18 - Buenos días

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Novalee sintió como si le hubiesen desgarrado el alma. El la habia rechazado y ella había quedado en evidencia, eso no la hacia mas que sentir rabia no solo con ella misma, sino con él por ser un idiota.

Ella lo sabía y él se lo acababa de confirmar, entre ella y Bruno no iba a haber mas que sexo ocasional.

- P-Perdón no sé en qué estaba pensando. - balbuceo y tomo su bolso de mano para correr hacia el pasillo.

- ¡Vuelve aqui! - gritó él, ni de coña la dejaria irse sola a su casa a esa hora.

Corrió detrás de ella y la vio corriendo calle abajo con los tacones en las manos, se pateó mentalmente por tener tan poco tacto a la hora de tratarla pero mientras mas rápido ella entendiera de qué iban las cosas mejor.

- ¡Novalee detente. Joder! - le gritó pero ella seguiar corriendo.

El cabello le pegaba en el rostro y las lágrimas le nublaban la visión y eso no era una buena mezcla con lo poco iluminada que estaba la calle, sabía que habían pocas probabilidades de hallar un taxi a esa hora, pero irse a su casa corriendo o caminando sería mejor que volver a mirar a Bruno a la cara después de semejante vergüenza.

Sintió como la tomaban del brazo y que continuación iba siendo llevada en una espalda masculina, por mas que pataleó y golpeó la espalda de Bruno él no la soltaba.

- Cambié de opinión, te quedas. a dormir. - habló firmemente pero ella no dejó de patalear.

- ¿Y quién coño dice que debo hacer lo que tu digas Bruno? - replicó y él se detuvo al sentir las palabras siendo estranguladas por el nudo en su garganta, la bajó y la puso frente a él, tocó sus mejillas y las sintió húmedas, lo que se temía.

No dijo nada, solo la atrajo hacia él para que hundiera su cabeza en su pecho y ella no puso resistencia, el cuerpo de Novalee temblaba bajo sus brazos y el corazón de Bruno latía fuerte, quizás por el maratón o quizás por tenerla así de cerca en una posición tan íntima.

- La volví a cagar Novalee perdóname. - pidió él y se sorprendió con lo baja y llena de angustia que habían salido sus palabras

Ella negó con la cabeza y habló - No te puedo culpar Bruno.

El besó su pelo por un impulso y la tomó de la mano para empezar a caminar a la casa, ella no volvió a decir más.

- Puedes usar una camiseta mía y un bóxer si deseas. - él le dijo al verla salir del baño con una toalla envuelta alrededor de su cuerpo.

Ella asintió. Él se puso de pie y le dio una camiseta blanca y unos boxers negros, retiró la toalla de su cuerpo y no le importó que Bruno la estuviera mirando, no iba a tener sexo con él y quería mortificarlo.

Él caminó hacia la cama y ella se le unió, faltaba diez minutos para las tres de la mañana y ninguno de los dos parecía tener sueño. - ¿Tienes algo qué hacer mañana? - dijo él mientras se giraba para quedar frente a frente con la rubia.

Ella asintió. - Toca limpieza general, no quiero recibir la navidad con el desorden que hay en mi casa.

Él sonrió de medio lado. - ¿Tienes planes para navidad?

La vio suspirar y reacomodarse en la cama, un mechón dorado cayó en su frente y ella lo retiró. - No lo sé, ahora que soy "la deshonra" de la familia supongo que no podré asistir a la cena.

- Y Mallory siempre visita a su familia en Seattle. - agregó él - ¿Entonces la pasarás sola?

Novalee asintió. - Me temo que sí.

- Ven a mi casa. Vendrá mi mamá y así la conoces, estará papá, Dante y uno que otro tío y primos, son geniales y les gustan las rubias también.

Ella rió. - ¿Tambièn?

- Sip. A mi me gusta una rubia.

- No te culpo, somos geniales.

Bruno rió. - ¿Vendrás?

- Sí.

A partir de allí nadie dijo nada, sólo se miraron hasta que ella fue la primera en caer rendida, algo que lo desconcertó fue que, su rostro se veía tan pacifico y hermoso, que él quería verla dormir hasta que el sol saliera, y así lo hizo.

*

¿A quién quería ella engañar?

Tenía una semana completa sin sentir el calor de Bruno sobre ella y ahora lo tenia a su lado tan vulnerable que le daban ganas de hacerle de todo.

Se paró de la cama y fue al baño para darse una ducha rápida, halló un cepillo de dientes nuevo en los gabinetes y agradeció al cielo que podría lavarse los dientes antes de llegar a su casa.

Se secó completamente en el baño y caminó a la habitación.

Se subió a la cama despacio y alzó las sabanas, sus pupilas se dilataron y tuvo que morderse los labios para no soltar un jadeo al ver la erección matutina de Bruno asomarse por los pantalones de pijama.

Retiró la sabana y se colocó delante de sus piernas en la cama, doblada sobre sus rodillas, por el lugar donde deberia haber un zipper habían dos botones y ella los desabrochó, metió la mano y empuñó el cálido miembro de Bruno para sacarlo.

Se sorprendio al verlo tan cerca y sus deseos lujuriosos aumentaron más, se preparó mentalmente para lo que iba a hacer, humedeció sus labios y lamió su miembro desde la base hasta la punta.

Vio el ceño de Bruno fruncirse aún dormido y se introdujo el miembro totalmente a la boca, pasó la lengua por sus alrededores y lo escuchó jadear, sus manos se apretaron alrededor de la sabana y apretó sus ojos fuertemente para luego abrirlos.

Su primera expresión fue fruncir el ceño, luego abrir mucho los ojos, se mordió el labio y sonrió, se sentó un poco más en la cama dándole mejor acceso a ella quien le guiñó un ojo y volvió a lamer su miembro.

Chupó y lamió repetidas veces haciendo que él se retorciera y jadeara y repetidas veces moviera sus caderas para ir mas rápido.

- Mirame mientras la chupas....- le dijo con voz entrecortada. Ella se detuvo y lo miró, cogió su cabello y lo echó hacia atrás, tomó la gomita alrededor de su muñeca y recogió su cabello, él la miraba expectante.

Puso una mano alrededor de su miembro y con la otra se sostenía de su abdomen marcado, bombeaba hacia arriba y abajo mientras ejercia presión en la punta con la boca y pasaba la lengua alrededor con rapidez, Bruno la tomó de la coleta y movió sus caderas, follandole la boca sin descanzo y llenándola por completo.

- Me voy....a correr en tu boca nena...- jadeo y ella se concentró en darle el alivio que él necesitaba.

Lo miró con inocencia mientras él daba las ultimas embestidas hasta que ella sintió el líquido caliente derramarse por su boca y caer por sus pechos.

Él la miraba de arriba hacia abajo, viendo su semen esparcido por su piel y mirándolo como si ella fuera un ángel. Le sonrió y ella hizo lo mismo.

- Buenos dias - murmuró ella.

- Mierda Novalee, buenísimos diría yo.

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