Capítulo 15: Teoría de la Autodestrucción (Parte 1)

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************** Recuerdo *************

-Estás listo.- dice mientras lleva la taza de café hasta sus labios.

Saborea el trago observándome con cautela.

-Nadie posee más fuerza que este muchacho.- Expresa el señor Robert Judd.

-"¡Esperan que desate el caos!"- pienso y el me coincide una sonrisa.

No quería moverme de la camilla, aun me dolían las piernas por el accidente. (Si eso realmente era un incidente).

-Hijo mío.- comienza mi padre.- el señor Judd es un amigo mío.- explica, como si realmente me importaba. Solo necesitaba que la enfermera apareciera por esa puerta; indicando que ya me podía largar.

-¿Dónde...?- me atraganto con mi propia saliva.

-El señor Judd quiere que le pintes cuatro cuadros.- interrumpe.

-Sobre tres cuervos.- sonríe y muestra algo de calidez en su gesto. Se acerca dos pasos y se coloca en la camilla. Acaricia mi cuero cabelludo como si se tratara de un cachorro abandonado.- Cada cuadro contara una parte de esa historia.

-¿Qué quiere exactamente que pinte?- alterno con seriedad.- Dígalo sin rodeos.

Mi padre se recuesta en la pared con los brazos cruzados, observa al señor Judd con una mueca en los labios.

-Si te digo exactamente lo que quiero, no lo pintarias.- expresa alzando las cejas.

-Me conoce.- canto. Su rostro blanquecino y lleno de líneas de expresión se ilumino con su sonrisa, mostrando sus resplandecientes dientes.

-Así es.- dice un tono más bajo.- admiro tu trabajo.

-¡Cuervos!- grazno levantándome de la camilla. Entrecierro los ojos y siento un dolor agudo en un costado.

-Dos hembras y un macho.- señaliza, como si quería que se notara la diferencia entre estos.- pero los tres cuervos son igual de peligrosos.

La enfermera aparece con una silla de ruedas. Su rostro pálido delata su complicidad con los dos hombres que me custodiaban.

-No puedo dejar el hospital ¿cierto?- indago y los tres me hacen el mismo gesto.

-El señor Judd necesita los cuadros; lo más pronto posible.- formula mi padre.

Habían tantas cosas que habían salido mal hasta este punto, que a veces pensaba que no quedaba nada bueno en mi interior. Todos apostarían que mi cobardía por no salvar a los dos sujetos en el auto lo retribuía mi retorcido cerebro.

Ahora la oportunidad para escapar del hospital era mi única solución para no enfrentar a Abdías, Jensen, y Timothy.

-Anthony.- susurra.- mis cuadros pueden contar una parte de tu historia.- me ayuda acomodarme en la silla, mientras la enfermera custodia los alrededores.- puedes pintar lo que sientes ahora.

-Lo que siento ahora.- repito su frase.

-Exactamente.- se mufa con superioridad.- ¿Qué sientes ahora?

-Nada.- respondo sin el más mínimo interés.

-Es exactamente lo que queremos.- dicen a coro saliendo de la habitación, donde la única oportunidad de hacer algo bien se desvanecía.

*************

(P.D.V Jensen)

-"¿Porque no se mueven? maldita sea".- El miedo de mi cerebro supera las ordenes que mi intrepidez dictaba.

Todo Depende de tiWhere stories live. Discover now