Capítulo 15. Entre sus piernas.

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ANTES DE EMPEZAR ME GUSTARÍA SABER QUE OS PARECE LA HISTORIA, O ALGÚN TIPO DE SUGERENCIA; QUE QUEREIS QUE PASE O ALGÚN TIPO DE TRAMA QUE AÑADIR A LA HISTORIA.

UN SALUDO.

Llamé al telefonillo.

- ¿Quién es?- sonó la voz de Sandra con un toque metálico, me hizo recordar a la película de Robots, lo cual me hizo soltar una breve risita infantil.

- Soy Alex- Automáticamente se oyó en la puerta un chasquido que era la señal que me advertía de que estaba permitido mi paso, a pesar de todo. Con una acción parecida empezó todo días antes. Días antes de este desastre en el cual se había convertido mi mente.

Me miré en el espejo del ascensor, me sorprendí, tenía la cara hecha un cuadro; una ceja partida, un moretón en la mejilla, puntos en el labio y para colmo estaba más blanca que la nieve.

Llegué al ático, bendito ático. Fui a tocar el timbre cuando me di cuenta de que la puerta estaba entreabierta, asomé la cabeza.

- ¿Se puede?- pregunté tímida, a lo mejor estaba alguien más con Sandra.

Del final del apartamento salió una voz.

- Pasa anda - gritó Sandra -ven a mi cama cuando puedas, por favor.

- Uy que rápidilla eres ¿no?- dije mientras avanzaba por el apartamento.

Cuando llegué vi una silla de ruedas al lado de la cama.

- ¿Y esto?- pregunté extrañada, la había visto el día anterior andar sobre sus piernas, no creo que estuviera inválida ni nada por el estilo.

- Mi madre, que se ha empeñado en que la use para estar por casa y no tener que caminar, me duele todo, ayer por los calmantes a penas notaba mi cuerpo, pero hoy...se me hace duro hasta respirar- me dijo mientras se incorporaba.

- ¿Y quien me ha abierto la puerta?

- Mi madre, pero de seguido de ha ido.

- No me la he encontrado...

- Le dan pánico los sitio pequeños, así que siempre utiliza las escaleras...

Entonces se me formó el puzzle completo en la cabeza.

- ¿Quieres salir o te hago de chica...?- le dije mientras le miraba a los ojos y arqueaba una ceja.

- Yo encantada de que me hagas todo y de todo, pero de momento ayúdame a ir al sofá a sentarme, que tengo la espalda hecha una mierda de estar aquí tumbada...

- Y la silla de ruedas...

- Que le den, no estoy inválida coño- tras decir esto la miré y las dos nos empezamos a reír, me acerqué cautelosamente a ella y la besé tiernamente la frente, a lo que ella respondió agarrándome del cuello y acercándome a su boca.

- Menos mal que estamos lisiadas...- le dije a unos milímetros de su boca.

- Si no... Pff... ¡Venga ayúdame a levantarme!

Por primera vez di gracias por haber hecho halterofilia antiguamente, la cogí en brazos entre risas y tambaleándome la llevé al sofá dejándola delicadamente.

- Pensaba que nos íbamos a caer, te lo juro- le dije sentándome a su lado.

- ¿Quieres una copa de Moscatto? Ya no estamos dopadas...- me dijo con una media sonrisa, sabiendo que yo no me podía negar a ello. Además ya era casi la hora de comer, era buena hora para una copa.

- ¿Donde está?- le pregunté levantándome del sofá.

- En la nevera, y las copas en el armario de la derecha.

Dejé mi chaqueta y mi fiel bandolera en el sillón de al lado del sofá y me dirigí a la cocina, abrí la nevera cogí el vino, que gracias a dios que estaba abierta, pero no empezada. Cogí dos copas y me dirigí al salón. Puse dos posavasos que se encontraban en cada esquina de la mesita y serví para cada una.

Sandra puso la televisión, lo típicos concursos de antes de comer.

- Me encantaría poder hacer esto a diario- me dijo mientras acariciaba mi pierna. En ese momento, no sé si por la frase o por la caricia sentí algo en mi centro, en el eje de mis deseos. Estábamos las dos hechas polvo, una más que otra si.

- A mi me encantaría estar todo el día en otro sitio...- le dije seriamente.

Automáticamente a Sandra se le borró la sonrisa de la cara - ah si, ¿Donde?- dijo recelosa y con tono borde. Sonreí, me acerqué a su boca - Entre tus piernas- al decir esto Sandra abrió notablemente los ojos, y sus pupilas se dilataron no sé si por la impresión o por la excitación. Me acerqué a su boca y la besé, primero fue un beso tímido, inocente '¿Algún beso puede ser inocente? Ya respondo yo, NO', Sandra me agarró de la nuca y me acercó más a ella, haciendo que mi nariz quedara totalmente aplastada contra su cara, así si podría estar todo el día.

La mano que tenía sobre mi muslo comenzó a ascender hacía mi sexo, pero no, yo no. Le aparté la mano y la entrelacé con la mía. Me aparté unos centímetros de sus labios y le dediqué la más sincera y amorosa sonrisa que podría dedicarle alguien a su persona ideal. Descendí besándole el cuello, las clavículas, los brazos, las manos, el pecho, el estómago...la cubrí de besos.

Me levanté del sofá, le solté las manos y me senté delante de ella.

-¿Que vas a hacer?- me dijo riéndose con aire nervioso, como una niña pequeña cuando sabe que tiene un regalo.

-¿Dónde te he dicho que me gustaría estar todo el día?-le dije mientras le bajaba los pantalones del pijama. -El sexo alivia los dolores... Y creo que tienes muchos...-ya había bajado los pantalones del pijama hasta los tobillos, se los saqué suavemente por los pies, no estábamos en condiciones de hacer movimientos bruscos. Con cautela la acerqué al borde del sofá cogiéndole de la parte inferior de la espalda, las lumbares.

Me incorporé y le besé fugazmente esos labios perfectos que tenía, gimió un poco por la molestia de los moretones, a mi mi labio roto me importaba más bien poco.

Me volvía a sentar enfrente de ella y abrí delicadamente sus muslos dejando a mi afortunada y exquisita vista su intimidad. Empecé mordisqueándole las rodillas, por el interior, seguí besándole y recorriendo con mi lengua sus muslos, delicadamente me acerqué a su sexo, soplando levemente sobre el, a lo que Sandra respondió estremeciéndose, buscó mis manos y tuvo éxito, entrelazamos nuestros dedos, con mis codos separé sus muslos y hundí mis labios en los suyos.

Recorrí con la punta de mi lengua todo su sexo, saboreando su exquisita humedad. Sandra gemía timidamente.

- Puedes gritar todo lo que quieras- le dije en un susurro. Acto seguido volvi a hundir mi boca en su más intimo punto. Me libré de la mano derecha e introducí mi dedo índice en ella, lo que hizo que soltara todo el aire de sus pulmones. Seguí lamiendo a la vez que entraba y salía de ella.

- Meteme otro...-dijo en un suspiro. Introducí el siguiente dedo en ella, me incorporé y la besé. Dos sabores de ella en mi boca. La besé mientras le daba placer, tras unos minutos dándoselo todo rompió en un orgasmo.


Le puse con tacto la ropa interior y el pantalón del pijama, la besé y la ayudé a ponerse recta en el sofá. Fui a la cocina a por la bandeja del desayuno que le había preparado y se la puse sobre las rodillas. 

Me voy a dar una ducha mientras desayunas- le susurré en el oído por detrás del sofá. Asintió mientras mordía una tostada. Yo me metí en el baño.

Alexandra.Where stories live. Discover now