Capítulo 19. Terminó.

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Me levanté al día siguiente, tenía que ir a clase, pero no quería. No tenía ganas de nada, tan siquiera de respirar. Quería morirme.

Sandra, la mujer que me había enseñado a amar, la que me había enseñado a confiar, a madurar... Me había traicionado, me había engañado. Y yo no se lo iba a perdonar. Le había entregado completamente mi corazón y lo había destrozado, pisoteado, demolido y masticado. No me merecía esto después de todo lo que habíamos pasado juntas.

Hemos estado al borde de la muerte, hemos pasado muchas dificultades, y seguíamos juntas. Hasta que me traiciona, y yo no voy a perdonárselo, no puedo hacerme eso a mi misma, sería caer muy bajo.

Me levanto de la cama y voy al baño. Maldito espejo. Muestra mi cara, roja de rabia, mis ojos hinchados después de haber estado toda la noche llorando sin consuelo alguno. Me lavo la cara y me cepillo el pelo y los dientes. Me sitúo en el marco de la puerta del baño y me quedo mirando a un punto fijo de la pared, pensando en ella, no puedo retener mis sentimientos y una lágrima cae por mi mejilla derecha. Me la limpio con rapidez y me dirijo a mi habitación. Tenía que prepararme para ir a clase.

Me vestí sin mucho ánimo, sin conjuntar la ropa como solía hacer, sin preocuparme de mi apariencia. No tenía fuerzas para ello. Me había destrozado totalmente. Salí de casa, no quería desayunar, estaba segura de que si comía algo iba a vomitarlo y no me apetecía hacer esfuerzos extra. Solo caminar y respirar, nada más.

Fui a la parada del autobús, mientras esperaba me fumé un cigarro, fijándome en como se consumía, esas cenizas eran como yo, algo que alguien había prendido, algo que se estaba desprendiendo de su esencia para disiparse y deshacerse en el aire. Algo inerte, al fin y al cabo.

Subí en el autobús, me senté en la primera fila, mis amigos me llamaban pero no me quité los auriculares, no quería hablar con nadie. Paula se acercó.

- Alex, ¿Que pasa?- estaba preocupada, su mirada era triste y se compadecía de mí. No pude responderla, la abracé con todas mis fuerzas y empecé a llorar silenciosamente, no quería llamar la atención de nadie. -Ey, cielo, venga. Shhhh- me susurraba en el oído, tratando de calmarme. Pasamos varios minutos así hasta que el autobús nos dejó en la parada del instituto y Paula me dio un cleenex para poder respirar.

- Gracias- le contesté en un casi inaudible hilo de voz.-¿Quieres que hablemos?- me cogió el brazo mientras nos adentrábamos en el instituto. -Sandra... Me ha puesto los cuernos- le dije de una sola vez. La cara de Paula cambió por completo, de pena y compasión paso a enfado y rabia. -No te enfades por favor, ya tengo bastante con lo mío, ya pasó, no voy a seguir con ella...no puedo- le dije. -Haces bien, la próxima vez que vea a esa zorra la mato ¡La mato!- tuve que ponerle la mano en la boca ya que todo el pasillo estaba mirándola y, por consecuencia a mi también, y no quería eso en absoluto.

- ¿Sabes como cuando pencas un examen que estabas súper segura que ibas a sacar mínimo un 8?- le susurro, incitándola a hablar más bajo. - Bueno, pues es esa sensación de decepción multiplicada por mil trillones- le dije mirando al suelo.

-Alex, sabes que nos tienes para lo que quieras cielo, me tienes a mi ¿Vale?- le asentí. -Voy a ver si me despejo un poco dile al profesor con quien toque que me encontraba mal, luego si eso voy- me metí al baño a refrescarme la cara, la tenía hecha un asco, yo estaba hecha un asco.

Empecé a andar por los jardines del instituto, por los pasillos y por los soportales, y alcé la mirada al tejado. Había un hombre solo, vestido totalmente de negro, fumándose un cigarro. Decidí subir.Tenía curiosidad por saber que hacía ahí arriba subido.

-¿Que haces aquí?- le pregunté curiosa. -¿Que haces tu aquí?- me contestó el con voz ronca. -Pues te he visto, y me han dado ganas de subir a mi también- le dije secamente.-Ah, pues bienvenida a mi rincón ¿Eres del instituto?- le miré con cara de desprecio. Él era al que nunca había visto. -Si, ¿Tú?- me sentía amenazada de una forma u otra por ese hombre.

- Yo era el director, fue una época muy dura, tanto que terminé muy muy mal...- le corté -¿Qué pasó?- me estaba entrando el gusanillo de la Alex cotilla de mi interior. -Me suicidé- en ese momento me quede blanca, ese hombre se estaba quedando conmigo y no era mi mejor día. -No bromees con esas cosas, no tiene gracia, ninguna- le dije mientras me daba media vuelta y me iba.

- No te estoy mintiendo- se levantó y pude ver su perfil izquierdo, lo tenía totalmente cubierto de sangre. -¡No puede ser! ¡Te estoy viendo!- me recorrió un escalofrío todo el cuerpo, me empezaba a sentir mareada. 'No puede ser' repetía una y otra vez en mi cabeza. '¿Que ha pasado?'. Me agache para poder sujetarme aunque sea a una de las tejas, y resbalé.

Encontraron mi cadáver a la hora del recreo, por desgracia una de mis profesoras me encontró, por desgracia mi vida acababa ahí, sola sin nadie real cerca, sin mis sentimientos aún totalmente desarrollados, sin mis amigos ni mis seres queridos al rededor de una camilla. Terminé en un suelo frío y mojado de gravilla, a pocos metros del jardín de mi instituto. Terminó mi cuerpo, pero no mi espíritu.

No he podido decirle a mi madre y a mi padre lo mucho que los quiero, lo mucho que les voy a echar de menos allí donde vaya. No pude decirle a Sandra todo lo que de verdad la quise, no pude, no me lo permitió. No pude abrazar a Paula antes de despedirme por completo. No pude.

Todo terminó.



Alexandra.Where stories live. Discover now