Emboscada y traición

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Despierto, abrazada por Will. Escucho la alarma que he dejado la noche anterior. Me quito la pereza y él también lo hace. Ubico mi mente en tiempo y espacio: estoy en Verdad; Will a mi lado; hoy viene el representante de Jeanine, nos hemos despertado a esta hora para ir a espiarlos. Abro mis ojos: '5:30'. Tenemos una hora para estar listos e ir con los demás.

Tratamos de hacer el menor ruido posible para no despertar a mis padres. Will toma la reserva de ropa que había dejado aquí en mi casa: es una mudada completa. Mientras yo, tomo una camiseta de tirantes y una de manga larga, con un pantalón negro de chándal.

Le digo a Will que se duche, mientras yo hago algo para comer. Él, se ducha en mi cuarto de baño. Voy a mi cómoda y me tomo las últimas seis gotas que quedan en el frasco que me dieron en Cordialidad, para el dolor de la herida. Me he quedado a dormir con una camiseta blanca, algo larga y un short negro.

Me dirijo a la cocina y abro el refrigerador: hay tarta de banano, huevos y mantequilla. Arriba hay un cesto con pan, así que lo pongo a tostar. Saco la mantequilla, bostezando y, arrastrando la pereza en mis tobillos, mientras tomo una cucharada llena de mantequilla de maní y la meto a mi boca, pongo la mesa y regreso. No soy tan diestra en el arte de cocinar, pero por lo menos no paso hambre.

En tanto preparo los huevos, me imagino que si algún día Will y yo decidimos vivir juntos, esto sería una pequeña idea de lo que pasaríamos cada mañana. Sería increíble. No seríamos "pareja", sería como es ahora: una relación de hermanos y con el pequeño Eric corriendo por el apartamento.

- "Ahí estaré. Soy la que más ansía verte morir. Quiero estar presente cuando se vaya la luz de tus ojos."

- "Descuida, los recordarás, cada vez que veas a tu hijo."

Suspiro.

- "Llevas algo dentro de ti, que también es mío. Y lo protegería más que a nadie en el mundo, al igual que a ti."

Imagino, por un momento, que la guerra no se hubiera llevado a cabo y me hubiera ido a vivir al apartamento de Eric; amaneciendo a su lado, haciéndole algo de desayuno y a mi bebé, con unos ojos celestes y su mirada tan fría como el hielo, en un rostro angelical y tierno. Me recorre un escalofrío, tal como si me golpeara el agua del Abismo en la espalda y prefiero seguir con el desayuno.

Mientras comemos, mis padres se levantan; creo que no hemos pasado tan desapercibidos a pesar de que intentamos no hacer ruidos exagerados. Ellos se sientan con una taza de café y platicamos un poco sobre cosas ajenas a lo que sucederá hoy. Es bueno recordar anécdotas de cuando era pequeña, al lado de ellos y ver a Will contento, riendo. Es simplemente, un paraíso efímero.

Cuando hemos terminado de comer, veo el reloj y solo quedan 20 minutos. Corro a bañarme, casi como en Cordialidad, aprovechando cada minuto al máximo. Tarareo algo que me he inventado en ese momento, para mi bebé. Me parece aún imposible la idea de que vaya a ser madre.

Estoy lista, con todo y un poco de ungüento en la herida, para cuando apenas faltan cinco minutos para que todos nos juntemos en la sala de juicios. Me despido de mis padres con un abrazo y un beso de cada uno. Salgo con Will, que tiene un leve aroma a mi padre, lo cual me hace abrazarlo.

Llegamos a la habitación de los osados y ya todos están listos. Me hago el cabello mojado hacia atrás y siento la ansiedad por medio de mis pies rozando cada centímetro de la tela de mis calcetas dentro de los deportivos. Aún está oscuro afuera, pero si no salimos ahora, no podremos salir después. Zeke reparte las armas y explica nuevamente el plan. Me pesan los hombros y tengo una corazonada, agujereando en el pecho. 

Una historia InsurgenteWhere stories live. Discover now