************** Recuerdo *************
-Estás listo.- dice mientras lleva la taza de café hasta sus labios.
Saborea el trago observándome con cautela.
-Nadie posee más fuerza que este muchacho.- Expresa el señor Robert Judd.
-"¡Esperan que desate el caos!"- pienso y el me coincide una sonrisa.
No quería moverme de la camilla, aun me dolían las piernas por el accidente. (Si eso realmente era un incidente).
-Hijo mío.- comienza mi padre.- el señor Judd es un amigo mío.- explica, como si realmente me importaba. Solo necesitaba que la enfermera apareciera por esa puerta; indicando que ya me podía largar.
-¿Dónde...?- me atraganto con mi propia saliva.
-El señor Judd quiere que le pintes cuatro cuadros.- interrumpe.
-Sobre tres cuervos.- sonríe y muestra algo de calidez en su gesto. Se acerca dos pasos y se coloca en la camilla. Acaricia mi cuero cabelludo como si se tratara de un cachorro abandonado.- Cada cuadro contara una parte de esa historia.
-¿Qué quiere exactamente que pinte?- alterno con seriedad.- Dígalo sin rodeos.
Mi padre se recuesta en la pared con los brazos cruzados, observa al señor Judd con una mueca en los labios.
-Si te digo exactamente lo que quiero, no lo pintarias.- expresa alzando las cejas.
-Me conoce.- canto. Su rostro blanquecino y lleno de líneas de expresión se ilumino con su sonrisa, mostrando sus resplandecientes dientes.
-Así es.- dice un tono más bajo.- admiro tu trabajo.
-¡Cuervos!- grazno levantándome de la camilla. Entrecierro los ojos y siento un dolor agudo en un costado.
-Dos hembras y un macho.- señaliza, como si quería que se notara la diferencia entre estos.- pero los tres cuervos son igual de peligrosos.
La enfermera aparece con una silla de ruedas. Su rostro pálido delata su complicidad con los dos hombres que me custodiaban.
-No puedo dejar el hospital ¿cierto?- indago y los tres me hacen el mismo gesto.
-El señor Judd necesita los cuadros; lo más pronto posible.- formula mi padre.
Habían tantas cosas que habían salido mal hasta este punto, que a veces pensaba que no quedaba nada bueno en mi interior. Todos apostarían que mi cobardía por no salvar a los dos sujetos en el auto lo retribuía mi retorcido cerebro.
Ahora la oportunidad para escapar del hospital era mi única solución para no enfrentar a Abdías, Jensen, y Timothy.
-Anthony.- susurra.- mis cuadros pueden contar una parte de tu historia.- me ayuda acomodarme en la silla, mientras la enfermera custodia los alrededores.- puedes pintar lo que sientes ahora.
-Lo que siento ahora.- repito su frase.
-Exactamente.- se mufa con superioridad.- ¿Qué sientes ahora?
-Nada.- respondo sin el más mínimo interés.
-Es exactamente lo que queremos.- dicen a coro saliendo de la habitación, donde la única oportunidad de hacer algo bien se desvanecía.
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(P.D.V Jensen)
-"¿Porque no se mueven? maldita sea".- El miedo de mi cerebro supera las ordenes que mi intrepidez dictaba.
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Todo Depende de ti
Teen FictionEntre secretos, sentimientos y muerte… Para Anthony las cosas nunca fueron fáciles, sobre todo porque su forma de sentir las cosas es diferente a los demás, siendo un artista siempre se expresó mejor con la pintura que con los labios, pero su arte...