Johanna Reyes

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Al llegar a la valla, vemos a los osados situados en la luz de nuestros faros, bloqueando la puerta. Sus brazaletes azules destacan sobre el resto de su ropa. Mi estómago se hunde y recuerdo a Eric. Debo mantener la sonrisa que traía mientras Marcus esquivaba los agujeros en el suelo, no voy a convencerlos de ser cordial con un semblante triste.

Un hombre de piel oscura con un arma en la mano, se acerca a la ventana de Marcus. Él, ilumina con la linterna a Marcus primero, luego a mí y sonrío saludándolo con mi mano rápidamente, como si me emocionara que un osado me viera. Y, por último pasa a Ariana. Luego pasa la linterna con los dos chicos.

- ¿Qué tal amigo? – escucho que dice Will.

- Así que, dime – dice el hombre. – ¿Qué está haciendo un miembro de Abnegación, en una camioneta con cuatro cordiales?

- Los cuatro se ofrecieron a llevar alimentos a la ciudad. – contesta Marcus. – Y, yo me ofrecí a acompañarlos para que regresaran a salvo.

- Además, mis amigos allá atrás no saben manejar. – interviene Ariana, volteo a verla confundida, pues tiene el mismo rostro que vi en ella, cuando le inyectaron suero de la paz. – Son un desastre, a la hora de ver los pedales, confunden el acelerador con el freno, ¡nos hubieras visto cuando íbamos! – ríe. – ¡Fue un completo desastre, gracias a Cameron! – dice, señalando hacia atrás. – De todos modos, consideramos que fue muy cordial por parte de Joshua ofrecerse como voluntario para traernos de vuelta, ya sabes que no sabemos cómo tomar el tren en movimiento, igual que ustedes.

- Está bien, lo entiendo. – dice el hombre, levantando una mano.

- Sí, sí. Lo siento. – ríe mi amiga. – Sólo pensé que tenía que explicártelo, ya que parecías tan confundido, y no es de extrañar, ¿cuántas veces te topas con esto, en el día?

- Correcto. – dice el hombre. – Y, ¿tienen intención de regresar a la ciudad?

- No en corto plazo. – contesta Marcus.

- Está bien. Adelante, entonces. – él asiente a los otros osados que obstruyen la puerta.

Uno de ellos, escribe una serie de números en el teclado y la puerta se desliza para admitirnos. Marcus asiente hacia el guardia que nos deja pasar y maneja sobre el camino de la sede de Cordialidad. Los faros agarran huellas de neumáticos, la hierba de la pradera o insectos. En la oscuridad, se ven algunas luciérnagas que iluminan con un parpadeo. Después de algunos segundos, Marcus mira a Ariana.

- ¿Qué fue eso de ahí atrás?

- No hay nada que odie más un osado, que una cháchara alegre de Cordialidad. Puedes preguntarle a Maud, la desesperé una vez. Pensé que si conseguía molestarlo, lo distraería y nos dejarían pasar. – dice, encogiéndose de hombros, inocentemente, mientras río.

- Eres una genio. – le dijo.

- Excepto – dice Marcus. – porque Joshua no es un nombre de Abnegación. Y, ¿a quién te referías con "Cameron"?

- A cualquiera de los dos chicos. – dice, señalando hacia atrás. – Como sea, ya estamos aquí.

- A nadie le importa cuáles son los nombres de qué facción. No ahora. – digo, riendo.

Marcus niega con la cabeza, fingiendo su seriedad mientras se estaciona detrás de una casa que reconozco como la de Johanna Reyes. Todos apeamos y estiramos un poco los músculos. A lo largo de esta calleja, hay casas de madera y más allá están los invernaderos. El aire huele a caliente y a fruta fermentada.

Una historia InsurgenteOn viuen les histories. Descobreix ara