...

Cuando al fin suena el timbre soy de las primeras en irse de la clase. Vuelvo a mi habitación, dejo los libros encima del escritorio y voy al comedor. De camino al comedor me encuentro con una Elena pálida, que parece encontrarse realmente mal. Me acerco a ella, está llorando, le abrazo antes de preguntarle nada, sé que a veces uno no está preparado para hablar y no me gusta presionar a nadie. Cuando pueda hablar, hablará, o tal vez no, pero no me gustaría impulsarla a hablar si ahora no es el momento. 

Sin mediar palabra vamos al comedor, cuando recogemos las bandejas con la comida nos sentamos en la misma mesa de siempre. Veo cómo Elena se seca las lágrimas con furia, con la manga de su sudadera. Parpadea un par de veces antes de darse cuenta de que estoy a su lado, toma aire y finalmente habla. 

-Han atropellado a mi madre. -Abro los ojos y entonces comprendo todo el dolor que ha sentido. La veo temblar y le vuelvo a abrazar. Es por éso que no había venido a clase, es increíble como a veces los sentimientos de otras personas también forman parte de ti, del mismo modo en que ves a alguien sonreír, y tú terminas sonriendo, también puede serte transmitido el dolor, como algo a compartir, una carga que distribuir entre otra persona. 

-¿Cómo está?-Me atrevo a preguntar en voz baja, temerosa con la respuesta. A lo lejos veo a Mateo que habla con un vigilante, pero a penas le presto atención, ni siquiera cuando sé que me mira. 

-Está en el hospital. Me han dado permiso para verle ésta mañana. No parecía ella, toda rodeada de tubos y cables que la conectan a una artificial vida...-Dice mientras comienza a sollozar. Se apoya en mi hombro, y entiendo lo mal que lo está pasando, pero al mismo tiempo me gustaría ayudarla y no sé cómo. Es esa sensación de impotencia, que a veces sientes que de algún modo te impide ayudar a alguien que lo necesita. 

-Todo irá bien...-A veces lo mejor es el silencio en vez de decir algo de lo que nadie puede estar seguro. 

-Quiero creer que sí.-Dice secándose las lágrimas y haciendo esfuerzos por sonreír.-Ha sido un golpe fuerte, pero mi madre también es muy fuerte. Zoe, nunca dejes de hablarles a tus padres, nunca sabes cuándo perderás a las personas que te dieron la vida. 

Sus palabras me dejan desconcertada, quizás por la razón de las mismas, o puede que sea porque hace más días de los que puedo recordar desde la última vez que hablé con ellos. He terminado aislándome en un mundo en el que ellos me empujaron. 

-Es muy fácil perder a las personas, lo que ocurre es que no somos conscientes de ello...-Termino reflexionando y por un instante me gustaría poder llamarles, sé que ellos, a pesar de todo, aún hablarán conmigo. Desde que estoy aquí he sido yo quien he impuesto barreras invisibles entre todos. 

Sombras a mi alrededorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora