Ai cielo, cielo. Cuanto hace que no te escribo ¿no?
Sé que llevas tiempo buscando(te)me; pero no sabía si aparecer tan fácil. Quizás nunca tuve muy claro si decirte la verdad o seguir mintiendote, por eso desaparecí que era más fácil. "Cobarde". Te estoy imaginando susurrandolo mientras me lees. Te imagino maldiciendome y no puedo evitar culparme. Te quería pero te mentía por no querer quererte; aunque en el fondo sólo me mentía a mí.
No sé si me has echado mucho de menos o no. Yo a ti sí. Mucho. Muchísimo. Te [intentaba] substituí(r)a. Que sepas que no lo conseguía. No del todo. Ninguna maldecía mi coche durante horas y después se negaba a bajarse de él. "Hace mucho frío fuera, no me hagas bajarme" me decías. Y aunque nunca quise asumirlo, yo sonreía y me moría por besarte; pero no lo hacía, no quería engancharme. Me llegaba ya con las drogas. No quería que fueras una más.
Me encantaban tus caprichos de niña pequeña; como cuando ya no nos hablábamos y yo te picaba sentandome en tu sitio o guardandome el dos de oros bajo la manga para ganarte siempre a las cartas. Me odiabas cuando me pillabas y me gritabas de todo. Yo me enfadaba, pero en el fondo me encatabas un poquito más. Nunca quise asumirlo, y aún hoy sigo sin quererlo; más bien no sé como hacerlo.
