XXI

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—Hola Sky —Dijo Maggie tendiéndole el café y una especie de pastel. La chica miró a la mujer un tanto decepcionada y confusa, más decepcionada que confusa —Invita la casa —Maggie sonrió dejando ver sus dientes torcidos y el roto que tenía en uno de ellos.

—Gracias, Maggie —Sky esbozó una sonrisa sincera. Le había cogido mucho cariño a la mujer que tenía frente a ella.

—Bash me ha dicho que no quería verte sonrojar con la siguiente nota porque no podría evitar venir y besarte, por eso ha preferido que te la entregara yo —Aquello dejó a Sky estupefacta y luego sonrió. Maggie rió. 

—Muy amable por su parte -Maggie volvió a reir y se giró para marcharse.

—Voy a echaros de menos a vosotros dos —Gritó ella ya de espaldas a Sky.

—Bash está trabajando aquí, solo pierdes a uno —La voz de Sky sonaba cansada. Se había dicho eso tantas veces que ya lo soltaba de forma automática.

—Oh niña no, Bash trabajará aquí hasta que te marches y luego se irá —Dicho eso Maggie terminó por dirigirse de nuevo a la barra con una mueca triste que le dolió a Sky.

Cogió con delicadeza la nota y, tal como había predicho Bash, se sonrojó. Porque, aunque no hubiesen hablado nunca, se conocían.

Razón número cuatro por la que no deberías irte: Nadie escribiría sobre mí y mi sonrisa.

Pd: Me encanta como escribes.


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