Capítulo 12. Lazos.

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Desperté, como no, en el hospital. Ya me estaba acostumbrando al olor a desinfección, a limpieza absoluta, a estar sola y a pensar demasiado. Tenía miedo, por que Sandra no despertará y si lo hacía que no recordara nada. Siempre está esa incertidumbre de no saber que te va a pasar o que le va a pasar a la otra persona, de no saber que hacer.

Me levanté de la cama y me asomé a la ventana, era un día soleado, de esos en los que te apetece darte una buena vuelta por la ciudad, o ir al parque con tu pareja a leer o tumbarte a la bartola en el césped. Pero yo me tenía que quedar en el hospital.

Me senté en la mesa, me había dejado el desayuno; un yogur azucarado, una tostada y mantequilla en terrina chiquitina. En cuanto terminé fu a la habitación de Sandra.

Abrí la puerta y encontré a una mujer mayor sentada a su lado mirándola, giró la cabeza hacia mí en cuanto cerré la puerta.

- Hola...- dije con miedo, ¿quien será esa mujer?¿Su hermana, madre, tía?

- Hola joven... enseguida me voy, no la molesto mas- dijo mientras se levantaba de la silla.

- No, por favor siéntese, nos vendrá bien un poco de compañía- le dije con una sonrisa.

- Es mi hija...- nada más que dijo esa frase me quedé paralizada- ¿Sabes? Cuando tienes un hijo estás pendiente de él continuamente para ver si respira, para ver si está bien, te angustias cuando llora y no sabes que le pasa, luego crecen, se creen mayores y juegan con fuego y sabes que se van a quemar, pero no puedes hacer nada... Tienen que quemarse para aprender. Y poco a poco vas disminuyendo la preocupación... Hasta que pasa esto, y te das cuenta de que siguen siendo unos niños indefensos.

- Señora, yo...yo lo siento mucho...- le dije mirándola a los ojos mientras se me volvían a llenar de lágrimas.

- ¿Y tú quien eres? no te lo tomes a mal, me refiero a si conoces a mi hija, o pasabas por aquí... - terminó la frase con una sonrisa un poco forzada.

- Pues soy una amiga de Sandra, iba con ella en el coche- me quedé mirando a Sandra. La mujer se me quedó mirando fijamente, se levantó, acercó a mi y me abrazó. En el momento en el que me rodeó con los brazos empezó a llorar de un forma desconsolada y yo la seguí en la acción.

Tras unos minutos así, la mujer me soltó, me dio un beso en la mejilla y sin decir nada se fue.

Me quedé sentada mirando a Sandra. -Acabo de conocer a tu madre, está bastante disgustada... Bueno ya nos habrás oído... No sé para que te hablo- Me levanté de la silla y en el momento en el que cogí el pomo de la puerta para girarlo oí mi nombre.

- Alex...Alex...A-le-ex- abrí los ojos como platos, me quedé parada, no sé si por el pánico o por la sorpresa. Me di la vuelta, Sandra había despertado.

Alexandra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora