XVI

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—¿Qué le pasa? —Pregunto Bash a Maggie, la dueña del café. Había pasado tanto tiempo por allí que ya conocía a todos los trabajadores del local.

—A su padre lo han trasladado y deben mudarse a la otra punta del país, se van en catorce días —Bash no puso hacer otra cosa que llevarse las manos al pecho porque, durante un doloroso momento, pensó que había perdido todo el aire y sintió su corazón pararse. ¿Qué haría sin la chica del café? Maggie le miró con empatía —Burt y yo llevamos apostando cuanto tardaríais en hablaros desde el momento en el que os conocisteis. He de decir que he ganado una gran cantidad de dinero gracias a ti.

—¿Maggie? —La camarera miró al chico con tristeza y a este le devolvió la mirada con ojos brillantes.

— ¿Si? 

—Quiero trabajar aquí. Al menos a partir del turno de las seis.



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