Capítulo 17. Para Siempre.

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Me subí al coche y le planté un beso de esos que dejan sin aliento a Sandra. Me daba bastante igual que nos pudiera ver alguien, total, las personas más cercanas a mi, o sea mi madre y mi padre, ya sabían lo nuestro, si los demás no lo aceptaban no era mi problema, era el suyo.

Sandra pestañeó unas cuantas veces cuando aparte mis labios  de los suyos. -Eso no me lo esperaba...- me dijo mientras me miraba perpleja.-Soy una mujer que está llena de sorpresa, señorita- le contesté mientras ponía mi mano en su muslo y ascendía levemente hasta su entrepierna. -Así que esas tenemos, se-ño-ri-ta- me picaba mucho que me hablara así, pero no podía seguir con mi juego, en el parking de mi instituto no. -¿Dónde vamos a comer?- la verdad es que si todo se quedara totalmente en silencio se podía escuchar mi estómago pidiendo alimento, como si de un alienígena se tratara. - En casa, en un lugar de mi casa, es una sorpresa...-acto seguido arrancó el coche, no sin antes haber puesto la radio. Bendita música, me volvía loca, casi mas que Sandra. No creo que exista una sola persona en la tierra a la que le desagrade la música, en general. Me tiré todo el trayecto cantando los hits que sonaban en la radio, atenta a las medias sonrisas que se le dibujaban a aquella hermosa mujer cada vez que llegaba a un tono alto y me ahogaba, el tabaco tenía la culpa.

- Cantas bien- me dijo mientras sacaba las llaves del contacto y abría su puerta. Yo hice lo mismo con la mía, intentando digerir el halago de Sandra. -Bueno, gracias...- le dije con una sonrisa tímida. Nunca me lo había dicho, tampoco me había atrevido a cantar delante de nadie. Ahora que lo pienso, es la primera persona que me ha oído cantar y lo he hecho inconscientemente. 'Eso será un gran paso para mi ¿No?' pensaba en mis adentros. Yo y mi yo interior tenemos unas charlas bastante cabales. Menos cuando me pongo a hablar sola, como ahora mismo, que se me va la pinza y me voy de la historia. 

Subimos las pocas pero intensas escaleras del portal y esperamos al ascensor. Mientras esperábamos empecé con mi dedo meñique a jugar con su mano izquierda, rozándola 'inesperadamente', estaba más que claro que lo estaba haciendo a propósito. Se abrió la puerta del ascensor y Sandra entró primero, marcando el ático en el cuadro de botones, yo la seguí dándole al botón para que las puertas se cerraran cuanto antes. Nuestras manos se rozaron, lo típico ¿No? No. Cuando rozas una milésima de segundo si quiera, a la persona que deseas, que quieres...Sientes una descarga, no sé si será de adrenalina o de qué, pero sientes algo en la parte del pecho que estalla. Las pulsaciones de tu corazón se aceleran, fijas tu mirada en su boca y solo piensas en besarla. Y lo hice.

Arrinconé a Sandra en el ascensor, tampoco es que fuera muy grande, cuatro personas máximo, un ascensor que habría visto escenas como estas a puñados. Pero la nuestra no, la nuestra era única para la dos. Para ambas. Paré el ascensor a pesar de tener un poquito de miedo a quedarme encerrada en uno, pero esta vez al menos yo había sido la causa. Besé violentamente su boca, su cuello, tirando levemente de su pelo rizado hacia atrás, dejándome su precioso cuello a mi merced. Solté su pelo y enlacé sus manos con las mías mientras la besaba, mi pierna derecha se estaba haciendo un hueco entre las suyas. Solté una de mis manos y subí su falda, una falda de traje azul marino. Con un poco de maña rasgué sus medias y aparté su braga de mi camino. Liberé mi otra mano y comencé a desabrochar los botones de su camisa blanca, dejando al descubierto un sujetador precioso de encaje blanco. No duró mucho. Mientras que con una mano masajeaba su más intimo rincón con la otra masajeaba sus pechos a la vez que mordisqueaba sus pezones. Los suspiros que salían de su boca eran un aliciente para mi, para seguir haciéndola gemir, para seguir introduciéndome en ella. 

Accidentalmente le di a reanudar la marcha del ascensor, estábamos tan 'absorbidas' -no literalmente hablando, ¿O si?- que sin darnos cuenta las puertas se abrieron a nuestras espaldas, con la sorpresa de que la madre de Sandra estaba esperándola en el descansillo. -¡Chicas, por favor!- en cuanto oí esa voz detrás de mi me levanté cubriendo a Sandra mientras se ataba la camisa y se peinaba.

-¡Lo siento mamá!-escuché decirle a Sandra gritarle a su madre, mientras esta bajaba las escaleras despavorida. -¡Ni que fuéramos unos fantasmas!- le dije, sinceramente me había quedado en shock.

- Sandra cariño entra en casa, ya se le pasará...- le intenté calmar mientras la arrastraba a casa. Una vez en el interior cerré la puerta, Sandra me miró con los ojos llenos de lágrimas.

- ¡Amor! No llores joe, ya veras que no pasa nada, tu también les habrás pillado ¿No?- le susurré en el oído mientras hundía su cabeza en mi pecho. Acariciaba su cabeza mientras íbamos al sofá, donde finalmente nos quedamos dormidas.

Alexandra.Where stories live. Discover now